Me acabo de enterar de que el PSOE va a expedientar a Pablo Rosser y a Pablo Reig por criticar en público las decisiones de la Ejecutiva Local del partido, liderada extraoficialmente por Ángel Franco. La indignación me ahoga, no puedo consentir más atropellos a la democracia por parte de unos individuos que no solo están suicidándose políticamente, sino que están matando al PSOE. Conseguirán acaparar unos cuantos sillones en la oposición eterna a cambio de destruir su propio partido, de traicionar al socialismo y de sumirnos a todos en la noche oscura de la derecha casposa neo liberal y criptofranquista, al menos en Alicante. A mí que Franco (éste o el otro) se suicide me da igual, pero que arrastre en su agonía estúpida a "mi" PSOE, no se lo voy a perdonar nunca. En cuanto a Echévarri, está claro que la ambición ciega a los imprudentes. Echévarri será Alcalde de Alicante cuando yo sea Obispo de Orihuela. Aunque a lo mejor se conforma con llegar a ser portavoz del grupúsculo socialista (tres o cuatro concejales) en nuestro Ayuntamiento. Más le valdría presentarse por Unió Valenciana. Qué pena de gente.
En fin, os pongo un artículo que hace una semana mandé al Información y que no me han publicado. Quizá piensan que el tema ya no tiene actualidad. Humildemente, creo que se equivocan y que el tema va a traer cola para rato, para años, quizá. Además de que se trata de un asunto de permanente vigencia: Se trata, nada menos, del respeto que los partidos políticos deben a sus votantes, o sea, al Pueblo Soberano.
Ahí va:
A VER SI ME ENTIENDE USTED.
Sí, sí, usted, que
parece no entender mis argumentos en contra del “golpecito de estado” que se
dio hace unos días en el Grupo Socialista del Ayuntamiento de Alicante. Voy a
ver si puedo explicarme con un sencillo ejemplo de la vida cotidiana en nuestra
sociedad de consumo. Imagine usted, si es tan amable, que va a unos grandes
almacenes a comprar una nevera, y el vendedor le oferta una de marca alemana
con grandes prestaciones y un buen precio. Le parece a usted muy bien y la compra,
la paga con su tarjeta de crédito y encarga que se la lleven a su domicilio.
Pero al día siguiente los servicios de transporte de los grandes almacenes le
llevan otra nevera distinta, de marca italiana, que nada tiene que ver con la
que usted había comprado y pagado. Naturalmente, usted llama de inmediato al
vendedor y le dice que no quiere la nevera que le han servido, porque no es la
que usted adquirió. El vendedor intenta convencerle de que la que le han
enviado es más barata y tiene mejores prestaciones; pero usted se niega a hacer
el cambiazo, del que sospecha turbios intereses comerciales por parte de su
proveedor. Pero éste se muestra inflexible, ordena a los del transporte que le
dejen la nevera italiana en su domicilio y se niega a servirle la comprada por
usted. Claro, usted monta en cólera y requiere los servicios de un abogado, y
con la factura y el albarán en la mano acude al juzgado de guardia a denunciar
el fraude. Porque de un fraude se trata. Y está usted en todo su derecho,
¿verdad?
Entonces,
¿por qué no entiende mis argumentos contra el golpecito político de marras?
Mire usted: El proveedor, en este caso, es la Ejecutiva Local del PSOE, la
mercancía a comprar es la lista presentada por el PSOE en las últimas
elecciones municipales, y el precio es mi voto. Yo soy el cliente, y el
cliente, ya lo sabe usted, siempre tiene razón. Lo que yo he comprado con mi
voto es la lista que se presentó y en el orden en que se presentó. Si hubiera
obtenido una mayoría que le permitiese gobernar, Elena Martín debería ser la
nueva alcaldesa, y si no se alcanzaba la mayoría, como en realidad ocurrió,
Elena Martín debería ser la cabeza del Grupo Socialista en la oposición. No hay
vuelta de hoja: esa es la “nevera” que yo compré. Y ahora, la Ejecutiva Local,
o sea el “vendedor de neveras”, me dice que cambia a Elena por Ull como
portavoz municipal, que le quita el sueldo y el cargo al hasta ahora portavoz
adjunto Gabriel Moreno, que tira a la calle a Rosser y que yo, el votante, es
decir, el cliente, no tengo nada que reclamar al respecto. Bueno, pues puede
que legalmente no tenga derecho a denunciar en un juzgado lo que para mí es,
indiscutiblemente, un fraude político - lo que demuestra, entre otras cosas, lo
precario de nuestra democracia y la falta que hace una reforma de la Ley
Electoral -, pero nunca más le compraré otra “nevera” a ese “vendedor”.
¿Estamos? Que yo no le regalo mi voto a nadie.
Pues,
eso.
Miguel Ángel Pérez Oca.
P.D.
Si hubiera
listas abiertas otro gallo nos cantaría.
(Dedicado
a Ximo Puig y a quienes
corresponda,
para que espabilen).