viernes, 29 de marzo de 2019

TONTOCRACIA.

                                                       Dos futuros premios Nobel.

En su vorágine de locuras y despropósitos del PP de Casado por sobrevivir a los extremistas de derechas de VOX y a los señoritos neoliberales de Ciudadanos, que lo desangran por derecha e izquierda, el deficiente que hoy dirige ese desafortunado partido de raíces franquistas ya no sabe a quién poner en sus listas de estrellas: toreros, militares de la vieja escuela y algún tonto del culo son su elenco. Oír a esta gente decir chorradas es un suplicio inaguantable para nadie que tenga dos dedos de frente. Parece que a la cleptocracia de la era Rajoy (don Tancredo Nomeentero), va a sucederle la tontocracia de los que afortunadamente para este sufrido país se están hundiendo a sí mismos en la ciénaga de su propia estupidez y falta de la más mínima inteligencia. Ver a Casado hablando en la tele con unos pobres niños inocentes, haciendo que las niñas se pongan en el centro "porque hay que ser caballeros", besando a las niñas y dándoles la mano a los niños con el choque de palmas de "machote a machote", nos desvela a un señor que a pesar de su aparente juventud, viene de las cavernas del siglo XIX. Un señor que le dice a las criaturas que la caza es buena porque se hace "para que los animalitos no se pongan enfermos". ¡Qué peligro para los pobres chavales! Pero el colmo, el desideratum, la bomba, es cuando oímos a don Adolfo Suarez junior afirmar que en Nueva York han sacado una ley que permite el aborto después del nacimiento. Es decir, que como hacían, según él, los neandertales, se espera que nazca el niño y, después, "se le corta la cabeza". Es para cagarse, es para reírse de la estulticia de ese individuo, de quien su ilustre padre se estará avergonzando desde las alturas de la Historia.
No sé si aún quedara alguien capaz de votar a una formación política que alberga a tamaños imbéciles, no lo sé, aunque, según dice un buen amigo "el número de tontos del culo por metro cuadrado es el mismo en todas las comunidades del mundo". Puede ser, pero si estos tipos ganasen las próximas elecciones, habría que pensar que España es realmente diferente.
Qué pena.

miércoles, 27 de marzo de 2019

LOS INVENTORES DEL HUEVO FRITO.

                                                                Los que vuelven.

Aquel 15 de mayo, un viento de cambio en los paradigmas políticos partió de la Puerta del Sol, en Madrid, para recorrer España. Aquí, en Alicante, recaló en la Plaza de a Muntanyeta. La gente joven, que hacía tiempo se había desentendido de la política, o quizá de los partidos, lució su ingenio, y a veces su supina ignorancia, en sus pancartas y carteles. A mí en particular, la frase que más me enfadó, o indigno, o lamenté, fue aquella que decía "Ni derechas ni izquierdas, somos los de abajo contra los de arriba". ¡Como si los de abajo no hubieran sido siempre las izquierdas y los de arriba las derechas! Entonces pensé: Esta gente está inventando el huevo frito. Si están en contra de los gobiernos de derechas, lo mejor que podían haber hecho hubiera sido votar a Izquierda Unida. O en vez de mostrarse en contra de todos los políticos, calificándolos de "Casta", deberían haber formado un nuevo partido que defendiera sus opciones. Pero, ca, eso quizá era demasiado laborioso y complicado para ellos, sospeché. Para colmo, el líder de Izquierda Unida, que entonces era el cazador de conejos y perdices Cayo Lara, demostrando grandes dosis de estulticia política, adoptó como lema que PSOE y PP eran una misma cosa: "PPSOE". Qué listo. En fin, que entre unos y otros consiguieron que mucha gente de izquierdas, potenciado su desengaño, se quedara en casa el día de las elecciones y que, por defecto, ganara la derechona de toda la vida, con Don Tancredo Rajoy a la cabeza.
Después de muchas vicisitudes, los jovencitos del 25 de mayo se animaron a formar un partido y crearon Podemos. La derecha inventó su contrafigura en Ciudadanos, y el bipartidismo cayó herido de muerte. Vale, pero ¿qué habíamos ganado con esto? Un PSOE derechizado y acomodaticio, en busca del centro, se cargó a su secretario general, Pedro Sánchez, al que no consintió que buscara apoyos en Podemos y los nacionalistas catalanes. Pero el tal Pedro, hombre astuto y afortunado, supo recurrir a la militancia, que le devolvió el liderazgo. Por otro lado, Podemos y su líder Pablo Iglesias, volaban tras el sueño del sorpasso, que les impedía cerrar tratos con el PSOE, que para ellos era "casta". El país se volvió ingobernable, tras el nuevo triunfo de don Tancredo. Y en eso, los estúpidos nacionalistas catalanes se metían en un túnel sin salida, para, seguramente, tapar los latrocinios de la familia Pujol, en un tonto juego donde menos de la mitad de los catalanes, con mayoría en su cámara por culpa de la Ley Electoral, proclamaba la independencia y recibía la brutal y torpe represión de la policía de Rajoy, con fugas al extranjero de Puigdemont y regencia de un tal Torra, furibundo catalanista de boquilla.
En eso estábamos cuando Pedro Sánchez, el astuto, convocó una moción de censura para la que no hacía falta negociar nada con los partidos que no soportaban a don Tancredo, la corrupción de su partido y su "dolce far niente". Se cargó a Rajoy y accedió al gobierno minoritario, apoyado, de momento, por Podemos y los nacionalistas, que pronto pretenderían que el nuevo gobierno les diera la independencia.Tras unos meses de penurias y tiras y aflojas, Pedro, ante la imposibilidad de aprobar los presupuestos, ha tenido que convocar Elecciones Generales para dentro de un mes. Y en eso estamos.
El otro día, el PP, Ciudadanos y la nueva extrema derecha de Vox, convocaron una manifestación monstruo en la Plaza de Colón, que obtuvo un éxito solo relativo, pero que dejó muy claras las aspiraciones franquistas, neofranquistas y no-me-acuerdo-franquistas, de estos señoritos.
La Izquierda debería unirse en un nuevo Frente Popular, contra el franquismo que amenaza con volver, pero la izquierda de los jovenzuelos del 15-M todavía están inventado el huevo frito, y los adocenados barones del PSOE aguardan con la daga preparada para darle la puñalada a Pedro. Él está capeando magistralmente el temporal, sabiendo que es la única opción frente al fascismo autóctono, pero en Madrid, por ejemplo, ya hay cuatro candidaturas de izquierda, peleándose por personalismos idiotas.
Así que, o nos espabilamos o nos comen los fachas. Mi opinión particular es que, a la hora de votar, mandemos a los del huevo frito a hacer puñetas y votemos al astuto Pedro que, aunque no nos guste del todo, es la única opción útil. Que ya está bien de tonterías.

martes, 26 de marzo de 2019

UN RELATO ERÓTICO CUYO TEMA ES "MIRADA".

Que conste que yo no tengo la culpa. A mí, pudoroso por naturaleza, me daba corte publicar, o tan solo presentar en la tertulia, un texto tan atrevido. Yo soy así, ¿qué le voy a hacer? Así que la culpa es de quien nos puso el tema. Que conste. Y lo que habían propuesto para escribir era: "Un relato erótico cuyo tema será MIRADA". Pues, hala, ahí va y ustedes perdonen.



LAS CUATRO DAMAS DEL REVERENDO.

            Cuando yo, entonces aspirante a pastor, asistí al Congreso de Estudios Bíblicos de Boston y me presenté al director, reverendo Patrick Armstrong, él me propuso que durante los 4 días me alojara en su casa, que compartía con su bella esposa y sus tres lindas hijas, y durmiera en una habitación de la buhardilla. Esa noche, cansado del largo viaje en diligencia, me acosté pronto.
            Acababa de cerrar los ojos, cuando mi reposo fue alterado por el leve chirriar de la puerta al dar paso a una persona que, de forma sigilosa, se acercó a mi cama. El cuerpo desnudo, suave y perfumado de una mujer se introdujo bajo las sábanas. Sus manos delicadas deshicieron hábilmente el nudo de la cinta de mis pantalones de pijama, y una boca dulce y sabia me practicó una felación que me llevó al séptimo cielo. Cuando me repuse del orgasmo, la mujer ya no estaba en la habitación.
            Por la mañana, a la hora del desayuno, mi mirada recorría los rostros de las cuatro damas. Buscaba en ellos un gesto de complicidad que no encontré. Yo me preguntaba si la consumada pericia de mi acompañante nocturna podía indicarme que  se trataba de la señora Armstrong, pero ni ella ni ninguna de sus tres hijas daban la más mínima señal que me pudiera ofrecer una pista.
            A la noche siguiente se repitió la escena, aunque esta vez la mujer fue más exigente. Me invitó a hacerle un cunnilingus que le produjo múltiples orgasmos colmados de convulsiones y contenidos gritos, apenas exhalados como ronroneos. Después me devolvió el favor, permitiéndome que la penetrara. Y tras una agitada sucesión de embestidas acompañadas de besos en su boca ávida de amor, caí en el abandonado desmayo del más profundo placer que he experimentado nunca; tras el cual, la dama había desaparecido.
            Mi mirada escudriñó sus rostros en vano, durante la jornada. Y empecé a sospechar que las dos noches había tenido distintas amantes.
            La tercera fue increíble. Yo esperaba despierto, a oscuras, cuando ella entró y me cubrió de besos. Dejó que la acariciara en los lugares más recónditos de su cuerpo, antes de colocarse a horcajadas sobre mí y cabalgarme salvajemente hasta la extenuación. El placer vino a nosotros simultáneamente; y después, como en las otras ocasiones, ella se esfumó.
            La cuarta y última noche fue una verdadera orgía de sexo desenfrenado que duró varias horas, con múltiples explosiones orgásmicas que me dejaron exhausto.
            A la mañana del quinto día, cuando me despedí de todos los miembros de la familia Armstrong, recorrí inútilmente la mirada de las cuatro hermosas mujeres, incapaz de vislumbrar cuál había sido mi cómplice; quizá la señora, quizá la más osada de sus hijas… quizá las cuatro, una por noche. Nunca lo sabré, ni siquiera si es cierta mi sospecha de que el reverendo Armstrong estaba al tanto de lo que ocurría, e incluso había dirigido las actuaciones de sus damas en un ritual secreto de quién sabe qué desconocido credo herético.  

                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.

FRANQUISTAS, NEOFRANQUISTAS, CRIPTOFRANQUISTAS Y AFRANQUISTAS.




Por fin, ya no lo ocultan. La marea de extrema derecha que azota a Europa, las sandeces de los otros nacionalistas, los de Catalunya, las próximas elecciones con una derecha dividida… los ha puesto a todos ellos con el culo al aire. Ya no lo disimulan, ya no lo niegan. Los hay franquistas de toda la vida, los hay neofranquistas que acaban de descubrirse a sí mismos como totalitarios de derechas, los hay criptofranquistas que tratan de ocultarlo, pero se les ve el plumero fascista, se pongan como se pongan, y los hay que no saben que son franquistas pero que se comportan como tales, porque no lo saben, pero lo son. Unos están con Vox, otros con el PP y los últimos, que se creen liberales, con Ciudadanos. Qué lejos están estos Ciudadanos de los que fundaron este movimiento con el provocador Boadella, pero no nos engañemos, no lo saben, pero como el resto de la derecha, lo son. Y es que la derecha de este país viene del feudalismo, el cuartel y la sacristía. Se confirmó con un baño de sangre, con un horrendo crimen franquista, y no ha sabido librarse de él, porque tendría que renunciar a la propia estimación. ¿Quién va a reconocer los crímenes de papá o del abuelito? Y así, en cuanto se crispa el ambiente, el pueblo español, salvo cuatro (o muchos más, por desgracia) idiotas, o ignorantes, o mezquinos, o ilusos que se creen destinados a ingresar en no sé qué élite, o enfermos del Síndrome de Estocolmo, que votan a sus explotadores al viejo grito de: “¡Vivan las caenas!”, tiene que enfrentarse a los aprovechados de toda la vida.
Esta de ahora es una situación dramática para una España enferma. De nuevo se enfrenta el viejo y sufrido pueblo demócrata con los viejos señoritos canallas. De nuevo es cuestión de gritar “¡No pasarán!” y, esta vez sí, derrotar de una vez y definitivamente a los franquistas. El campo de batalla, hoy, son las urnas. Así que a ver qué votamos el mes que viene. Nos jugamos la dignidad, la vergüenza, incluso la vida. Es cuestión de utilizar el voto como arma de lucha en una guerra sin sangre, y conseguir abortar el avance de los cerriles. Ya ha pasado la hora de jugar a elegir la opción ideológica más bonita, ya ha pasado la hora de inventar el huevo frito. El voto ha de ser útil, esta vez sí, o estamos perdidos. Democracia o miseria moral, esa es la cuestión. Ser o no ser.

lunes, 18 de marzo de 2019

PERDÓN PERO... ¡OTRA VEZ!

Sí, eso, ¡Otra vez!

El silencio de las estrellas, de Miguel A. Pérez Oca, I Premio de Novela de Ciencia Ficción Ciudad del Conocimiento, vuelve a ser nº1 en ciencia ficción hard en Amazon Kindle.

sábado, 9 de marzo de 2019

EN EL DÍA DE LA MUJER.

Todavía impresionado por las manifestaciones de ayer, me permito poner en este blog unas palabras que acabo de escribir. Me han salido del corazón, así que perdonadme la osadía.


ELLAS NOS SALVARÁN.

            Ellas nos salvarán, como siempre nos han salvado. Un país en el que sus mujeres pueden mover a seis millones de personas en una tarde, no puede caer en la barbarie. Ellas no son solo madres y esposas, sostén de las familias, son personas con voluntad, autoridad y capacidades propias, tal como el otro 50% de la Humanidad, y lo están demostrando en cuanto ha pasado el reino de la fuerza bruta, nuestra única ventaja biológica como varones. Ayer se llenaron de gente las calles de mi patria, la misma patria de Rosalía de Castro, de Pardo Bazán, de Mariana Pineda, de Clara Campoamor, de Concepción Arenal, de Carmen Amaya, de Sara Montiel, de Montserrat Caballé, de Ana Belén y de Cristina Almeida. ¡Es la revolución! Y una revolución, han dicho las manifestantes, será feminista o no será nada.
            La testosterona mal asimilada, la caspa y la mugre medieval de un clero obsoleto y la picaresca de los bandoleros de corbata, apoyados en su resurgir en la imbecilidad de los nacionalistas de la periferia costera y el centro central, nos llevan a un precipicio de barbarie insondable, a lo negro, a la vieja España del cerrado y la sacristía, de la sangre gratuita y la pandereta, como Dios no lo remedie; pero Dios es un señor con barba, un patriarca caprichoso e inflexible creado a imagen y semejanza del hombre. Así que esto no tiene arreglo, como no nos salven las mujeres.
            Y entonces, desterrada la fuerza bruta como herramienta de poder, surge la mujer y alza su palabra, y las calles se llenan de voces dulces y airadas. “Yo no salí de tu costilla, tú saliste de mi coño”. “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”. ¡Qué jolgorio! ¡Qué placer, escuchar esas cosas! Y ese viento de libertad barre las brumas del fascismo, del viejo franquismo, de la barbarie, de la mezquindad y la cobardía que quieren volver. Y da un ejemplo al Mundo.
            Ellas nos salvarán, porque sin ellas no hay salvación. Nunca la ha habido.

                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.

                                        (A las mujeres de mi vida, a mis amigas del alma
                                        y a la memoria de un abedul que era mujer.)


jueves, 7 de marzo de 2019

MATAR EL GUSANILLO.



El tema de ayer era "Matar el gusanillo". Este fue mi trabajo.


GUSANILLICIDAS.

            Se veían todas las mañanas, a eso de las 11. Se sentaban a una mesa del bar de la Plaza, junto al Mercado, y se tomaban unas cervezas, salvo José que solo bebía agua por aquello de la pancreatitis, y Rodolfo, un Bitter Kas, por lo de su hipertensión. Gabrielito pedía siempre un pincho de tortilla, porque no sabía beber sin dar un bocado, y porque, como decían todos como excusa, era cuestión de matar el gusanillo. Lola era la única mujer, siempre lo había sido, desde aquellos tiempos mozos en los que la pandilla estaba constituida por los “chicos” y por Lola, cuyo carácter decidido y fuerte no le permitía formar parte del grupo de las “chicas”, subordinadas a los hombres. Tiempos en los que el machismo se veía natural. Ellas, en el fondo (ya he dicho que excepto Lola), eran las novias, o los ligues, de ellos. Lola no. Nunca tuvo novio en la pandilla, aunque mantuvo algún escarceo erótico con los que le dio la gana.
            Aquella mañana, Gabrielito (don Gabriel para los contemporáneos no pandilleros) y Lola fueron los únicos en acudir a la cita gusanillicida.
            -¿No viene nadie más? – preguntó Gabrielito al ver la mesa vacía.
            -Bueno… Rodolfo ha llamado, que no viene porque tiene que ir al médico. Manolo está en urgencias del hospital, porque esta noche le ha dado un cólico a su mujer. Fabián, ya sabes que últimamente está deprimido y pone cualquier excusa para no venir. Y José ha dicho que se ha levantado con lumbago y no tiene ánimos para acercarse…
            Gabrielito miró a Lola con una mezcla de nostalgia y viejas pasiones recordadas.
            -Fíjate, Lolita, que es la primera vez que estamos solos, sin la pandilla alrededor.
            -Sí, es verdad – contestó ella con un gesto sorprendido.
            -Pues, a buenas horas, mangas verdes. A solas te hubiera querido pillar hace muchos años.
            -No será porque no te di ocasiones – respondió Lola, con un brillo intenso en los ojos.
            -Mira, ahora que somos viejos y que ya tenemos todo hecho, puedo hacer acopio de valor para confesarte algo… Cuando te enrollaste con José yo sufrí mucho porque estaba enamorado de ti. Siempre lo he estado, pero tu personalidad me apabullaba. Y cuando tuviste aquello con Jesús, también sufrí. Después te fuiste y te casaste. Todos acabamos casándonos. Y ahora, después que enviudaste, has vuelto de nuevo a la pandilla, a esta vieja pandilla de abuelitos obsoletos, y eso me consuela.
            -¡Tonto! - exclamó ella con rostro tenso - ¿Por qué no me dijiste nada? Si yo no me quedé con ninguno fue porque solo te esperaba a ti. Y como ni siquiera te insinuabas, ni las chicas de entonces nos declarábamos, acabé casándome con Ricardo. Por tu cortedad hemos perdido la ocasión de ser felices. Tonto… Aunque quizá nunca es tarde…
Y él suspiró y tardó un rato en responder.
            -Verás, Lola, querida. Es que ya es tarde, ¿sabes? Aquí venimos a matar el gusanillo, pero el gusanillo… ya está muerto.

                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.