lunes, 24 de octubre de 2011

ETA YA NO MATA.






Hace años, mi suegro se pasó varios meses sentándose todos los días sobre una bomba de ETA. Trabajaba en la RENFE y todas las mañanas iba con su bocadillo a desayunar con sus compañeros de la consigna. Había allí una maleta voluminosa presuntamente abandonada por alguien. Y Manolo, mi suegro, la utilizaba de asiento. Un día se recibió en la estación una llamada indicando que la tal maleta estaba llena de explosivos prontos a ser activados. Los artificieros, por medio de un robot, se llevaron la maleta a un descampado y la hicieron estallar, con un estruendo que se oyó a muchos kilómetros de distancia. Mi suegro no pudo dormir en muchas noches.
Ahora, la ETA ya no mata, o al menos eso han dicho ellos, enfundados en la capucha bajo la boina. Y nos lo han dicho como quien hace un regalo, como quien nos perdona la vida. Y piden, o exigen, a los gobiernos español y francés que negocien soluciones a “las consecuencias del conflicto”. En la manifestación abertzale del otro día había quien pedía amnistía. Y es que para ellos, una vez que han perdonado la vida a sus futuras víctimas, aquí no ha pasado nada y “pelillos a la mar”. Pues, no, señor, que las heridas que han dejado son muy profundas y que a ellos se les podría sacar de la cárcel, pero a los muertos no se les puede sacar de las tumbas. Si han decidido no matar es, sencillamente, porque ya no pueden hacerlo, porque nadie quiere ya ser su jefe con una vida media en libertad de unos pocos meses y porque ven que les conviene más tratar de conseguir poder mediante las urnas que mediante los tiros, y los demócratas les han obligado a elegir. Y que conste que de “conflicto” nada, ¿eh? Aquí ha habido una banda de asesinos enfrentados a un estado de derecho que los ha perseguido dentro de la ley votada por el pueblo, y no otra cosa. Por eso, durante un tiempo, su estrategia consistió en asesinar militares, a ver si los animaban a dar un golpe de Estado que trajera una nueva dictadura contra la que estuviera justificado luchar. Casi lo consiguen los angelitos. Afortunadamente, ya no abundaban los Tejero, Milans del Bosch y Armada, y ya había en este país hombres como Gutierrez Mellado y Sabino Fernández Campo.



Si los etarras se hubieran disuelto durante la Transición, cuando se decretó la amnistía, se les recordaría ahora como luchadores antifranquistas, como a los maquis, pero contra la democracia legal no hay lucha que valga, que pueda ni deba ser justificada.
Tengo varios amigos vascos a los que felicité el día del comunicado, y todos me respondieron de la misma manera: con cautela, con desconfianza. Vamos, que no estamos para echar a doblar las campanas, que no nos debemos dejar llevar por la euforia, el optimismo y la alegría que nos debiéramos merecer. Porque hay que esperar, a ver si es verdad, a ver si se disuelven de verdad, a ver si entregan las armas de verdad, a ver si piden perdón por todas las atrocidades de asesino en serie que han cometido, de verdad.
Me pregunto cómo el nacionalismo, el mal entendido patriotismo, puede llevar a determinada gente a tal estado de paranoia colectiva que justifique los asesinatos, las extorsiones y la violencia generalizada. Cómo pueden creer que la Patria (o Dios, en otros casos) puede justificar una sola muerte violenta y cruel. Esa gente está enferma y tiene que curarse, ellos sabrán cómo. Pero que no pretendan que nos olvidemos de todo y nos tomemos juntos unos chupitos. Faltaría más.
Miguel Ángel Pérez Oca.

1 comentario:

eusebio perez oca dijo...

La otra cara es la de los que quisieran que ETA no se acabara. Así seguirian jugando con el miedo. La ausencia de miedo da libertad. Y hay quien tema y mucho a la libertad. Ahora juegan con que "los politicos se quieren olvidar de las victimas". Acaban de hacerlo en uno de esos programas ultracentristas. Ellos los que se olvidan de las victimas de los demás exigen, por que les interesa, que no se olviden a las victimas de ETA. Yo no puedo olvidarlas. Un amigo fue asesinado en Bilbao dos meses antes de nacer su hijo. Su delito: estar en paro y entrar en la policia. Yo no le olvidaré como no olvido a ninguna victima. Como no olvido a mi amigo torturado por ser ecologista en los años setenta, a finales. Fue tratado como a un violento por los franquistas de entonces, y de ahora, que los hay. Ninguna victima debe ser olvidada. Me viene a la memoria los obreros asesinados en Ferrol, tres. Igual número que los de Granada o los dos de Carmona. A estos últimos, preguntado un jefazo de ETA en su refugio frances, dijo que no le importaban por que no eran vascos. Alegria, esperanza, precaución y a demostrar que los buenos se diferencian de los malos por muchas cosas. Cuando paso por el Mercado Central recuerdo y no olvido. Cuando paso por la Estación de Autobuses no olvido a mi amigo el parado que se metió a policia. Espero que ETA ya no mate. Esperoque el olvido no mate. Espero que no olvidemos a NADIE.