sábado, 18 de junio de 2011

EN LA TORRE DE MARFIL






Todavía el viento me trae las cenizas, no sé si del volcán de la Patagonia o del incendio de la Izquierda Total en las últimas elecciones. Todavía me lamo las llagas de los zarpazos recibidos por expresar mi inquietud por la suerte de la Izquierda Posible, más allá de las estrategias utópicas. Todavía no me apetece salir a la calle y ver venir de cara a quien creo que está equivocado y sé que piensa que el equivocado soy yo. Todavía me duele comprobar que vivo entre un pueblo capaz de votar mayoritariamente a gentes sobre las que recaen fundadas sospechas de corrupción. Todavía no quiero pensar si los que han votado a los indignos son tontos o amorales, si pertenecen a un pueblo enfermo, como el alemán que votó a Hitler, o a un pueblo anestesiado por la televisión y los periódicos vendidos a sus patrocinadores más o menos ocultos. Todavía no quiero pensar en la suerte que le espera a este mundo bajo la férula del Capitalismo incontrolable, ecologicida, infanticida, pauperricida. Todavía no soy capaz de pensar en los economistas sin perder los estribos y pedir a gritos que se cierren todas las facultades de Economía, todas las Bolsas, todos los bancos privados, todas las clínicas privadas, todas las trampas privadas. Todavía no soy capaz de reflexionar sobre lo inútil que resulta hacer una revolución para imponer una pretendida "dictadura del proletariado", que acaba pariendo millonarios nacidos de la "Nomenklatura". Todavía no me apetece bajar al mundo y avergonzarme de ser un "homo sapiens". Todavía no quiero recordar la vieja frase de mi abuelo, el sabio: "Si els fillsdeputa volaren mai es vería el Sol", ni la otra: "Ih'a mes tontos que fillsdeputes, que ja es dir". Todavía no quiero contemplar el paisaje postelectoral y ver en qué queda el Movimiento Quincemayista, quiénes son de verdad quincemayistas y quiénes intentan apropiarse de ellos con tácticas oportunistas o desvirtuadoras y violentas. Todavía no quiero pensar en las próximas Elecciones Generales y ver venir el Armageddon tras ellas. Todavía no me siento preparado para juzgar. Todavía no quiero pararme a pensar que lo aprendido me ha hecho más viejo y no sé si más sabio, y reconocer que no se puede ser viejo y optimista. Todavía no, todavía no.

Así que aquí estoy, refugiado en mi torre de marfil, con puertas y ventanas cerradas a cal y canto, con la vista clavada en mi ombligo y la cabeza reposada sobre mis puños cerrados, apoyado de codos sobre la mesa de mi ordenador. Pienso, luego existo, dijo Descartes, y, lamentablemente, siguió hablando para decir alguna tontería que otra. Yo también voy a pensar en cosas que quizá, como único fruto, me harán decir grandes tonterías. Y voy a perseverar en ello porque todavía no me atrevo a vivir. Estoy leyendo dos libros, uno es "LA NUEVA MENTE DEL EMPERADOR", de Roger Penrose, un brillante y egocéntrico matemático y físico británico que nos deslumbra con su libro de 600 páginas que empieza diciendo que "un ordenador jamás tendrá una mente consciente", y termina, después de un inútil paseo por la Relatividad, la Mecánica Cuántica, el teorema de Gödel, la máquina de Turing, las teselas, los microtúbulos, las reflexiones de dudoso cientificismo sobre la evolución darwiniana, y la Biblia en pasta y tántas otras florituras, con la conclusión de que "un ordenador jamás tendrá una mente consciente"; lo que ya había demostrado al principio con el incuestionable ejemplo de la "habitación china", que no es suyo sino de John Searle. El otro libro es "EL MISTERIO DE LA CONCIENCIA", del mencionado John Searle, un filósofo que va al grano y que trata la cuestión de la conciencia sin florituas innecesarias. Y es que el "yo" y el "ego" no siempre son compatibles. Bueno, pues cuando me haya documentado, leyendo los libros que sea necesario (estoy dispuesto al sacrificio) trataré de aclararme a mí mismo qué soy yo, exactamente (nada menos). Si el resultado es medianamente satisfactorio, escribiré un ensayo (no sé si dará para un libro), en el que me dedicaré a reflexionar objetivamente sobre lo subjetivo. Si para entonces aún no me he vuelto loco y consigo que cicatricen mis heridas políticas, a lo mejor dejo mi torre y salgo a la calle, no sé si para saludar de nuevo a mis congéneres o para mandarlos definitivamente a la porra.

Perdonadme, es que aún padezco alucinaciones y fiebre, después de mi terrible ataque de vergüenza ajena... y propia.

Qué le vamos a hacer.

Os quiero a pesar de todo.

Miguel Ángel Pérez Oca.

4 comentarios:

Begoña dijo...

Ánimo Miguel!! Hay que salir de la torre, no hay de qué esconderse. Son ellos y ellas, con sus corrupciones, con sus mangoneos y sus tiranías los que deberían agachar la cabeza. Aquí hemos fallado todos, unos por lo que son y otros por lo que sienten, pero nunca hay que dejar que "ganen los malos en la peli" aunque esto sea ya una saga. No nos deben silenciar ni se deben alegrar de que nos escondamos. Quizá conforme me hago mayor vuelvo a retomar la energía de la adolescencia, quizá el que seré madre en breve me motive para no querer dejarle este mundo como está a mi hija, no sé, creo que aún quedan fuerzas para regenerarse y retomar la lucha. No te rindas.

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

Gracias, Begoña, por tus ánimos. Alguna vez deberíamos hablar y te contaría mis desventuras electorales y demás sainetes y situaciones ridículas. No sabes cómo me han decepcionado algunas personas que yo tenía como referente moral. En fin, así son las cosas. De todos modos, ayer oì el discurso de José Luis Sampedro, que a sus 96 años es el más joven de los quincemayistas. Qué tío más grande, y es que tiene sus años, pero es joven, muy joven. Lo envidio.
En cuanto a la segunda parte de mi artículo, estoy muy ilusionado en escribir ese ensayo que quería abordar haca ya muchos años y que, en la situación de rechazo en la que me encuentro, es un buen trabajo para dejar que se curen las heridas.
Volveré, te lo prometo, pero un poco más cauto, que ya lo decía mi abuelo...
un beso.
miguel Ángel Pérez Oca.

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

Ah, Begoña, y enhorabuena por la próxima venida de tu hija. Como yo ya soy mayor, las alegrías me las dan los nietos. Mi nieta Sara me alegra la vida todos los días y muy pronto vendrá un niño o niña (todavía no sabemos su sexo) de mi hija Marina. Por ellos y ellas vale la pena que no nos dejemos amilanar.
Un beso y felicidades.
Miguel Ángel Pérez Oca.

Pilar dijo...

Comunicador ¡no te rindas!, tienes mucho que decir y hacer todavía y nos interesará saber qué has descubierto en tu propio ombligo ¡de veras!. Por mi parte te acompañaré en el camino por muchos años ya que ese santo de las llaves no va a dejarnos pasar tan pronto porque no quiere Despertonitas en su nube ni el de los cuernos y el Fuego Eterno tampoco, ¡podríamos apagarle las calderas!. Besets. Pilar