Hay un cráter en la Luna, llamado
Shackleton en honor al famoso explorador austral, que está en el mismo Polo Sur
de nuestro satélite. Su excepcional posición hace que en su fondo no dé nunca
la luz del sol. Esa zona, siempre sumida en las tinieblas, es conocida como “el
lado oscuro” y es la ideal para montar allí la primera colonia lunar, por una
razón evidente: Todo el fondo del cráter de 30 kilómetros de diámetro y 5 de
profundidad, está cubierto de hielo. Durante millones de años, los cometas han
estado estrellándose en la superficie lunar y esparciendo allí el hielo de agua
del que están compuestos. Este hielo se ha sublimado al calor del sol y
escapado al espacio exterior, excepto en Shackleton, donde el frío y la
oscuridad eternos han preservado el preciado sólido, que podría surtir de agua,
oxígeno e hidrógeno a un habitáculo permanente…
En el fondo del Lado Oscuro se ha abierto
una compuerta y ha surgido de ella un pequeño vehículo de seis ruedas con un
único tripulante, embutido en su escafandra de astronauta. Jordi tiene que darse prisa para llegar al emplazamiento del
telescopio de 12 metros de diámetro, justo en el borde del cráter. Allá arriba
siempre da la luz del sol y una pantalla de cerámica protege al enorme aparato
de acabar achicharrado. El mecanismo se ha detenido, y conforme avanza el Sol
por el horizonte sobrepasará la protección y fundirá su delicada óptica. El
vehículo aparca a la sombra del observatorio y Jordi se apresura a destornillar una tapa y cambiar la pieza averiada.
-Vale, Jordi, ese trasto ya funciona otra vez
– le dicen desde la base.
Jordi conecta el ordenador de su vehículo al telescopio para
comprobar su funcionamiento correcto. Bajo un cielo cuajado de estrellas,
rodeado por la desolación, su vista se fija en el globo de la Tierra, que
parece apoyarse en el horizonte. Apunta el objetivo del instrumento al planeta
azul. La Península Ibérica está libre de nubes. Y Jordi reflexiona sobre la maravilla y la insignificancia de nuestro
mundo en medio del Cosmos. Por supuesto, no se ven las fronteras inventadas por
el ser humano. Anoche, el Telediari
Catalá le informó de la marcha del eterno problema de su país. Desde la
capital de la República, Ciutat
Puigdemont (antes conocida como Girona),
el Molt Honorable President Capdepera se lamentaba de que el Condado de
Barcelona había proclamado unilateralmente la independencia. Los dirigentes barcelonistas
quieren separarse de Catalunya,
transgrediendo la Constitució Catalana de
2025, y se quejan de que, durante el referéndum ilegal que han montado, han
sido agredidos salvajemente por los Moços
d’Esquadra que intentaban confiscar las urnas.
Jordi mira al firmamento, sobre su cabeza, y piensa que algún día los
nacionalismos serán considerados como delitos de insolidaridad. Se encoge de
hombros, sube a su vehículo y regresa a la base lunar donde le esperan sus camaradas
de varios países y razas.
Desde el Lado Oscuro de Shackleton no se
ven las fronteras.
Miguel Ángel Pérez Oca.
(500
palabras, sin título ni firma. )
1 comentario:
Insisto, ¡Genial!. Y como dije el otro día......el que se pique, que se rasque.
Eusebiet d´Alacant.
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