lunes, 26 de octubre de 2009

LA PÉRFIDA DERECHA.


Hoy os ofrezco un trabajo que acabo de escribir. ¿Es la derecha política malvada por naturaleza? Esa es la cuestión. Dedico este artículo a un opinante anónimo que en este mismo blog me acusaba de no ser equitativo. Nunca he pretendido ser equitativo y, mucho menos, neutral entre la derecha y la izquierda. Si soy de izquierdas es por razones éticas de mucho peso, como intento explicar en este artículo. Yo le recomiendo a mi anónimo crítico que lea el poema de Benedetti titulado "Soy un caso perdido".


LA INEVITABLE PERFIDIA DE LA DERECHA.
No me gusta nada lo que voy a escribir, porque no me gusta descalificar a nadie, y menos todavía a un colectivo entero. Pero no me queda más remedio que hacerlo, entre otras cosas, para clarificar mis propias ideas al respecto. Decía Disraeli que cuando no entendía una cuestión escribía un libro sobre ella, precisamente, para aclarar sus ideas; yo no necesitaré tanto, seguramente me bastará con este artículo. En primer lugar, habría que reflexionar sobre lo que significa ser de izquierdas o de derechas y sobre el carácter de los que así se definen. En mi opinión, es fácil; bastaría con hacerles un test de una sola pregunta: “Dígame usted, por favor, qué querría legar a sus hijos y seres queridos el día que se muera: 1) Una inmensa fortuna para que vivan mejor que los demás. 2) Un Estado democrático y respetuoso con los derechos humanos que asegure el bienestar de todos los ciudadanos.” Si ha escogido usted la primera opción, es sin duda de derechas. Si ha escogido la segunda, es de izquierdas. Algunos de los que escogieron la primera respuesta lo habrán hecho por puro egoísmo, incluso por desprecio a todo aquel que no pertenezca a su entorno íntimo o su clase social; aunque también habrá quien prefiera la garantía de una gran fortuna por desconfianza en los políticos o por miedo a las veleidades propias del ser humano, al que supone malo por naturaleza. En cuanto al Estado Protector, la mayoría de los que optan por él lo hace tras una profunda reflexión solidaria e idealista, incluso utópica; aunque también habrá quienes lo hagan por mero rencor, desconfianza y deseos de revancha hacia los ricos, lo que, dadas las circunstancias, hasta podría estar justificado; o por una inconfesable intención de medrar en una formación política de izquierdas, lo que no tendría justificación alguna. Las motivaciones pueden ser muy variadas y, algunas veces, decepcionantes, pero está claro que la diferencia entre derecha e izquierda consiste en optar por el bien particular o por el bien colectivo. Naturalmente, aquellos que se sienten beneficiados respecto de la mayoría, o pretenden llegar a serlo, son conservadores; no quieren que la situación general cambie. Y aquellos que se sienten perjudicados desean cambiar la sociedad, son revolucionarios radicales o, más probablemente, progresistas, partidarios de un cambio más o menos paulatino, moderado y razonable de las condiciones sociales.
Las posiciones, pues, están claras. Aunque no podemos ni debemos clasificar a todo el mundo en dos casillas puras, absolutas y arquetípicas de la derecha o la izquierda. Nadie es absolutamente conservador o progresista, de la misma manera que nadie es absolutamente bueno o malo. Todos tenemos algo de ángel y algo de diablo, todos somos inconformistas en algunos aspectos y tradicionales en otros. Lo deseable es que lo bueno prevalezca sobre lo malo. Del mismo modo, no toda la política que preconiza un partido, cualquier partido, es puramente de derechas o de izquierdas. Y menos aún en una democracia parlamentaria donde hay que ganarse la voluntad y la confianza de los votantes. Y ahí está el quid de la inevitable perfidia de la derecha.
El diccionario define “perfidia” como una forma específica de maldad. El pérfido es un ser “desleal, traidor y que falta a su palabra”. En la actualidad, en una democracia parlamentaria donde es necesario alcanzar la mayoría de los votos para gobernar, la derecha lo tiene, en principio, más difícil que la izquierda; por una sencilla razón: La derecha defiende los intereses de los privilegiados, de los ricos, de los beneficiados por el sistema, que, naturalmente, son una minoría. La izquierda, por el contrario, defiende los intereses de los explotados, de los marginados y de los que se sienten perjudicados por el sistema, que, en principio, son la mayoría. Porque el sistema capitalista es, en su propia esencia, injusto y prima la aportación de capital sobre la aportación de trabajo de los individuos que se dedican a una actividad productiva. De donde se ve que unos pocos, a fuerza de beneficiarse de la plusvalía obtenida del trabajo de otros muchos, se enriquecen indebidamente desde el punto de vista ético, aunque desde el punto de vista legal no constituya delito. Y, ¿cómo puede una minoría alcanzar la mayoría de votos para gobernar, como de hecho la alcanza tan a menudo? Pues utilizando los poderosos y carísimos medios de que disponen para influir en las masas mediante la propaganda y la creación de opiniones. Pero si, en sus frases de campaña electoral, la derecha política desvelara abiertamente sus objetivos – preservar los beneficios de los privilegiados – alejaría de sí a sus presuntos votantes de las clases bajas y medias. Necesariamente, inevitablemente, tiene que recurrir a la mentira, a la manipulación de la verdad, a la perfidia, a la deslealtad con sus propios votantes, si quiere gobernar. No puede hacer otra cosa, puesto que si realmente defendiera los intereses de TODOS sus votantes, ya no haría política de derechas y su gestión de gobierno no interesaría a los poderosos que la patrocinan. De hecho, la derecha, en el pasado, ha gobernado de manera mucho más autoritaria y abiertamente despectiva, cuando el voto censitario, el analfabetismo de los pobres y el negro papel de los sacerdotes desde el púlpito dejaba fuera de juego a las clases inferiores. Con el tiempo, conforme el pueblo ha ido alcanzando mayores cotas de democracia y de cultura, la derecha ha tenido que ceder en la defensa de los más escandalosos de sus privilegios. Eso hace que se haga cada vez más sutil, más sofisticada y más pérfida en sus presuntos objetivos políticos. Y no debemos olvidar que hay muchos individuos que se identifican con los ricos, porque quisieran serlo ellos también, aunque jamás vayan a tener esa oportunidad. Son los que si obtuvieran ciertos privilegios, aunque solo fueran las migajas de la mesa de los señores, serían, y ya lo son a cuenta, abiertamente de derechas. Son los serviles, los abyectos, los que albergan la esperanza de ser algún día privilegiados en un mundo tan insolidario como ellos mismos. También están los mezquinos, los temerosos de que los pobres les quiten lo poco que tienen, cuando apenas tienen nada; y los ignorantes, dispuestos a creérselo todo, con tal de que salga en televisión, junto a la telebasura. Y los cómodos, sobre todo los cómodos, los que se sienten bien como están, en su soportable pobreza postmoderna, y prefieren que nada cambie, aunque a su alrededor, por todo el mundo, haya quien se muera de hambre. Como alguien dijo una vez: “No hay cosa más tonta que un pobre de derechas”. Todos esos individuos están dispuestos a dejarse engañar por la propaganda de la derecha, que así logra, mediante la perfidia, la mentira y las falsas promesas, alcanzar las mayorías de gobierno. Porque si las masas productoras se unieran y culturizasen hasta no consentir el engaño de la derecha, ésta perdería la mayoría, no podría controlar el hecho social y, a menos que pudiese quebrantar la democracia en su beneficio mediante la fuerza – no sería la primera vez que lo hace – acabaría siendo desbancada por mayorías de izquierdas que a un ritmo más o menos acelerado terminarían cambiando o controlando el sistema. Y los privilegiados verían disminuidos, si no abolidos, sus seculares privilegios.
Es por eso por lo que, por mucho que algunos políticos de derechas quieran aparecer como honestos, no tienen más remedio que recurrir a la mentira y a la perfidia si quieren gobernar. Y así vemos que los políticos de derechas mienten mejor que los de izquierdas. Y no digo que los de izquierdas no puedan mentir, que también lo hacen en ocasiones, sino que los de derechas no pueden dejar de hacerlo, a menos que estén dispuestos de dejar de ser de derechas. O sea que la supervivencia de la derecha está ligada a su capacidad de engañar a los más serviles y egoístas, y a los más desinformados e incautos, de los miembros de la clase productiva, que por si no fuera poca su generación de plusvalía, o su marginación, entregan gustosamente el poder a sus explotadores con la estrafalaria esperanza de llegar algún día a ser como ellos.
Por desgracia y como dijo una vez Galileo: “El número de los necios es infinito”. Y a consecuencia de eso, la derecha halla en la mentira a sus necios acólitos su último e inevitable caldo de cultivo para alcanzar el poder político.
Es lamentable, pero es así.
Para terminar, les voy a contar un chiste muy revelador: Dios decidió otorgar a los hombres dos virtudes, según su nacionalidad. “A los suizos los haré puntuales y ahorrativos - le decía al ángel amanuense - . A los franceses galantes y artistas. A los americanos emprendedores y valientes. A los españoles, buenos, inteligentes y de derechas…” “Pero, Señor – le corrigió el ángel –, a los españoles les habéis otorgado tres virtudes en lugar de dos” Y Dios rectificó: “Bien, pues si son buenos y de derechas no podrán ser inteligentes. Si son inteligentes y de derechas no podrán ser buenos. Y si son buenos e inteligentes no podrán ser de derechas.”
A veces un chiste puede decir más que uno de aquellos libros que escribía Disraeli.
Miguel Ángel Pérez Oca.




lunes, 19 de octubre de 2009

EL LIBRO DE "POU DE LA NEU" YA ESTÁ EN LOS QUIOSCOS.


El libro "POU DE LA NEU, Premio literario-gastronómico 2004-2008", en el que figura mi relato "La última neu" (ganador de ese concurso en 2007), junto a otros cinco estupendos relatos que resultaron ganadores en las diversas convocatorias, ha salido a la venta. Al final figura un recetario de platos típicos de estas tierras, que acompañaban a los cuentos. El precio del libro, que se vende con el diario INFORMACIÓN, es de 1,95 € y los beneficios de la venta se destinarán a una Asociación de Paralíticos Cerebrales.

El libro se había presentado en el Club Información el jueves 15 y salió a la venta ayer, domingo, día 17.

Si os interesa, id al quiosco antes de que se agote.

Miguel Ángel Pérez Oca.

domingo, 18 de octubre de 2009

¡Hi PP ócritas!


Ya hace falta tener cara dura para participar en una manifestación contra el aborto habiendo sido Jefe de Gobierno durante ocho años sin haber quitado la actual Ley del Aborto. Yo me pregunto cómo es posible que entre los miles de manifestantes de buena fe que están radicalmente contra el aborto, de acuerdo con sus creencias religiosas, no hubiera nadie que increpase a Aznar su desfachatez. Se diría que, para los convocantes de la manifestación, el aborto solo es condenable si lo legisla el PSOE, pero no si lo consiente el PP. Pero que los convocantes sean unos hipócritas cuya finalidad inconfesable no es combatir al aborto sino quitarle votos al Gobierno de izquierdas, no explica el silencio de la masa convocada. ¿Es una cuestión de mala memoria, de mala conciencia o de hipocresía generalizada? También me pregunto por qué todas estas personas que dicen militar a favor de la vida no se movilizan contra la pena de muerte y contra el hambre infantil y las muertes por simples diarreas o malaria de los niños del Tercer Mundo. ¿Por qué será que solo se soliviantan con una de las causas de muerte - por otra parte discutible y dependiente de la ideología de cada cual -, y no piden la excomunión de los gobiernos que mantienen la ejecución de reos, como Estados Unidos y China, y no condenan a los países ricos que no ayudan a la infancia pobre del Mundo.

Se les ve el plumero, ¿o no?

Dice la prensa que la visita del Papa a Valencia le costó al erario público valenciano, que pagamos todos, unos 12 millones de euros. Vamos a ver, porque yo, si no lo traduzco a pesetas de las de antes, no me hago una idea: 12 x 166 = 1.992 ¡Casi dos mil millones de pesetas! Presuntamente, se pagaron 6 millones para sonorizar la solemne visita papal, pero, presuntamente, los costos de esa sonorización eran solo de 3 millones, y lo demás se lo embolsaron, presuntamente, los de Gürtel y la empresa encargada del asunto que, por cierto, era una constructora (?). Gürtel cobró, presuntamente, 1 millón de euros en dinero negro en concepto de comisiones. Y todo eso para que un señor de blanco viniera aquí a darnos lecciones de moral, representando a una organización multinacional que tiene la más sórdida e inmoral de las historias a sus espaldas, una historia cimentada en la represión, las inquisiciones y el atraso más penoso e intransigente (más de mil años perdidos entre la muerte de Hipatia y la publicación del libro de Copérnico), y que no hace nada por los niños ya nacidos que se mueren en África rodeados de hambre y miseria. Y menos mal que algunos esforzados misioneros, de esos que están a pie de obra sacrificándose por sus semejantes, la dejan en un relativo buen lugar, si uno se conforma con eso. Me pregunto, ¿quién paga los viajes del papa a esos países donde la gente se muere de miseria? ¿cuantos niños del Tercer Mundo hubieran salvado la vida con el dinero que cuestan estos viajes "evangelizadores"? Pero a ellos, lo que les indigna y moviliza es el aborto. De los ya nacidos que se ocupen los pobres misioneros sin presupuesto y las ONG que reciben la ayuda de las gentes bienintencionadas. Qué cosas.

La Banca la ha armado y nos ha traído una crisis de la que no sabemos si saldremos con bien. La Banca pide ayuda y la obtiene de los gobiernos capitalistas que hasta ayer predicaban el mercado libre y la no intervención. Y un banco español acaba de jubilar a uno de sus ejecutivos, ese de apellido impronunciable y cara de despistado - no debe serlo aunque lo aparente -, con una pensión de 3 millones de euros al año. Veamos de nuevo: 166 X 3 = 498 ¡Casi 500 millones de pesetas! Y no hay dinero para hipotecas ni para créditos a la pequeña empresa. Parece ser que el 90 % de los banqueros vota al PP, como el resto de los patronos, faltaría más...

¡Maldita sea, no puedo callarme! Quizá estaría mejor con la boca cerrada, pero no puedo.

¡HIPÓCRITAS!


Miguel Ángel Pérez Oca.

miércoles, 14 de octubre de 2009

PRESENTACION DEL LIBRO "PREMIO POU DE LA NEU 2004 - 2008"


El jueves día 15, a las 20,30 horas, en el Club Información de Alicante, se presentará el libro "PREMIO POU DE LA NEU 2004 - 2008" con los relatos premiados en las cinco ediciones de este prestigioso concurso literario - gastronómico, organizado por el hotel restaurante Pou de la Neu, sito en lo alto de la Carrasqueta. Entre estos relatos figura mi cuento "LA ÚLTIMA NEU", con el que gané el correspondiente a 2007.

Espero vuestra asistencia.

Gracias.

Miguel Ángel Pérez Oca.

sábado, 10 de octubre de 2009

ÁGORA Y LA MASA REFLEXIVA.

Biblioteca de Alejandría

San Cirilo.





Él cine americano nos había acostumbrado a que en las películas de masas y gran presupuesto primaba el espectáculo y los sentimientos simplistas sobre la reflexión y el rigor. La mejor película de masas de los tiempos recientes, "Gladiator", era, como siempre, una de buenos y malos: Máximo, el héroe de una pieza, en busca de justicia y venganza sobre el malísimo y retorcido emperador Cómodo. Y al final se consumaba el castigo del tirano al precio del sacrificio del héroe. ¡Qué bonito! ¡Qué ambientación más buena! ¡Y qué poco respeto a la historia! Evidentemente, Cómodo no murió en la arena del Coliseo, si bien sí lo hizo en un vestuario a manos de un gladiador alquilado por sus propios parientes para realizar el magnicidio. Y nunca existió el general Máximo, convertido en gladiador.
En el cine americano, y en el cine en general, las películas reflexivas, aquellas donde se hacen profundos estudios del alma y las razones humanas, aquellas en las que los personajes tienen verdadera entidad interior, aquellas que ponen a prueba la calidad de los personajes, suelen ser obras de presupuesto bajo o medio, desarrolladas en ambientes cerrados, limitados y con pocos actores, incluso cuando se ambientan en tiempos históricos.
Pero Amenabar es un genio, un cineasta profundo y versatil y, a diferencia de Almodovar, que siempre nos muestra la misma película, sorprendente y rompedora al principio de su trayectoria pero cansina y repetitiva, con las mismas obsesiones y los mismos tics, que llegan a fatigar al cabo de un tiempo, Amenabar no, Amenabar puede arrostrar cualquier clase de género cinematográfico, desde el terror más refinado (Los Otros), al drama psicológico y la denuncia de un tabú social como es el derecho al suicido (Mar Adentro), como, ahora, el "peplum", la "película de romanos", innovando en cada una, invitándonos en todo caso al análisis, a la reflexión. Y es en este contexto donde Amenabar revoluciona el mundo de las películas históricas haciendo posible que el gran espectáculo de masas encierre un análisis tan meticuloso y profundo de temas como la fe, la ciencia, la razón... No es una peli de buenos y malos, sino el análisis de un tiempo histórico donde todos creen tener la razón y donde medran los ambiciosos de poder, como "San" Cirilo o el prefecto Ortestes, y donde los fanáticos se encargan de realizar el trabajo sucio sin manchar la aureola de prestigio de los dirigentes.
La película es impecable en su faceta espectacular. Entre unos decorados que nos muestran la amalgama arquitectónica egipcia, griega y romana de la Alejandría de la decadencia, en pleno deterioro, se mueven los figurantes con una naturalidad asombrosa y Amenabar nos los muestra como personas con sus inquietudes y razones, cuando conviene, o como una masa de hormigas enloquecidas cuando así lo quiere. El respeto a las circunstancias históricas es abosoluto. Otro director menos escrupuloso hubiera puesto la muerte de Hipatia en los momentos de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, en una apoteosis final de la historia. Amenabar, no. Amenabar, entre otras cosas, pretende y consigue ser didáctico, y con ese respeto escrupuloso deja en ridículo a todo un género de cine pretendidamente histórico. El espectador puede ir a ver Ágora con la seguridad de quien acude a una amenísima clase de Historia, que a la vez es también clase de Psicología, de Sociología, de Astronomía... en el marco del más espectacular y fascinante de los espectáculos. Y nos demuestra que la amenidad cinematográfica no está reñida con el rigor.
Solo tengo que hacer una censura al guión, en lo referente al rigor. No sé si, a la hora de mostrarnos las inquietudes intelectuales de Hipatia, desgraciadamente perdidas con sus obras, los guionistas nos la muestran creyendo que los calores del Verano se deben a que el Sol se encuentra más cerca de la Tierra que en el Invierno, y de esa falsa premisa obtiene la intuición verdadera de la órbitas elípticas que un milenio más tarde propondrá Kepler o, por el contrario, los artífices del film han caído, ellos mismos, en este frecuente error y, lamentablemente, lo trasladan al público poco informado, que puede llegar a creer que este falso planteamiento es correcto. Convendría haber dejado aclarado este punto para que el rigor, además de histórico, también lo fuera cosmológico. Todos deben saber (están obligados a saber, a estas alturas) que la sucesión de las estaciones se debe a que el eje de la Tierra está inclinado 23 grados repecto de la Eclíptica, lo que hace que el Sol esté más alto sobre el horizonte en el Verano del hemisferio Norte que en el Invierno, y que esa diferencia es la que motiva la mayor temperatura. Ese fenómeno era perfectamante conocido por los astrónomos del tiempo de Hipatia; por lo que es bastante improbable que ella cayera en semejante error. Es un fallo y hay que decirlo.
Por todo lo demás, la película resulta emotiva, profunda y hermosa y sin duda marcará un hito en la historia de la cinematografía. Los actores están todos estupendos, y por encima de todos la extraordinaria Rachel Weisz, hermosa aún sin maquillar con su facultad de mostrarnos su interior, todavía más hermoso.
Aunque lamento una cosa respecto al casting: ¿Por qué razón Amenabar no ha contado con algún actor español en el reparto? Que aquí los hay muy buenos. Hubiera sido como un guiño: Ojo - nos hubiera dicho el director -, que esta película está rodada en inglés, pero está hecha por un español, dentro de una tradición cinematográfica en auge, como lo demuestran recientes premios internacionales. Hubiera sido un detalle de solidaridad con los compañeros.
Pese a esas dos objeciones, deseo con toda el alma que Ágora se lleve el Oscar a la mejor película, al mejor director, a la mejor actriz... Eso nos demostraría que la Era Obama también ha llegado al cine y que los norteamericanos, oh prodigio, se han puesto por fin a pensar.

Miguel Ángel Pérez Oca.