lunes, 23 de mayo de 2011

FELICIDADES, SEÑORA CASTEDO.






Mientras me lamo las heridas y trato de analizar lo que sin duda es una catástrofe electoral para la Izquierda que durante esta campaña he defendido y defenderé siempre, y que me ha costado cicatrices en el alma y enemistades que me duelen más que las heridas, me apresuro a ser cortés y reconocer noblemente el triunfo de quien va a ser mi Alcaldesa durante los 4 próximos años.

Felicidades, señora Castedo, sinceramente, sin dobleces y sin rencores. Va usted a tenerlo muy fácil. Con una oposición debilitada y, lo que es peor, dividida, podrá usted gobernar como le dé la gana. Y eso es peligroso, se lo advierto con el corazón en la mano, que en este país las mayorías aplastantes son muy arriesgadas. Porque, precisamente, el hecho de que usted va a poder hacer lo que quiera en nuestro ayuntamiento y en nuestra ciudad, va a ponerla en la tesitura de ser considerada la única responsable de la marcha de esta comunidad que, mayoritariamente, la ha elegido. Todo lo que pase, sea o no culpa o mérito suyo, se le va a achacar a usted. Cualquier decisión que adopte, será de su sola incumbencia. Y la gente es muy voluble, sobre todo, cuando lo pasa mal. Que se lo digan al pobre Zapatero.
Tengo la impresión de que, hasta ahora, era usted Alcaldesa por sustitución, y como tal, deudora de compromisos anteriores. Ahora, su único acreedor es el pueblo de Alicante. Por eso tiene usted, a partir de hoy, la oportunidad de demostrarnos definitivamente su amor a Alicante, la firmeza de sus convicciones y la calidad de su persona. Sinceramente, le deseo lo mejor, y lo mejor es que sepa usted mostrarse digna de la confianza que le han entregado los alicantinos.
Lo dicho: Felicidades, señora Castedo.

Miguel Ángel Pérez Oca.

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