jueves, 30 de abril de 2009

LOS TELESCOPIOS DEL ASTRÓNOMO AFICIONADO.


El próximo miércoles, en INFORMACIÓN TV, en el programa de la tarde que lleva Ana Antolín, hablaremos de telescopios, para lo que llevaré mi reflector de 200 mm. que uso habitualmente. Os pongo el artículo que sevirá de guión a la charla.


LOS TELESCOPIOS DE AFICIONADO.

No podríamos imaginar a un astrónomo sin verlo al lado de su telescopio. Sin embargo, hasta que Galileo, en 1609, utilizó este aparato para observar de cerca de los cuerpos celestes, los astrónomos solo utilizaban aparatos – esferas armilares, astrolabios, cuadrantes, triquetrums – que les permitían fijar la posición de los astros en la esfera celeste. Hasta Galileo, la única Astronomía que conocían los astrónomos era la Astronomía de Posición. Conforme los telescopios se han ido perfeccionando y agigantando, han adquirido unos precios y necesitando unas instalaciones prohibitivas para los particulares. Y así ha surgido la figura del astrónomo aficionado, o “astrófilo”, amante de los astros, persona cuyo amor e interés por el Universo no se corresponde con una dedicación profesional ni con unos títulos académicos adecuados, y que utiliza para sus observaciones telescopios modestos. Sin embargo, estos aficionados tienen un importante papel en la Astronomía; son, por ejemplo, los que descubren la mayoría de los cometas, y auxilian a los profesionales en multitud de investigaciones y trabajos, para los que el profesional no tendría tiempo ni podría utilizar las carísimas pero escasas instalaciones de los grandes observatorios. Se trata de observaciones y trabajos que la Ciencia necesita y que el aficionado puede aportar con sus más baratos y modestos, aunque no malos, instrumentos.
Los telescopios de aficionado, aunque más modestos en tamaño y prestaciones, son muy parecidos a los grandes aparatos de los observatorios oficiales, aunque a una escala más reducida.
El telescopio más antiguo y sencillo es el llamado refractor. Es el clásico catalejo de los viejos navegantes y piratas. Se trata de un tubo con una lente o sistema de lentes como objetivo, colocado delante y el porta oculares detrás. La luz del objeto observado entra por delante, se concentra por la refracción producida por la lente objetivo hasta alcanzar su longitud focal, punto en el que debe coincidir la longitud focal del ocular. Los aumentos conseguidos son el resultado de dividir la longitud focal del objetivo entre la longitud focal del ocular empleado. A más corto foco del ocular, más aumentos. Pero no siempre interesa conseguir mayores aumentos, sino más luz, y a mayores aumentos menor luz.
Los reflectores, o “Newton”, por ser este telescopio invento del eminente físico inglés, es un aparato con un espejo parabólico en su fondo. La luz entra por la abertura anterior, rebota en el espejo concentrándose hacia delante en el punto de su longitud focal, pero antes de llegar a dicho punto, y con el fin de que la cabeza del observador no obstruya la entrada de la luz, se desvía en un ángulo de 45 grados por efecto de un espejito secundario plano. El porta oculares está a un lado, en la parte anterior del telescopio.
Dado que un espejo es más barato que una lente, y su curvatura puede ser mucho mayor, se necesitaría un refractor mucho más costoso y grande que un reflector de las mismas prestaciones. Por eso, el telescopio reflector es mucho más utilizado que los refractores por parte de los astrónomos aficionados.
Hay una tercera clase de telescopio, el catadióptrico, que es un híbrido de los dos anteriores. Es un tubo corto, compacto, con una lente delante y un espejo detrás, en cuyo interior la luz efectúa tres viajes. Eso hace que el tubo sea tres veces más corto que su equivalente reflector clásico. La luz entra por delante y se empieza a concentrar por efecto de la lente; después, rebota en el espejo y se concentra todavía más, mientras vuelve hacia delante, donde rebota en un pequeño espejo secundario, para salir hacia atrás por un agujero central en el espejo principal, detrás del cual está el porta oculares. Según la lente empleada puede ser Macksutov o Schmidt-Cassegrain. En ambos casos es un telescopio más transportable pero mucho más caro que un reflector.
Sobre el tubo telescópico suele montarse un pequeño refractor, con una cruceta en su ocular de pocos aumentos y mucho campo, que sirve como buscador, para encontrar el objeto a observar. También su puede aplicar un apuntador laser.
Los telescopios, independientemente de su clase, se puede colocar sobre distintas clases de montura, que es el aparato mecánico que le da la movilidad que permite apuntar a los cuerpos celestes.
La montura más sencilla es la azimutal, que permite movimientos en vertical y horizontal. Puede ser de horquilla, Dobson, etc. La montura más barata y sencilla es la Dobson, una especie de cajón puesto sobre una superficie de railite para sus movimientos horizontales y dos muescas forradas de teflón sobre las que resbalan dos ruedas de aluminio fijadas al tubo telescópico, que le permiten los movimientos verticales.
La montura ecuatorial tiene un eje que apunta al Norte celeste, o sea a la Estrella Polar – más o menos -, así que los movimientos “horizontales” y “verticales” de esa clase de montura coinciden con las coordenadas celestes Norte-Sur y Este-Oeste, en lo que se llama Declinación y Ascensión Recta. También hay varias clases de montura de estas características: de horquilla, de pesas – alemana - , etc.
Todas las monturas pueden llevar motores que permitan el seguimiento automático del cuerpo observado. En el caso de la montura ecuatorial, basta con un motor que dé una vuelta completa cada 24 horas, en sentido contrario a la rotación de la Tierra. En el caso de las monturas acimutales deberían tener dos motores para los movimientos verticales y horizontales conectados a un programa informático que regule el seguimiento. Es el sistema que hoy día también adoptan los grandes telescopios profesionales.
Muy importantes también son los accesorios. Los oculares, que son sistemas de lentes detrás de los cuales se coloca el ojo o los instrumentos del observador. Los filtros, que facilitan la observación, atenuando o modificando la luz recibida. Los oculares astrométricos, fotómetros, espectrómetros, cámaras fotográficas o CCD, sistemas informáticos, etc. Depende de la finalidad que el aficionado quiera dar a su telescopio, que aplique determinados accesorios, cuyo precio es muy variado.
En la fotografía de Federico Pastor que he puesto en la cabecera de este artículo, se pueden ver distintas clases de telescopio, la mayoría de mi propiedad, que se exhibieron en el Puerto de Alicante con motivo de las “100 horas de Astronomía” que la Agrupación Astronómica de Alicante organizó recientemente por ser éste el Año Internacional de la Astronomía.

Miguel Ángel Pérez Oca.
30-4-2009

lunes, 27 de abril de 2009

¡EL FIN DEL MUNDO ESTÁ CADA VEZ MÁS CERCA!

Efectivamente, cada día que pasa falta un día menos para el fin del mundo. Qué cosas. Bueno, pues ya sabréis que los miércoles, a eso de las 19,45 salgo en INFORMACIÓN TV, en el programa de Ana Antolín, hablando de cuestiones astronómicas. Y esta semana hablaremos del FIN DEL MUNDO, desde la óptica de la Ciencia.

Primero, deberemos ponernos de acuerdo en qué entendemos como Fin del Mundo. Podemos llamar así a una catástrofe que convierta nuestro planeta Tierra en un mundo sin vida; o, quizá, en un mundo con vida, pero donde la especie humana haya desaparecido. También podemos llamar Fin del Mundo a la extinción de la vida en nuestro Sistema Solar, a causa de la muerte de nuestra estrella particular, el Sol. Y por último, podemos dar esa denominación al final de todo el Universo.
Vayamos por partes. Nuestro mundo podría dejar de ser el cobijo de la vida, o al menos de la vida inteligente – si es que de verdad somos inteligentes -, por culpa de nuestras propias imprudencias y abusos sobre la Naturaleza. Una guerra nuclear o el envenenamiento del medio con sus secuelas de calentamiento global y destrucción ecológica podrían acabar definitivamente con nosotros. Es imprescindible que nos concienciemos y trabajemos para evitarlo. También, la vida podría extinguirse en nuestro planeta Tierra por una catástrofe natural más o menos imprevisible. El impacto de un asteroide o cometa lo suficientemente grande como para provocar una destrucción superior a la que ocasionó el cuerpo de 11 kilómetros de diámetro que acabó con los dinosaurios – y casi todas las especies vivientes entonces – hace unos 65 millones de años, o la explosión de una supernova demasiado cercana podrían acabar con la vida en nuestro planeta. Por esa razón, se ha organizado una red de vigilancia astronómica en busca de cuerpos que pudieran impactar con la Tierra, lo que una tecnología en pleno desarrollo podría evitar en breve plazo. Paradójicamente, los explosivos nucleares pueden salvarnos y también destruirnos. Depende, como casi todo, del uso que hagamos de ellos. En cuanto a las supernovas, de momento, no se conoce ninguna estrella cercana que pueda explotar en un futuro predecible.

A un plazo previsiblemente muy largo, dentro de más de 4.000 millones de años, el Sol se convertirá en una gigante roja, se hinchará y aumentará su temperatura hasta calcinar los planetas telúricos más cercanos. Para entonces, si hay seres humanos, o ultra humanos, en la Tierra, tendrán que emigrar a los satélites de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, en busca de climas más benignos. Pero solo por unos pocos millones de años, porque a partir de entonces la muerte del Sol estará ya muy cerca.

El sol es una estrella modesta que no explotará nunca como supernova. Una vez que termine de convertir el hidrógeno de su núcleo en helio, tendrá una breve vida brillante, mientras convierte el helio en carbono. Se hinchará como gigante Roja y ya no irá más lejos. Las capas exteriores de su atmósfera serán expulsadas al espacio exterior y en su corazón dejará de haber reacciones nucleares. Entonces se encogerá hasta adquirir el tamaño de un planeta y se convertirá en una enana blanca, un rescoldo de lo que un día fue una estrella, que se irá apagando lentamente, muy lentamente, por miles y miles de millones de años, hasta llegar a ser una enana negra, un definitivo cadáver estelar. Si la Tierra no ha sido engullida por el Sol en su etapa de Gigante Roja, permanecerá girando alrededor de su fallecida estrella madre, como un mundo helado y oscuro, tan muerto como ella.
El fin del Universo es otra cosa. Ya sabéis que el Universo, según los más acreditados cosmólogos, nació de una explosión gigantesca, en la que se creó el espacio, el tiempo, la energía y la materia. No se puede representar esta explosión porque no se la puede imaginar de ningún modo vista “desde fuera”, porque no hay “fuera” en el Universo. Así que también es absurdo preguntarse “donde” ocurrió el Big Bang; ocurrió en todas partes y en ninguna; porque nuestro Cosmos es un “todo autocontenido”. Tampoco se puede especular en lo que había “antes” del Big Bang – la Gran Explosión inicial – porque tampoco hubo “antes”; ya se ha dicho que en el Big Bang se creó el tiempo y el espacio, que desde entonces no hace más que crecer. De ahí que las galaxias se pasen la vida distanciándose unas de otras en un Universo en expansión.
¿Terminará algún día esa expansión? Pues, no se sabe con certeza, ya que depende de la masa total del Universo y de conceptos tan exóticos como la “materia oscura” y la “energía oscura”. Dicen los cosmólogos que todo lo que vemos en el Universo representa solo un 4% de la masa total. Lo demás, no sabemos qué es. La materia oscura representaría un 22% y la energía oscura, un 74%. O sea que casi no sabemos nada de nada. Hasta hace poco se creía que la expansión del Universo iba decreciendo en su velocidad, frenada por la gravedad de toda la masa universal y que en un futuro no determinado, la expansión se detendría y todo el Cosmos volvería a encogerse a velocidad creciente hasta hundirse en una singularidad, un gigantesco agujero negro, el Big Crunch, el equivalente inverso al Big Bang. Después, algunos proponían que el ciclo se repetiría eternamente, siendo infinitos los ciclos anteriores y posteriores al actual. Resultaba un modelo muy elegante, incluso coincidente con la mística oriental donde se representa al tiempo como una rueda… Pero, para que eso sucediese hacía falta una masa muy superior a la que podía percibirse. Fue cuando se acuñó el concepto de “Materia Oscura”, que parecía detectarse en los alrededores de las galaxias y hacía posible que estas pudieran girar a la velocidad que lo hacen sin desparramarse por la fuerza centrífuga.
Sin embargo, no parecía encontrarse suficiente materia oscura, por otro lado de composición y propiedades desconocidas, para frenar la expansión universal. Así que si esta no cesaba y continuaba por toda la eternidad, el Universo estaba condenado a irse apagando, conforme se fueran agotando las reservas de gas y polvo galáctico para crear nuevas estrellas. La Entropía iría nivelando los caudales de energía hasta producirse la parálisis energética, la muerte térmica. Al final, después de un periodo largísimo de cientos de miles de millones de años, todas las estrellas se apagarían, los planetas morirían y la vida no podría permanecer sin el calor de sus soles. En el futuro nos aguardaba un cielo negro, helado y muerto.
Y ahora resulta que las últimas observaciones de supernovas de Tipo I han demostrado que el Universo se expandía antes más lentamente que ahora, y para explicarlo, los cosmólogos y físicos teóricos se sacan de la manga la “energía oscura”, una extraña fuerza que curva el espacio-tiempo más allá de las exigencias de la masa, creando una especie de gravedad negativa, de repulsión universal que impulsa al Universo a expandirse de manera acelerada, cada vez más deprisa. El final previsible, nos dicen, es que dentro de unos veintitantos mil millones de años, ocurrirá el Big Rip, el desgarro final, cuando el espacio – tiempo se rompa, cuando la expansión alcance velocidades cercanas a la de la luz. Primero las galaxias desaparecerán de nuestro horizonte, después serán las estrellas las que se perderán en nuestro cielo, nuestro Sistema Solar se disgregará, la Tierra estallará y los átomos acabarán desintegrándose. Ni siquiera habrá un espacio vació, ni siquiera habrá una Nada donde situar ese vacío, ni siquiera habrá un tiempo donde transcurra la Eternidad…
Y es que los cosmólogos y los físicos cuánticos, relativistas y de supercuerdas andan hechos un lío. A fuerza de querer explicar lo inexplicable, están haciendo trampas. Son demasiado impacientes para reconocer que hay que esperar a que la Naturaleza nos de algún indicio. Quizá hemos llegado a nuestro horizonte mental y tratar de comprender el Universo a estos niveles es como si una gallina quisiese aprender a multiplicar. Nuestro cerebro solo tiene tres dimensiones y los físicos de supercuerdas están trabajando con hipótesis de quince o veinte dimensiones enrolladas en unas hipotéticas mónadas espaciales, integrantes de Universos Membrana invisibles, que no pueden ser probados, que no pueden ser experimentados. Quizá todo ese panorama tan aterrador solo sea el producto de nuestra incapacidad para ir más lejos en la comprensión de la Naturaleza, quizá necesitamos ya un nuevo Newton o un nuevo Einstein para que nos muestre el camino, que ojalá sea más sencillo que las elucubraciones de estos teóricos cuya filosofía descabellada, para la que no están preparados, no les deja ver lo que algún día podríamos considerar evidente. Ya les pasó a los cosmólogos medievales, empeñados en construir más y más epiciclos, ecuantes, excéntricas y demás trucos matemáticos, en lugar de aceptar que Aristóteles estaba equivocado y las órbitas de los planetas no son círculos perfectos en el reino de la Quinta Esencia, sino elipses calculables fácilmente con las tres sencillas Leyes de Kepler. Ojalá sea así, porque como todo esto pueda ser probado con evidencia científica y obtengamos la seguridad de que nuestro Universo va a tener un futuro tan terrible, aunque sea para dentro de veinte mil millones de años, no sé si la Humanidad podrá aceptarlo o acabará extinguiéndose víctima de la depresión existencial.
A ver si descubrimos algún planeta con vida inteligente, más avanzada que la nuestra, y un amable Alien nos aclara esto, antes de que nos volvamos locos.
Miguel Ángel Pérez Oca.
27-4-2009.

miércoles, 22 de abril de 2009

UN AGNÓSTICO EN SANTA FAZ (Mi punto de vista).


Seguramente, la Santa Faz de Alicante es un icono, un icono en sus dos acepciones:
Es un icono bizantino, llegado a Roma tras la caída de Constantinopla en manos de los turcos, y regalado por un cardenal a mosén Pedro Mena. De tratarse de una verdadera reliquia de Jesús, no hubiera salido nunca de la Santa Sede, ni el padre Mena la hubiera tenido guardada en un baúl como un simple souvenir de su viaje a Italia. Así que la leyenda de la Verónica, cuya historia no aparece, por cierto, en los evangelios, surge a raíz de una rogativa que se llevó a cabo en nuestra huerta de la Condomina con motivo de una sequía. El sacerdote que portaba el lienzo perdió las fuerzas a la altura del actual caserío y eso se interpretó como un mensaje divino, alrededor del cual surge el monasterio.
Pero la Santa Faz también es un icono en el sentido simbólico de seña de identidad de los alicantinos; como nuestra Cara del Moro, o como la Dama de Elche para los ilicitanos. Yo, que nunca he sido creyente, voy a la Santa Faz desde los años cincuenta en que acompañaba a mi padre. Entonces, la comitiva oficial organizaba una cuchipanda privada en la finca Lo de Díe, y eran unos pocos miles los peregrinos, que cabían todos en el descampado que hay detrás del Monasterio. Nada que ver con los más de cien mil que van ahora. Y es curioso que conforme ha ido bajando la práctica religiosa en nuestro país, ha ido creciendo el número de alicantinos que peregrinan a la Santa Faz. Pero es que, con todos mis respetos para los católicos practicantes, somos muchos los que no hacemos de esto un acto religioso sino lúdico. Allí nos sentimos todos muy alicantinos y nos gusta compartir el desayuno de bocata, fabes tendres i bon ví con los paisanos, recorrer los puestos para comprar pan de higo y alguna campanita de barro y volver a casa sin haber entrado en el templo ni haber oído misa en la plaza, que está llena con creces de fieles que han acudido por motivos religiosos; que también son muchos, pero no la mayoría.
Las cosas son así, al menos para mí, aunque cada cual es muy dueño de pensar y creer lo que quiera.

Miguel Ángel Pérez Oca.

domingo, 12 de abril de 2009

REFLEXIÓN ACERCA DE SARA.


Sara nació ayer, a las 0,20 horas de la madrugada. Según las expectativas de vida actuales, podría muy bien presenciar la llegada del siglo XXII, dentro de 92 años. ¿Qué cosas podrá ver Sara que nosotros, por imperativo biológico, ya no conoceremos? Podrá ser testigo de maravillas o de monstruosidades; podrá, con toda su generación, vivir en un mundo perfecto, justo y feliz o en una época de injusticias, violencia y pobreza. Depende de nosotros, depende de nuestra generación. Ojalá nunca demos a Sara ocasión de reprocharnos que le hemos legado un planeta empobrecido, envenenado y lleno de desigualdades y deudas pendientes; ojalá, porque si un día lo hace, tendrá razón y todos los que ahora decidimos con nuestro voto y nuestras opiniones, con nuestras acciones y nuestras indiferencias y cobardías, deberemos avergonzarnos. Se dice que la diferencia entre una persona conservadora y otra progresista es que la primera quiere dejar a sus hijos inmensas fortunas para que vivan mejor que los demás, mientras que la segunda prefiere legar a toda la generación siguiente un mundo justo y pacífico, y un Estado que vele por sus ciudadanos. Yo, desde luego, no aspiro a que Sara, cuando crezca, sea una mujer rica y poderosa. La prefiero ciudadana de un Estado que cubra las necesidades de todos y vele por la paz en el mundo. Espero que ella nunca se deje engañar por los que venden muerte y estupidez en envases engañosos, ni por los que defienden los intereses de los privilegiados y mienten para obtener los votos de sus siervos económicos. En cuanto a nosotros, creo que tenemos sobre nuestras conciencias un enorme peso de responsabilidad, porque cada despilfarro que hacemos hoy se lo estamos robando a las generaciones siguientes; y cada abuso que comete nuestra sociedad a costa de las necesidades de los pobres del Tercer Mundo es una deuda de odio y de indignación que dejamos pendiente y que nuestros descendientes tendrán que pagar.
Sara, sé buena, justa y sabia y no te fíes demasiado de nosotros.

Miguel Ángel Pérez Oca.
12-4-2009.

sábado, 11 de abril de 2009

MI NIETA SARA.




Os presento a mi nieta Sara, mi primera nieta, hija de mi hija Laura y de su compañero Riki, que ha nacido hoy a las 0,20 horas. Me pregunto qué cosas maravillosas llegará a conocer y qué aventuras le depara el futuro, y le deseo que llegue a vivir en un mundo donde el fanatismo, la violencia, la injusticia y la ignorancia sean solo recuerdos de una época desgraciada y ya superada de la Humanidad.


Así sea.

viernes, 10 de abril de 2009

MIS CUADROS Y MIS TELESCOPIOS.




Ya os he enseñado fotografías de la exposición de telescopios e instrumentos astronómicos, libros y pinturas de arte espacial que organizamos en la zona "Volvo" del puerto los socios de la Agrupación Astronómica de Alicante, del 2 al 5 de este mes de abril con motivo del evento mundial "100 horas de astronomía" dentro del "Año Internacional de la Astronomía". Ahora os enseño dos fotografías de Federico Pastor, donde aparezco con mis veinte cuadros y mis cuatro telescopios. Éstos son de modelos muy diferentes: El de madera es un telescopio solar de proyección con óptica Solarscope y montura Dobson de artesanía, el azul en un Maksutov (no muy bueno) con montura ecuatorial alemana y motores de Ascensión Recta y Declinación, el blanco más bajo es un reflector Newton, de 200 mm. y focal de 1.200, con montura Dobson y apuntador laser, montado sobre una plataforma de ruedas, y el más grande es otro reflector Newton, de las mismas medidas, con montura ecuatorial alemana y motor de seguimiento.Con este último pude hacer el seguimiento de la Supernona 1993 J en M81, los impactos del cometa Shoemaker Levy 9 en Júpiter, así como los jets espirales del cometa Hale-Boop, y seguir varias oposiciones de Marte y otras muchas aventuras astronómicas. En la actualidad, por resultarme demasiado pesado para el transporte, lo he vendido a un amigo, y uso habitalmente el otro reflector con montura Dobson, que resulta más transportable y menos pesado para mis castigadas vértebras lumbares.


La Astronomía nunca deja de asombrarnos a los que la vivimos desde la pasión por la Ciencia.
Miguel Ángel Pérez Oca.

lunes, 6 de abril de 2009

ASTRONOMIA ALICANTINA EN EL AÑO INTERNACIONAL.

Exposición de telescopios.

Telescopios de M.A. Pérez Oca.


Cuadros de Miguel Ángel Pérez Oca.

Estación astronómica de Federico Pastor.

Relojes de Sol e instrumentos astronómicos de Juan Vicentre Pérez Ortiz.


Los organizadores: Vicente Viana, Mariví, Miguel Ángel, Carlos, Juan Vicente, Finita, Manolo Viñes y Federico.

Acceso a la exposición.
(Fotos de Vicente Viana)

GRAN ÉXITO DE LAS 100 HORAS DE ASTRONOMÍA, ORGANIZADAS POR LA AGRUPACIÓN ASTRONÓMICA DE ALICANTE.
En la Zona “Volvo” del puerto de Alicante, del 2 al 5 de abril de 2009, y dentro del Año Internacional de la Astronomía, la AGRUPACIÓN ASTRONÓMICA DE ALICANTE, ha organizado una serie de actividades relacionadas con las ciencias del Universo, tituladas “100 horas de Astronomía”.
En el edificio de la antigua Estación Marítima, remozado para la Volvo Ocean's Race, se montó una exposición con ocho telescopios de distintos tipos - refractores, reflectores y catadióptricos – y monturas – ecuatoriales, azimutales y Dobson -, propiedad de los socios de la Agrupación, así como un telescopio solar de proyección y unos prismáticos gigantes 14X100; relojes solares analemáticos y de refracción, creados por Juan Vicente Pérez Ortiz; fotografías astronómicas realizadas por socios de la Agrupación en el Observatorio de Los Molinos; y 20 cuadros de pintura espacial obra de Miguel Ángel Pérez Oca; esferas armilares, cuadrantes y demás instrumentos astronómicos y un audiovisual. Se repartieron revistas y dípticos con el aspecto del cielo nocturno en esas fechas y se acompañó a los visitantes, informándoles de nuestras actividades o respondiendo a sus preguntas sobre temas astronómicos.
Por las tardes se dieron cuatro conferencias muy interesantes: El día 2, la inaugural, a cargo del doctor Joan Fabregat, de la Universidad de Valencia, titulada “el Universo Violento”; el día 3, Rafael Alemañ, socio de la Agrupación y profesor de la Universidad Miguel Hernández, de Elche, nos habló de “¿Qué me importa a mi la Astronomía”; el día 4, “¿Por qué somos polvo de estrellas”, de Finita Poveda, y la conferencia de clausura corrió a cargo del doctor Adriano Campo, de la Universidad de Alicante, con el título “E pur si muove: Cómo y por qué se mueven los astros”.
Las noches del 3 y el 4 se realizaron observaciones astronómicas con varios telescopios, si bien el tiempo no acompañó, pudiéndose observar solo la Luna el día 3, que se nubló enseguida, y la Luna y Saturno con su satélite Titán, el día 4. Por la mañana del día 5 se efectuaron observaciones solares con el instrumento de proyección y se probaron los telescopios con vistas al Castillo de Santa Bárbara.
Hubo unos mil visitantes a la exposición, así como dos grupos escolares, y unas 250 personas en las observaciones astronómicas. La asistencia a las conferencias superó en algún caso los 100 asistentes.
Los organizadores y los conferenciantes han quedado muy satisfechos con esta actividad orientada a estimular el conocimiento del Universo por el público.
Miguel Ángel Pérez Oca.