martes, 25 de febrero de 2020

MEDIR EL MUNDO CON UN PALO Y UN CORDEL.

El tema de ayer era "Bosque" y yo, empeñado últimamente en escribir sobre los grandes descubrimientos de la Historia, presenté este trabajo que espero os guste. Unos días antes lo leí en la Biblioteca de los Libros Felices, de don Biblio y Manuel Desantes, con motivo de la entrega de un ejemplar de mi libro "Tomo el Librero" a este rincón de cultura. Ayer lo leyó Miguel Sarceda, que lee mejor que yo, en nuestra Tertulia Filandón.






EL BOSQUE DE LIBROS.
            El maestro Eratóstenes soñaba a menudo que paseaba por un extraño bosque. Los troncos de los árboles eran rollos de pergamino y sobre éstos, crecían las frondosidades cuyas hojas contenían razonamientos. Después, cuando despertaba, se dirigía, muy madrugador, a su puesto de trabajo: la Gran Biblioteca de Alejandría, que regentaba con esmero erudito. Para él los libros eran seres vivos que ansiaban las caricias y la admiración de los lectores, cuyos ojos descubrieran las ideas que encerraba cada uno de ellos.
            -Apolodoro – dijo esa mañana a su esclavo –, tráeme el libro de viajes que admiramos el otro día y también las relaciones de los agrimensores sobre las distancias entre las ciudades… ¡Hoy es 21 de junio y vamos a medir la circunferencia del Mundo!
            -¿Por qué hoy, mi señor? – se atrevió a preguntar el siervo.
            -Porque hoy es el solsticio. El día en que el sol está más alto.
            -¿Y…?
            -Pues que en este día el sol llega al fondo de los pozos en Siena.
            -No le comprendo, mi señor – contestó Apolodoro, desconcertado.
            -Mira, con este palo y este cordel mediremos la Tierra.
            Y Apolodoro se rió.
            -¡Eso es imposible!
            -Vamos a verlo. Plantaré el palo, vertical, en la arena del jardín. Y tú irás marcando la longitud de la sombra con el cordel. La más corta indicará el medio día. Después yo mediré con el cordel la longitud del palo y de la sombra más corta, y así estableceré a cuantos grados de la vertical está el sol a medio día, el 21 de junio, aquí en Alejandría.
            -¿Y así podrás medir la Tierra? – se atrevió a decir Apolodoro con tono escéptico.
            -Sí, mediante un cálculo llamado regla de tres. Ya sabemos, por los libros de los agrimensores, la distancia entre Alejandría y Siena. Así que si establecemos la diferencia de grados, cero en Siena y los que nos revele la sombra del Sol en Alejandría, la comparamos con los 360 grados que tiene toda circunferencia, y establecemos la misma proporción con la distancia entre estas dos ciudades, que se hallan en el mismo meridiano, y la totalidad de la circunferencia terrestre, tendremos el valor de esta última.
            Apolodoro no había entendido nada, pero obedecía a su amo en las operaciones que le ordenaba. Midieron el triángulo formado por el palo y la longitud de su sombra, y el maestro obtuvo así la diferencia angular. Después consultaron el libro de los agrimensores y apuntaron la distancia geográfica entre las dos ciudades. Y Eratóstenes hizo la regla de tres: Tantos estadios griegos (unidad de medida de entonces) es a X, como tantos grados es a 360. Y la resolvió: Tantos (estadios) por 360, entre tantos grados… Y averiguó que la Tierra tiene una circunferencia de 40.000 kilómetros (en unidades de medida actuales), aunque él lo expresara en estadios griegos.
            Se equivocó en menos de 300 kilómetros.
            Lo hizo en el año 240 antes de Cristo.
            Lo consiguió gracias a que vivía en el corazón de un bosque de libros.
                                                                                  Miguel Ángel Pérez Oca.
                                                                                         (500 palabras)
Nota.-   7,2  - 360
             800  -   X      
360 x 800 : 7,2 = 40.000



            ¿Cómo no se le ocurrió a Colón ni a ningún otro hacer este sencillo cálculo, con Lisboa y Oporto p. e. como puntos de referencia?

2 comentarios:

el sindrome de ulises el blog de eusebio perez oca dijo...

Como sabes yo he estado tanto en la loca e inhabitable Alejandria actual como en Asuan, antes Siena. Alejandria de paso, Nada que ver con la urbe de la Biblioteca tantas veces destruida.En Asuan tres días. El Nilo actual no tiene las crecidas de antaño. La inmensa presa de Asuan proporciona estabilidad a las orillas del Nilo y energía limpia por sus turbinas. En tiempos de Eratostenes todo el Nilo desde su desembocadura en el delta hasta más abajo de Asuan estaba medido al centímetro. El Nilo baja recto salvo un par de curvas. Tras cada crecida se volvía a señalar la dimensión de cada parcela concedida a una familia para su explotación. Cada pocos kilómetros existía un templo dedicado a una divinidad generalmente local. En estos templos se ubicaba un nilometro. Es decir un poco escalonado que servia para medir las subidas de agua anuales y así determinar el volumen de tierra fertilizada y los impuestos a pagar por familia concesionaria. Es decir se conocía como bien dices, al centímetro, la distancia de las orillas del Nilo. Los sacerdotes escribían un informe anual con los datos de estos pozos. No habían impresos previos. Cada sacerdote explicaba de su puño y letra lo que veía en el nilometro. El informe se remitía a Alejandria donde se determinaban los impuestos de ese año. Después se archivaban en la Biblioteca. Allí estaba Eratostenes. Eran los tiempos de los Tolomeos. Eratostenes o alguno de sus bibliotecarios cayó en el tema del sol dando en el fondo del pozo sin sombras, vertical. En Asuan. No ocurría lo mismo en Alejandria. La tierra se curvaba, era evidente. Después ocurrió lo que tu escribes. Ahora, en el ojete del Mundo Redondo (EE.UU.), los "tierraplanistas" cuestionan a Eratostenes y a la evidencia. Como el mono del relato anterior dudo de que los humanos descendamos de otros mamíferos bípedos. Si algo falla es en la teoría de Darwin. Un ser como el autodefinido homo sapiens no puede descender de otro con la inteligencia de los "monos". Ese enorme cerebro de los humanos debe tener algún fallo.

Eusebiet d´Alacant

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

No, Eusebio, Darwin tampoco se equivocaba. Lo que pasa es que no hemos dejado de ser simios depredadores, con la dosis de mala leche y brutalidad que eso conlleva. Lo de Homo Sapiens creo yo que no es más que un signo de petulancia, que es una característica del macho garila de espalda plateada y de algunos machos del chimpancé (no de la variedad de los bonobos). Sapiens de verdad debe haber muy pocos en esta pandilla de los Homo presuntamente Sapiens.