viernes, 12 de marzo de 2010

COGIDA





Bueno, pues ahí os pongo otra interesante reflexión de mi amigo JOAQUÍN BOTELLA, iconoclasta donde los haya; y al que le pique que se rasque.

COGIDA

Hace unos días, escuché a la Presidenta de la Comunidad de Madrid citar a una serie de justamente renombrados pintores y escritores cuya obra había festejado ese espectáculo de bárbaros que es el suplicio público del toro, omitiendo, sin embargo, a otros que, desde el otro lado de la barrera, no les van a la zaga en prestigio, como son Quevedo, Jovellanos, Racine y, sobre todo, Larra, cuyo artículo “Corridas de toros”, con una tradición ya de casi dos siglos, sigue hoy sin tener desperdicio. Por ejemplo: “…han enriquecido considerablemente estas fiestas una porción de medios que se han añadido para hacer sufrir más al animal –obviamente se refiere a las banderillas y demás instrumentos para torturar al toro- y a los espectadores racionales…” , es éste último calificativo el que quiero ahora destacar, racionales, porque carece de toda lógica, es absurdo, que una sociedad que considera tan reprobable el maltrato a los animales que no sólo lo castiga con multas administrativas muy graves, sino que llega a considerarlo delito -por el cual los criminales son condenados, según el artículo 337 de nuestro Código Penal, con “…la pena de prisión de tres meses a un año e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales”-, no sólo permita, sino que celebre la muerte “con ensañamiento y aumentando deliberada e inhumanamente el dolor” de los toros, por decirlo con las mismas palabras que el Código Penal utiliza para diferenciar el homicidio del asesinato.

¿Cómo podrán florecer en nuestros hijos las palomas de Fray Luis de León, si las regamos con la sangre del albero?
Lirismos al margen, y sintiéndolo mucho, me parece a mí que ésta es una guerra perdida, pues si ya Isabel la Católica “trató de exterminarlos, y juzgó imposible el conseguirlo”, no creo yo que se vayan a prohibir los cuernos bajo la corona de “nuestro actual Soberano (que Dios guarde)”, como dijo Larra, y mucho menos aún un país como el nuestro, donde, como dijo Machado (si por citas, Sra. Presidenta, que no quede): “de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.

JOAQUÍN BOTELLA.

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