Hoy, en el diario Información de Alicante, ha aparecido este artículo mío que espero os guste. Aunque sospecho que no complacerá a todos, es la pura verdad, lo que siento en el alma.
Ahí lo tenéis:
EL NACIMIENTO DE UNA ESPERANZA.
Es
hermoso ver un nacimiento, de un ser vivo, de una idea, de una esperanza… Ver
cómo lucha por salir a la luz, cómo salva los obstáculos que intentan impedir
su desarrollo. Y ayudar a su gestación, dentro de nuestras posibilidades, sin
ánimo de protagonismo alguno, si no poniendo los intereses del pueblo por
encima de los propios. Es hermoso, muy hermoso.
Hace
tan solo unos meses me invitaron a participar en las primeras asambleas de
Guanyem Alacant, y acudí sin hacerme demasiadas ilusiones. Por aquellos días
también había ido a una asamblea fundacional de Podemos, y había estampado mi
firma de apoyo a ese movimiento que se ofrecía como renovador de una vida
política que me parece, a mí y a muchos otros, anquilosada, corrompida y nunca
desarrollada hasta sus últimas consecuencias democráticas. Pasar de una
dictadura a una democracia sin romper nada es casi imposible, a menos que se
esté dispuesto a sumir muchos pecados originales. Por eso, una vez completado
el ciclo histórico correspondiente y en plena crisis decepcionante y reveladora
de esos defectos congénitos, se impone un cambio profundo. Y ese cambio solo lo
puede dar una izquierda que haya estado ausente del amañado bipartidismo de la
llamada y ya excesivamente larga Transición.
Mucha
gente, incluidos muchos periodistas, no han sabido comprender el proceso de
gestación de este movimiento imparable de la nueva Izquierda. Aquí todo ha
surgido de abajo hacia arriba. Por mucho que Guanyem estuviera en principio promovida
por personas de IU, esa no fue nunca “la marca blanca” de esta formación
política. Desde un comienzo hubo en sus asambleas, estrictamente democráticas y
abiertas a todos, personas de muy variados orígenes, incluido de Podemos, o
como yo, rigurosamente independientes, aunque con objetivos comunes: Devolverle
la voz al pueblo, al que se privó de ella en la victoria franquista de 1939, y
solo se le devolvió con ciertos condicionamientos (monarquía no refrendada,
bipartidismo asegurado por astutas leyes y sistemas electorales, listas
cerradas, etc.) en el 78.
Ha
sido muy hermoso ver cómo la criatura nacía y se desarrollaba, espontáneamente,
desde asambleas libres y democráticas, donde aún se está gestando un programa,
unas candidaturas abiertas y libres, ajenas a las siglas. Donde al fin están
confluyendo fuerzas tan imprescindibles para este movimiento popular como
Izquierda Unida y Podemos, junto a muchos otros partidos y organizaciones ciudadanas
de parecido signo.
Y
es de lamentar que el personalismo y los dogmas de Compromís impidan la
confluencia, al menos en el ámbito local, de esta fuerza con el resto de formaciones
populares dispuestas a dar un vuelco a la marcha política de esta ciudad y este
país.
La
responsabilidad histórica de Compromís puede llegar a ser muy grave; y por
muchos argumentos exquisitos que esgriman sus intelectuales, no nos van a
convencer de que aquí, en la ciudad de Alicante, lo más probable es que no
saquen suficientes votos para tener una concejalía y, consecuentemente, los pierdan
para las fuerzas progresistas, regalándolas a la Derecha y haciendo posible que
se repita la penosa situación de hace 7 años, cuando con una mayoría de votos de
Izquierda, su división dio a la Derecha la mayoría de concejalías. Puede ser
que una grave miopía política les impida ver la realidad, pero me temo que son
otras las razones: los protagonismos propios de una visión obsoleta de la vieja
política.
Miguel Ángel Pérez Oca.
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