martes, 28 de julio de 2015

OTRA VEZ ESTUVIMOS EN TABARCA


Con la concejala Marisol Moreno.


Observando Venus con mi telescopio.


El equipo: El monitor Felo, Federico, yo y Javi. Al fondo, el pueblo de Tabarca.

Fue la última actividad astronómica del curso en Centro 14. Hizo buen tiempo, aunque el mar, en el viaje de ida, estuvo condenadamente movido (para eso está la Biodramina), y por la noche el cielo tenía calima y el seeng (la calidad de la visión) no era la mejor. Así y todo pudimos enseñar a los chicos y chicas que nos acompañaban los planetas Venus y Júpiter, ya demasiado cerca del horizonte por donde se acababa de poner el Sol, en unas vistas muy poco espectaculares (solo una pequeña "lunita" y una pequeña esfera sin el tradicional acompañamiento de los satélites galileanos), dos pequeñas manchas solares (también es mala suerte que el Sol en plena actividad solo nos mostrase dos "pinchacitos" de alfiler) y, eso sí, excelentes vistas de los cráteres lunares y una aceptable visión de Saturno con sus anillos y su satélite Titán; a más de otros objetos de cielo profundo que nos buscó Federico con su telescopio computerizado. Nos acompañó la concejala Marisol Moreno, a la que habíamos pedido que viniera para que pudiera apreciar la actividad. Lo pasamos muy bien. Ahora a ver si la actividad sigue en el próximo curso. Yo creo que sí, pero lo tiene que decir nuestro nuevo Ayuntamiento.

EL SUICIDIO DE LA HUMANIDAD Y EL ASESINATO DE LOS ELEFANTES.

El tema de la Tertulia de ayer era "Recuerdos" y yo he presentado un trabajo que se titula "Recuerdos de Gaia", sobre las última consecuencias que podría tener la alocada marcha de este Capitaismo Salvaje que padecemos. También he presentado en poema-fábula titulado "El nuevo elefante del emperador", que dedico a mi amiga la concejal Marisol Moreno.
Anda, animaos a comentar estas elucubraciones mías. A ver si digo tonterías y no me he dado cuenta.


 “Terraformar la Tierra”. Qué ironía y qué triste realidad. Hubiera sonado absurdo hace unos años, cuando Gaia aún estaba viva y yo era madre de dos niños. Pero el pérfido capitalismo salvaje no permitía treguas al maldito desarrollo económico: Había que explotar todos los recursos naturales hasta su agotamiento, porque detenerse significaba no producir beneficios para los “inversores”. Y Gaia se murió, y ahora el mar es una ciénaga pestilente, y los bosques de antaño son áridas mesetas de polvo y basura, y el aire, ay, el aire es una mezcla irrespirable de monóxido de carbono y metano… El caso es que nuestra misión, después de construir nuestro hábitat en los túneles excavados bajo el cráter Tycho, será volver a la Tierra para terraformarla. ¿No es para partirse de risa? Y aquí estamos las 100 personas que se pudieron salvar a última hora, tras asaltar la nave de los privilegiados y abandonarlos en la letal superficie que ellos mismos habían creado. Los vimos morir retorciéndose como gusanos en medio de la nada, mientras los obreros de la base espacial tomábamos el mando de la expedición, nos veníamos a la Luna y fundábamos la colonia de Tycho, donde garantizaremos la supervivencia de la especie, para volver un día a resucitar a nuestra madre Gaia. Hoy, después de unos cuantos años, aún atemorizamos a nuestros hijos, los pequeños selenitas, diciéndoles: “Si no te portas bien volverá el Capitalismo”. Y ellos, pobrecitos, se echan a temblar, mientras por el gran ventanal de la cúpula central de la base contemplan la esfera gris y parda que antaño fue blanca, verde y azul, sobre todo azul…
En la pared de nuestro habitáculo hay una imagen de la Tierra tomada, creo, por los tripulantes del Apolo 8, en la que se ve la maravillosa esfera que fue nuestro mundo, surgiendo tras el horizonte de la Luna. Predominaba en ella el color azul, cruzado por remolinos blancos de nubes, bajo las que se recortaban los continentes. En sus extremos superior e inferior había grandes extensiones inmaculadas, inmensidades de hielo anteriores a la desaparición de las banquisas. En el hemisferio nocturno de Gaia, desde la Luna, se habría podido ver las titilantes luces de las grandes ciudades, en un derroche de energía que presagiaba ya el pronto final de la civilización, que fue como un cáncer planetario. Ahora ya nada está vivo en la esfera que merece más que nunca su nombre: Tierra, solo tierra parda, polvorienta o pringosa, y sobre todo muerta, muerta, muerta...
Enciendo mi tablet y abro una carpeta con fotos de mi vida anterior: Mi esposo Rómulo y mis dos hijos, de los que nunca supe el final horroroso que les deparó la debacle. Nuestra casita de los Alpes, a la orilla de los bosques. El mar cruzado por veleros… Fueron los últimos años felices. Aunque ya se adivinaba el fin. Después vinieron las olas de calor, los huracanes gigantes, las nevadas en Verano, la creciente e imparable polución y las guerras por el agua; y al final, una crisis económica definitiva que produjo la ruina total. En aquella época terrible, te podías morir de hambre junto a un almacén de comestibles, si no tenías dinero… Dinero, esa cosa virtual que no se come, ni se bebe, ni abriga, pero que los especuladores manejaban para afianzar su poder sobre los que producían la verdadera riqueza con su trabajo. Veo la última foto, la de mi despedida, cuando conseguí la plaza de ingeniera en la base espacial de Lanzarote, donde todo era secreto, pero desde donde podría mandar mucho dinero a mi familia… Y por último, ya sin fotos, recuerdo los días de la partida, cuando los señores de las finanzas quisieron marcharse solos a la Luna y fueron descubiertos y expulsados al exterior mortal. Sabíamos que nuestras familias ya habían muerto en Europa y América, y nos marchamos con la misión de perpetuarnos en la Luna y volver un día, nosotros o nuestros nuevos hijos, a “terraformar la Tierra”.
Mis hijas actuales vuelven de la escuela con Adán - qué nombre más apropiado para mí, que me llamo Eva - y yo apago la tablet con mis recuerdos de Gaia.   
                              
                                                                          


EL NUEVO ELEFANTE DEL EMPERADOR.

I
¡Mira, padre, el Emperador va desnudo!
dijo el niño inocente.
Sssssh, no digas eso, hijo,
que eso no se dice.
Pero ya lo habían oído.
¡Injurias, blasfemias, insultos!
gritaron los jueces.
Y, aunque no lo dice Ándersen,
el niño acabó en la cárcel.

II
Un elefantito llora en la selva.
En vano quieren consolarlo
su abuela, sus tías y sus hermanas y hermanos.
Mamá elefante ha muerto del disparo
de un emperador blanco,
que la ha matado para divertirse.
Llega el gran macho
y, suavemente, acaricia con su trompa
a la hembra muerta.
Fue una buena madre y una buena compañera,
dice, apesadumbrado,
meneando la cabeza, sacudiendo las orejas
 y barritando impotente.
Y toda la familia le contesta con sus trompas levantadas,
en señal de asentimiento y de duelo.
¿Verdad, padre, que el que mata a un elefante es un miserable?
 pregunta el elefantito.
Los humanos no entienden el lenguaje de los elefantes,
pero el elefantito acabará en un zoológico,
como si lo hubieran entendido.

                                         Miguel Ángel Pérez Oca.
                                               (Dedicado a Marisol Moreno)


miércoles, 22 de julio de 2015

ÉTICA, LEY Y VIOLENCIA.


            Aunque debieran coincidir, no siempre lo hacen la ley y la ética. Por otro lado, la ley está escrita y promulgada en los códigos de cada país, a pesar de lo cual su interpretación por los jueces es muy ardua en ocasiones, mientras que la interpretación ética es libre y, en cierto modo, privativa de cada cual; como también lo es la definición de violencia. No soy, ni desearía serlo nunca, académico de la lengua, así que ruego al lector me dispense de definir esa palabra que yo asocio al dolor, a la humillación y a la muerte injustificada e innecesaria. Y comprendo que haya gente que, siguiendo una ética de riguroso respeto a la vida y rechazo a toda violencia, se empeñe en proteger a los animales, y también a las personas, de quienes se divierten con el martirio de criaturas inocentes que padecen el dolor, el miedo y la impotencia exactamente de la misma manera que nosotros, los orgullosos homo sapiens sapiens.
            Coincido con los animalistas y los pacifistas en que matar a tiros, para divertirse, a un ser tan entrañable, inteligente, sensible y maravilloso como un elefante es un acto de reprobable violencia. Como también es violencia asistir a un espectáculo en el que unos hombres astutos torturan con distintas clases de elementos pinchantes y cortantes, y terminan matando a espada, a un noble bovino cuyos cuernos solo utiliza en defensa propia. Es también violencia vender armas a países sumidos en conflictos bélicos. Y también lo es despojar a una familia arruinada de su hogar, por no poder pagar la hipoteca. También es violencia aprobar leyes que autorizan a los policías a ser juez y parte en sus enfrentamientos con los manifestantes. Y violencia es la corrupción que arruina a un país y priva a sus ciudadanos de lo que les pertenece y han ganado con su trabajo. Es violencia negar a nadie asilo, asistencia médica, educación y todos aquellos derechos humanos a los que toda persona debe tener acceso. Violencia es envenenar el planeta para obtener beneficios que nuestros descendientes nos reprocharán algún día. Y, finalmente, es violencia ya avalada por la terrible historia de nuestra especie, despojar al trabajador del fruto de su trabajo, condenarlo a la pobreza, explotarlo en suma, para con ello disfrutar, el amo de los medios de producción, de multitud de lujos innecesarios.
            Sin embargo, no todas esas clases de violencia, que la ética más elemental debería condenar, están prohibidas por la ley. Y es que se puede ser mala persona y hacer daño sin violar las leyes, al menos mientras la conciencia ciudadana no imponga una mayor coincidencia entre la ley y la ética.
            A mí, particularmente, me merece mucho más respeto una persona cuya máxima expresión violenta son unas frases colgadas en Facebook, manifestando su justa indignación ante un atropello o una violencia no condenada por la ley, aunque sus expresiones no sean las más adecuadas según las reglas del respeto y del buen gusto, que alguien que se gasta nuestro dinero en marcharse a África a quitarle la vida a un pobre elefante, al que le duelen los tiros igual que a cualquiera de nosotros.
            A veces, los que más claman a favor de la ley son los que menos respetan la ética. Porque su interés no es de que se salve la justicia, si no de que el escándalo los favorezca políticamente. Esa clase de gente son los hipócritas que han desprestigiado a la Democracia y ahora se lamentan de que el pueblo ya no les otorgue su confianza. En el pecado llevan la penitencia.
             ¡Apoyemos a Marisol Moreno!


                                                                             Miguel Ángel Pérez Oca.

viernes, 17 de julio de 2015

LA CÓMICA Y LOS HIPÓCRITAS.


Marisol Moreno, antes de ser concejala del Ayuntamiento de Alicante era cómica profesional y hacía unos monólogos que te partías de risa - geniales -, en los que decía muchas barbaridades en clave de humor. En su Facebook privado, solo para sus amigos, seguía con bromas en la misma tónica. Entonces no era política y no tenía por qué coartar lo más mínimo su libertad de expresión. Pero desde que entró a servir como edil se moderó en sus expresiones, consciente de sus responsabilidades. Marisol es una de esas personas a las que no puedes evitar querer cuando la conoces, por su sinceridad, su idealismo y su valentía. Yo he tenido ese placer y su amistad es una de las cosas más buenas que me han ocurrido mientras colaboraba en el nacimiento, consolidación y campaña electoral de la formación Guanyar Alacant. Marisol no engaña a nadie, se presenta en todas partes como lo que es: animalista, feminista radical y… lesbiana. “Y a mucha honra”, que diría ella en uno de sus monólogos. Y esto último, me temo, es lo que no le perdonan los hipócritas que le buscan las vueltas para quitarla de en medio sin pecar, aparentemente, de homófobos. Pero es por eso, y porque en su militancia animalista se ha atrevido a proponer la celebración de un referéndum para que el pueblo alicantino manifieste si quiere o no quiere que se prohíban la corridas de toros en nuestra ciudad. Ha tocado importantes intereses y ha escocido inconfesables prejuicios. Y se ha ganado peligrosos e hipócritas enemigos. Esa es la historia.
Ahora, los fontaneros profesionales del hurgue político han expurgado los tuits de su Facebook privado hasta encontrar expresiones que, sacadas de contexto, suenan incluso a terroristas. Es como si cuando oímos a una madre decirle a su hijo “Si te ensucias la ropa jugando al fútbol te mato”, interpretásemos una amenaza real de muerte para el niño. Marisol, que es incapaz de ordenar la muerte de un gato (va a esterilizar con pienso a los gatos de lo Morant para reducir su población sin tener que sacrificarlos), sería mucho más incapaz todavía de decir en serio que habría que matar a los “aficionados” que instaban en Pamplona, al matador de turno, a que matase de una vez su toro porque querían irse a ver el fútbol. Pero en su indignación por el desprecio de estos individuos a la muerte dolorosa de un animal inocente, se le ocurrió decirles a sus amigos, en su Facebook, que a ellos sí que habría que tirarles una bomba; en el mismo tono jocoso, a la vez que cabreado, en que lo hubiera dicho en uno de sus desternillantes monólogos. Pero los hurgadores casposos e hipócritas sacan esta y otras frases de contexto y las exponen en los medios como una noticia sensacionalista que prueba lo malos que son los rojos que han tomado el poder en Alicante. Me gustaría que esta gente, y esos medios, hurgaran también en los tuits y correos de conocidos personajes de la derechona, a ver si encuentran frases como “Viva Franco, Arriba España”, “Rojos al paredón”, y otras del mismo jaez, que estoy seguro que sí las encontrarían si las buscaran con el mismo denuedo con el que violan las conversaciones privadas de Marisol.
           Amiga Marisol, aguanta, no se te ocurra dimitir, porque gente como tú nos hace mucha falta en esta ciudad, que durante tantos años ha sufrido una inclemente nevada de caspa. Sigue tu camino, que tus amigos y amigas, entre los que me incluyo, estamos muy orgullosos de tu trayectoria política, tanto como nos tronchábamos antes con tus geniales monólogos y tus tuits.
           ¡Aguanta y que les den!


                                                                          Miguel Ángel Pérez Oca. 

(ESTE ARTÍCULO HA SALIDO PUBLICADO EN EL DIARIO "INFORMACIÓN" DE ALICANTE EL DÍA 21 DE JULIO DE 2015 - "OPINIÓN", PAG. 20 )            

martes, 14 de julio de 2015

LOS VELEROS DEL FIN DEL MUNDO.



El tema de la Tertulia de ayer era "Veleros" y yo, que estoy un poco triste, o mejor: metafísicamente indignado, por los recientes fallecimientos de dos buenos amigos, presenté este texto que representa una reflexión sobre la muerte y la inmortalidad como alternativas. Ahí os lo dejo:

LOS VELEROS DEL FIN DEL MUNDO.
  El barco deportivo AKV-2157 surca las azules aguas mediterráneas con sus velas rígidas al viento, cubiertas de células solares que proporcionan energía a los motores auxiliares de emergencia y maniobra. En el cielo, un enorme dirigible, movido por energía solar, avanza majestuoso por entre las nubes. Y en la cercana ciudad, cuyos edificios armonizan perfectamente con el entorno natural, los transportes públicos recorren sus caminos con cadencia rutinaria. Para quien quiera ir a la Luna, una vez por semana, desde el astropuerto de los Andes, un trineo magnético impulsa a la nave de línea “Selene” montaña arriba, hasta despedirla a velocidad supersónica, y entonces su motor de fusión produce un chorro incontenible de vapor de agua que le hará alcanzar la velocidad necesaria. En los lejanos confines de nuestro Sistema, naves robot impulsadas por antimateria se encaminan a velocidad creciente hacia las lejanas estrellas. Es la civilización ideal, de ecología y tecnología perfectas, al servicio de los inmortales.
  Desde que a finales del siglo XXI la doctora Jiang-King-López descubriera el gen de la vejez, todo cambió en la Tierra. Su famosa frase: “La vejez y la muerte son un método natural de obsolescencia programada para evitar la saturación del hábitat”, no solo le dio el Premio Nobel sino que inició el programa de inmortalización humana. Pero a cambio de la juventud eterna, los humanos tuvieron que renunciar a muchas cosas. En el planeta perfecto nunca más nacería un niño. Sin muertes naturales, la superpoblación hubiera resultado insostenible, y los procedimientos de inmortalidad incluyeron la esterilización.
  Hubo parejas que no quisieron renunciar a reproducirse y, por consiguiente, no se sometieron a la inmortalización; pero tuvieron que abandonar el planeta, por imperativo legal, y embarcarse en una nave-arca generacional, camino de alguna estrella con planetas habitables. El plan era que los descendientes de los que salieron de la Tierra poblarían un nuevo mundo donde seguiría naciendo y muriendo gente; pero las últimas noticias recibidas de ellos dieron cuenta de una rebelión a bordo, de gente que no quiso morir y se inmortalizó. Cesaron los nuevos nacimientos cuando se saturaron los habitáculos y la gigantesca nave siguió su rumbo hacia la nueva Tierra que, con el tiempo, será una perfecta copia de la original…
  El velero AKV-2157 sigue navegando por un mar azul lleno de criaturas. Por delante de la proa saltan los delfines, y las gaviotas se posan confiadas sobre las vergas… pero su cubierta y sus camarotes están vacíos. ¿Dónde se encuentran sus pasajeros?
  Cuenta la Historia que, durante los primeros mil años, solo algunos humanos murieron en accidentes o practicando deportes de riesgo. El resto se fue volviendo cada vez más temeroso de percances fatales, y casi nunca salían de sus búnkeres blindados, no fueran a morirse accidentalmente, ahora que ya no envejecían. Así que los vehículos de servicio público viajaban en vano de un sitio para otro, en busca de humanos que rara vez los utilizaban. Más tarde, hacia el segundo milenio de inmortalidad, comenzaron los suicidios. Ahora ya nadie usa los veleros ni los dirigibles, nadie viaja a la Luna, solo los androides se ocupan de que funcionen los servicios y los sistemas de mantenimiento…
  A bordo del AKV-2157 suena una llamada de atención y a continuación se encienden los televisores en el puente y los camarotes desiertos.
  -Esta mañana se ha suicidado el último ser humano de la Tierra – comunica un androide inexpresivo -. Se llamaba Ken Tanaka. Antes de matarse, nos ha dejado una grabación en la que dice que ya no soporta su eterna juventud sin objetivos, que no piensa vivir otro siglo sin escuchar la risa de un niño y que la inmortalidad ha ocasionado la extinción de la Raza Humana. La inmortalidad, ha dicho, es la muerte.
  Después, los televisores se apagan definitivamente y los veleros siguen navegando sin rumbo por el mar azul, rodeados de criaturas mortales y felices.

                                                                                                    Miguel Ángel Pérez Oca.

lunes, 13 de julio de 2015

GRECIA Y LA EUROPA DE LOS CANALLAS.


Mientras ellos pensaban e inventaban la filosofía y la democracia, Alejandro y sus macedonios los sometían y los embarcaban en la descabellada aventura militar que engendró el efímero Imperio Helénico. Después vendrían los romanos, otros canallas guerreros, que los sometieron definitivamente, después de asesinar a Arquímedes, entre otros muchos ciudadanos cultos y libres. Pero ellos siguieron pensando y dieron glorias a la filosofía natural, que es como entonces se llamaba a la ciencia, en la figura, entre otros muchos, de Ptolomeo, el gran compilador de la Astronomía antigua. Bizantinos y turcos se los disputaron, en un desfile de canallas, que culminaría siglos más tarde en la guerra de la independencia griega que cantara Lord Byron.
Los canallas siempre han ambicionado someter a los pensadores, siempre han temido a los intelectuales, y los griegos son los padres de la intelectualidad europea, sin lugar a dudas.
Los canallas modernos se cebaron con ellos en el siglo XX. Los canallas alemanes, esos que ahora no perdonan deudas, se endeudaron con ellos para siempre con una deuda de sangre y exterminio durante la II Guerra Mundial provocada por los nazis. Después, había que exterminar a los guerrilleros que habían luchado contra el invasor, no fuera Grecia a caer en la órbita comunista, y los canallas ingleses se encargaron del trabajo sucio, con la complicidad de un rey desleal a su pueblo, cuyo hijo, encima, apoyó a los propios canallas griegos en el golpe de los coroneles. Por fin, reconquistaron, una vez más, su vieja y siempre nueva democracia, la que ellos habían inventado hace milenios, y parecía que iban a vivir felices y libres en el seno de una Europa fuerte, unida y pacifica…
Pero los canallas locales de la política corrupta de conservadores y socialdemócratas los metieron en un lío financiero del que es difícil salir. Corrompieron al país y falsearon las cuentas. Y entonces llegó la nueva política, la de Podemos e Izquierda Unida en España y Szyriza en Grecia, como reacción a la vieja política de los canallas, y el pueblo griego dio una lección al mundo reinventando de nuevo la democracia. Y los canallas de la Europa de los bancos se pusieron en guardia. Porque no nos engañemos, la cuestión de la deuda griega no es solo económica, no es financiera, es puramente política. Se trata de humillar a los griegos, de aplastarlos, de hacer fracasar la nueva política para que sirva de escarmiento al resto de la Europa del sur. Se trata de que los canallas de la derecha española puedan asustar a nuestro pueblo con el ejemplo del “corralito” y con las mentiras del aumento de la delincuencia, las colas ante los cajeros y el desabastecimiento de los supermercados. Los canallas del PP español, ahítos de corrupción institucionalizada, con muchos de sus dirigentes imputados o en la cárcel, no se dan cuenta, en su soberbia e incompetencia, de que a los españoles del paro y los recortes les dan más miedo ellos que los hipotéticos “corralitos”, que están ya hartos de mentiras y demás canalladas y que el ejemplo de una Grecia digna, cuya política nueva ha sido de nuevo avalada por un referéndum rotundo, mientras sigue siendo acosada por los canallas de los bancos y la política mercenaria, no nos va a doblegar a los pueblos que sufrimos sus canalladas. Está claro que no se conforman con nada que no sea el desprestigio de Shrypas y Varufakis, el fracaso de la nueva política y la expulsión del Euro y la ruina total de los que todos los días les dan lecciones de dignidad y democracia. Y no es por Grecia solo, sino por miedo a la nueva política que podría desenmascarar a los canallas que rigen antidemocráticamente a la Europa de los bancos, esa gente que no ha votado nadie y que mandan sobre los políticos vendidos a sus favores y sus “puertas giratorias”, esos canallas que tienen miedo a los habitantes de un pequeño país de dignidad enorme, y los han convertido en el chivo expiatorio.
Si nosotros lo consentimos, seremos los cómplices de los canallas.
¡Viva Grecia!¡Viva la verdadera Democracia!


Miguel Ángel Pérez Oca.   

lunes, 6 de julio de 2015

EL NO GRIEGO.


Sus antepasados inventaron la Democracia y ahora la revalidan, con la dignidad, con la solidaridad y con la determinación de quienes ya no tienen nada que perder. Los antepasados de la señora Merkel no llegaron a tanto; tuvieron buenos filósofos y buenos científicos, eso sí, pero no descubrieron la Democracia, en su versión capitalista, hasta que se la impusieron los ganadores de la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario, tuvieron nefastos políticos autoritarios, desde Federico de Prusia, Bismarck y, el colmo, Hitler el histrión del bigotito y la greña, el asesino de millones de inocentes. Y esa deuda de sangre y dolor nunca la llegaron a pagar. Se les perdonó en plena Guerra Fría, no fueran a volver a las andadas o a pasarse a los comunistas… Qué cosas: la nación que tiene la deuda moral y económica más grande y nunca pagada de la Historia exige que se le pago a sus bancos los intereses de usura que el neoliberalismo, que ahora profesan con el mismo ímpetu que antes profesaron el nazismo, impone a los descendientes de Sócrates, Aristóteles, Platón y Pericles. Lo que es la vida.
Pero los griegos, con un valor del que solo pueden hacer uso los desesperados, han dicho NO a la troica de los espabilados del capitalismo salvaje. Y nos han demostrado a todos que esas fórmulas de austericidio que imponen a los débiles del Sur han fracasado; que todo tiene un límite, y que si la Unión Europea no sirve para atender casos de emergencia humanitaria, como la bancarrota griega, inducida en parte por el poder financiero europeo, ¿para qué sirve? Los daños colaterales de las políticas imbéciles, o mejor astutas, torpemente astutas, que los economistas “oficiales” aplican, deben ser absorbidas por todos los socios de la comunidad. Europa, además de una alianza económica, debe ser una unidad de lo social y de lo solidario, o nunca será la primera potencia mundial a la que aspiran sus dirigentes. Si los alemanes, en lugar de volver a intentar doblegarnos, esta vez con empréstitos en lugar de con tanques, no nos echan una mano cuando hace falta, que se metan el Euro donde les quepa.
Ya lo ha dicho el dimisionario Varufakis: “La Economía no es una ciencia, es una ideología con ecuaciones”. Pues a ver si reconocen los señoritos del norte que su ciencia económica estaba equivocada y que o jugamos todos en un plano de igualdad o, qué narices, rompemos la baraja.
Por cierto, a ver qué dice ahora nuestro avestruz político local, el agonizante señor Rajoy, al que cada día se le ve más el plumero. Él, con todos sus compinches y amos del norte, pretendía inocular el miedo a los griegos y, de rebote, a los españoles. Porque de eso se trata: de cerrar el camino a la nueva política que ha venido para enterrar a los hipócritas de la pasta, Y ahora continuará con su agonía política, prolongando innecesariamente una mayoría absoluta que ya es ilegítima desde las últimas elecciones municipales. Lo que tiene que hacer de una vez es convocar elecciones generales, ya.
Gracias, Grecia, esta noche me he sentido de nuevo orgulloso de ser europeo.

                                                                      Miguel Ángel Pérez Oca.