
Ayer me publicó el Diario Información de Alicante una carta al Director titulada "Los indignados y las urnas", en la que exponía mis reflexiones sobre la manifestación mundial del sábado anterior. La limitación del texto a 15 líneas, exigida en las normas de la publicación, me impidió desarrollar el tema como a mi me hubiera gustado. Así que ahora os pongo el texto en toda su extensión. Me gustaría recibir pareceres de los lectores.
LOS INDIGNADOS Y LAS URNAS.
El pasado sábado volvió a estar la Puerta del Sol llena a rebosar de quincemayistas y simpatizantes. Y en Alicante, según los arganizadores, se congregaron 25000 manifestantes. Y no solo hubo manifestaciones multitudinarias en este sufrido país, sino en todo el mundo desarrollado. Basta ya de recortes, de desahucios y de corrupción, gritaban los chicos de la Democracia Real Ya. Y cada vez convencen a más gente; aunque hay quien dice que éste es un movimiento emocional, al que le falta pensamiento, coordinación y programa, como diría Anguita. Porque lo triste, para mi, es que si esta gente se presentase a las elecciones arrasaría y evitaría el desastre que se avecina si la derecha consigue el poder absoluto en nuestro país, pero no se presenta. Es verdad que dicen algunas tonterías, como estas perlas leídas ayer en dos pancartas: “Si la Monarquía es de los mercados la República será para el pueblo” (Alemania, Francia, Italia, EE.UU., Portugal, Irlanda y Grecia, la pobre Grecia, son repúblicas, que yo sepa, y también, como nosotros, sus pueblos son víctimas de los mercados, ¿no es así?). “Es vuestra crisis – decía otra pancarta- no nuestro problema” (Que le digan a los parados de quién es el problema). También dicen que en cada embajada española debe haber solo un embajador y un consul, que hay que disolver el Senado y otros disparates acordados en asambleas mediante el voto a mano alzada y agitada. No hablan de acabar con el capitalismo, que eso sí me gustaría, y manifiestan un dudoso desprecio por los partidos y los políticos en general. Yo creo que en algunas cosas andan muy equivocados. Yo me pasé 30 años de mi vida bajo la dictadura franquista y sé lo que cuesta la libertad; también sé que los partidos y los parlamentos son indispensables, aunque de vez en cuando hay que darles un poco de zotal para desinfectarlos de corrupciones y adocenamientos. Que ya lo dijo Curchill: “La democracia es el menos malo de los sistemas políticos”. Por otro lado, los quincemayistas están ganando la adhesión de los votantes potenciales de la izquierda, y en las próximas elecciones generales, como en las anteriores municipales y autonómicas, le van a hacer un involuntario favor a la derecha, cuyos votantes siguen impasible el ademán, dispuestos a hacerse con el poder y tomarse la revancha del franquismo sobre aquellos progresistas que desautorizaron la frase del Generalito: “Está todo atado y bien atado”. Bueno, pues os lo confieso, no sé a quien voy a votar el 20-N. Desde luego no a los señoritos que con todo el poder del Estado en sus manos nos van a sodomizar a la gente de a pie, mucha de la cual, para mayor INRI, les habrá votado, por aquello de a ver si con el cambio va todo a mejor (y una m...). El PSOE, a pesar de Rubalcaba, que me parece un tío estupendo y perfectamente capacitado para capitanear la singladura a través del actual temporal económico, está rodeado de adocenados y tontilocos, como esa Leire Pajín que tuvo no sé si la desfachatez o la ignorancia supina de ir a tomar posesión del Ministerio de Sanidad con una pulserita mágica en la muñeca, sancionando (quiero creer que inconscientemente) el timo esotérico y anticientífico. En cuanto a los de Izquierda Unida, con el simpático compañero Cayo Lara a la cabeza, vuelven a gritarnos que votar al PP y al PSOE es lo mismo. Ellos saben muy bien que no, que no es lo mismo, que a pesar de todo en el partido socialista hay gente progresista y en la derecha están los señoritos de siempre, y que sus sensibilidades sociales son muy diferentes. Pero, bueno, pensará Lara, unos pocos escaños para mi partido bien valen unas cuantas mentiras y la pérdida de muchos escaños para la suma general de la Izquierda a la que digo pertenecer. Además, cree que va a poder capitalizar las consignas de los quincemayistas, por mucho que lo echen a patadas de sus acciones contra algún desahucio. No escarmientan, y con su pan se lo coman. Y, para terminar, me acuerdo de los nacionalistas cada vez que me entero de que unos cuantos argelinos se han jugado la vida en una patera; riesgo que no hubieran tenido que correr si hubieran seguido siendo franceses y hubieran luchado, eso sí, por una amplia autonomía dentro del estado galo, sin banderitas ni himnos, y sin gobernantes corruptos de partido único. En cuanto a los ecologistas, me remito al Congreso Escéptico celebrado recientemente en Alfaz del Pi y a la magnífica ponencia sobre los transgénicos y los "alimentos naturales” que nos impartió J.M. Mulet. Así que ¿a quien puñeta voto? Porque no votar o votar en blanco, como recomiendan muchos quincemayistas, también es contribuir al triunfo de los triunfantes (en este caso, el PP). Es desesperante. Porque yo a quien votaría, si se presentaran a las elecciones, sería a los del 15-M, a pesar de su inexperiencia y su ingenuidad manifiesta, a pesar de su visión romántica de los cambios necesarios. Y los votaría porque solo ellos podrían cambiar las cosas realmente putrefactas de esta crisis a la que no se admite, por parte de los poderes fácticos económicos y políticos establecidos, otra solución que no sea la neoliberal, la que preconiza el Fondo Monetario Internacional y todos esos economistas pandorgos y cerriles que nos van a llevar al despeñadero. Solo los chicos y chicas del 15-M podrían frenar el ascenso imparable de la vieja derechona de charanga y pandereta. Pero ellos no quieren mojarse el culo, les parece indigno presentarse a unas elecciones y se conforman con hacer manifestaciones y acampadas, y alzar pancartas pretendidamente ingeniosas que demuestran lo listos que son. Y mira que les ha dicho Hessel, el padre del movimiento: “Que se involucren en la política para poder cambiarla desde dentro” y que “si no les gustan los partidos, deben involucrarse en ellos para cambiarlos”. Sí, señor, cómo se nota que es un viejo sabio, lleno de experiencia, como nuestro Sampedro. Porque solo con manifestaciones y pancartas no van a poder cambiar el mundo. Y el mundo debe ser cambiado, necesita urgentemente ser cambiado o se hundirá en la locura que lo está envenenando y matando de hambre a la mitad de su población. Pero el mundo se cambia mediante la revolución o las urnas. La revolución suele traer sangre y totalitarismos; así que permitidme que me quede con las urnas. Y es por eso que me gustaría que los indignados se animasen a hacer política de verdad, en España y en el resto del mundo. Yo, ya lo he dicho, los votaría, y conmigo, estoy seguro, la multitud progresista que le está viendo las orejas al lobo y se retuerce de miedo e impotencia. Pero me temo que eso de involucrarse en la política lo ven muchos de estos inteligentes y románticos chicos como muy cansado, o como muy vulgar. Lástima.
Miguel Ángel Pérez Oca.