sábado, 29 de octubre de 2011

5 MILLONES DE PARADOS. ESTO SI QUE DA MIEDO.




Uno de cada cuatro trabajadores españoles está en el paro. Cuando se acaben los subsidios, una de cada cuatro familias españolas pasará hambre, perderá su casa y sus derechos constitucionales. Y, mientras, los esfuerzos de los dirigentes europeos van encaminados, obsesivamente, a que los bancos acreedores cobren las deudas de los arruinados. Los estados, en particular el español, no podrán responder a sus compromisos, peligrarán las pensiones, se arruinarán las prestaciones en Sanidad y Educación. Pronóstico: Hundimiento del Estado y estallido social. Y uno oye en las tertulias de la radio las propuestas de los políticos y no ve en ellas nada más que cataplasmas y parches, remiendos y zurcidos. El PP sigue con su obsesión de culpar a Zapatero de esta catástrofe planetaria y el PSOE de Rubalcaba no se moja el culo y se entrega a la confección de preciosas y progresistas cataplasmas. Y en cuanto alguien se atreve a proponer alguna medida radical, se le acusa de demagogo. Se trata, por lo visto, de defender el Sistema Capitalista cueste lo que cueste... PUES, NO. No, señor. Aquí de lo que se trata es de aceptar de una puñetera vez que EL CAPITALISMO HA FRACASADO, ES INVIABLE, INJUSTO, CRUEL, DISCRIMINATORIO (en favor de los ricos, naturalmente), MONSTRUOSO E IRRACIONAL. Prima arbitrariamente el dinero sobre el trabajo, que es como decir que el título de propiedad es más importante que la finca.

Si al otro lado del vetusto "Telón de acero" pervivieran regímenes comunistas, uno podría presentar esa alternativa a la crisis. Pero el famoso telón es ya solo un recuerdo, justamente fracasado. Porque un comunismo deseable hoy, debería ir acompañado, como condición indispensable, de una verdadera democracia. Si algún grupo político fuera capaz de plantearse así el cambio necesario, la gente desesperada podría votarlos y las innovaciones revolucionarias podrían enfocarse desde la democracia; pero la resistencia a ultranza de los poderes del dinero, la castración ideológica de los grupos políticos y la desinformación, mezquindad y miedo colectivos ocasionarán una hecatombre, una catástrofe que terminará, me temo, en alguna forma de totalitarismo, ya sea fascista o estalinista.

Como siempre, acabarán triunfando los malnacidos, con el auxilio indispensable de los tontos.

Que Dios nos pille confesados.

Miguel Ángel Pérez Oca, el atribulado.

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