El tema de la Tertulia Literaria de la Bodega Adolfo se las traía : "¿Por qué existe algo pudiendo no existir nada?" Así que mi redacción también se las traía. Como siempre la leyó Miguel Sarceda. Tenedlo en cuenta al leer mi trabajo.
¿POR QUÉ EXISTE ALGUIEN PUDIENDO NO EXISTIR NADIE?
Me
llamo Miguel Sarceda y soy el lector habitual de esta tertulia… Bueno, eso ya
lo sabéis. Lo que no sabéis es que no lo estoy diciendo yo, sino que estoy
leyendo lo que ha escrito el autor de este relato… ¡Coño! Esto también lo ha
escrito el autor. Así que no lo digo yo… solo lo estoy leyendo, ¿vale? Me llamo
Miguel Sarceda, me llamo Miguel Sarceda, uno, dos, uno, dos. Bueno, ya está
bien, que yo no soy un robot, ¿eh? Que yo sé decir las cosas por mí mismo, y entonces
digo lo que pienso… pero ¡me cago en la puta!, esto también lo ha escrito ese
cabrón de… “el autor”. Vaya, entonces, todo lo que estoy diciendo, a pesar de
que digo que lo digo yo, lo dice él, el muy cabronazo.
Pero
– me dice el autor -, ¿cómo sabes que, así como tú lees lo que yo he escrito,
yo no he escrito esto al dictado de alguien? ¿Cómo sabes que ambos no actuamos
siguiendo los dictados de “algo” que está por encima de nosotros? ¿Cómo sabes
que yo soy libre y tú no? Y me recuerda una cita del viejo zorro Bertrand
Russell: “No tenemos ningún motivo para pensar que seamos otra cosa que un
enorme conjunto de billones de átomos que se comportan siguiendo las
ineludibles leyes de la Física ”.
Y si es así, cada uno de nosotros solo puede hacer, decir y sentir lo que
determina el resultado de todas las interacciones físicas de esos billones de
átomos que forman lo que llamamos “Yo”, quizá erróneamente. O sea, que a lo
mejor no hay nadie, ni tú, ni yo, ni ellos, si no que somos marionetas sin alma
cuyos hilos mueven las Leyes de la
Física , las puñeteras Leyes ineludibles de la Física , que determinan los
movimientos atómicos cuya suma es el resultado infalible de una inmensa
ecuación de un solo y único resultado: nuestra actitud de cada momento. Es como
si nuestra vida fuese una película que vemos en el cine, intrigados por un
final que en realidad ya está filmado y espera al término de la cinta para
aparecer en la pantalla y mostrarnos el desenlace que se le haya ocurrido a los
guionistas… Y nuestros guionistas son las leyes de la Física. Así que no
existe el libre albedrío. Todo está ya “filmado”, todo está escrito desde el
Big Bang, predeterminado desde el principio de los tiempos…
Bueno, que
conste que estoy leyendo lo que ha escrito “el autor” de esta jodida paja
mental, así que lo que digo no es de mi responsabilidad. Ni siquiera esto que
estoy diciendo ahora. O sea, que incluso al hacer esta objeción, estoy leyendo
lo que ha escrito el otro, el maldito otro, que a su vez es muy posible que
tampoco sea responsable de lo que ha escrito, porque no puede escribir otra
cosa que lo que dictan a sus átomos las cuatro fuerzas de la jodida Física. ¡Maldita
Física, hija de la gran puta!
Conque
“Por qué existe algo pudiendo no existir nada” ¿eh? Pues vaya faena que nos ha
hecho el nuevo contertulio proponiéndonos este tema, picando así a un cabrón racionalista
dispuesto a escribir lo que, según él, le dictan sus cochinas Leyes. Puestos
así, también podríamos preguntarnos qué coño somos en realidad y por qué el
universo se nos manifiesta. Podríamos preguntar qué es el tiempo y por qué
transcurre; qué pasó antes del Big Bang y que pasará después de la muerte; y podríamos
consolarnos pensando que, del mismo modo que los colores no existen fuera de
nuestra mente, ya que son la manera que tiene el cerebro de interpretar las
longitudes de onda de la luz, tampoco existe el tiempo, sino que es la forma
que tiene nuestro cerebro tridimensional de interpretar la cuarta dimensión del
espacio-tiempo… Y también podríamos preguntar, ya puestos, de qué sirve hacerse
preguntas que no tienen respuesta.
En
fin, que al autor de lo que estoy leyendo le ha debido sentar mal el vino
turbio. Porque, joder, qué diarrea mental le ha dado. Y claro, como soy médico,
querrá que se la cure obligándome a leer todas estas chorradas… Pues que se la
cure Margarita, que para eso es su médica de cabecera. Hasta ahí podíamos
llegar.
“Por qué
existe algo pudiendo no existir nada…” ¡No te jodes!
Miguel Ángel Pérez Oca.
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