miércoles, 14 de abril de 2010

LA REPÚBLICA, ¿QUÉ REPÚBLICA?




Hoy es 14 de abril, Día de la República. Tal día como hoy, en 1931, se proclamó la II República, y en los meses siguientes se elaboró la Constitución que, con la de Weimar en Alemania, era la más progresista de Europa. Durante muchos años, un Rey (Alfonso XIII) sin visión política y con demasiado poder ejecutivo, estuvo desprestigiando la Monarquía con su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera y a la desgraciada Guerra de África, a la cual no iban los jóvenes ricos que podían pagar 3000 pesetas, mientras los pobres marchaban a morir a manos de los rifeños para defender los intereses de los propietarios de las Minas del Rif, cuyos hijos, desde luego, no iban a la guerra como no fuera de oficiales. Estas desigualdades flagrantes provocaron la Semana Trágica de Barcelona, que se saldó, por parte del poder, con el fusilamiento del pedagogo Ferrer Guardia. En fin, que al final de este rosario de despropósitos, Su Majestad se hundió con el Dictador, y el régimen monárquico cayó en unas elecciones municipales donde los partidos de izquierda, que hasta entonces no habían gozado del espacio político que merecían, revalidaron la voluntad mayoritaria de deshacerse de aquel rey que había nacido soberano y murió turista. Fue un 14 de abril y, después de un errático camino de 5 años de alternancia bastante agitada, el triunfo de la coalición de izquierdas "Frente Popular", animó a una panda de generales traidores y clasistas a alzarse contra el Gobierno legalmente constituido un 17 de julio de 1936 de triste memoria. En media España triunfó el fascismo más casposo y retrógrado, en la otra media, la revolución, mejor dicho, las revoluciones; porque la idea de revolución que tenían los comunistas y parte de los socialistas difería mucho de la idea de cambio revolucionario que tenían los anarquistas. Después de 3 años de sangre y crueldades, de dolor e injusticias, la guerra se terminó en el puerto de Alicante y vino la época negra y larga de la revancha, de la posguerra sangrienta de los fusilamientos, de las cárceles, de la censura y del silencio.


Es lógico que haya mucha gente que en esta fecha reclame la vuelta del régimen republicano. Es lógico que se quiera el regreso del regimen asesinado por los facistas nacionales, ayudados por sus homónimos italianos y alemanes. Es lógico que estos días se agiten de nuevo las banderas de la II República... Pero los que así se manifiestan, según mi modesta opinión, deberían dar un paso más hacia el futuro y preguntarse: ¿QUÉ REPÚBLICA QUEREMOS? Porque cualquier República no vale. Debería ser una República que superase en democracia a esta actual monarquía de D. Juan Carlos I.


Yo me he molestado en consultar a algún catedrático de Derecho Constitucional que me dice que la Constitución Republicana de 1931, con ser muy progresista en las fechas de su nacimiento, se ha quedado obsoleta y ha sido superada con creces por la actual Constitución Monárquica de 1978. Repúblicas las hay de muchas clases. No es lo mismo la República Norteamericana, presidencialista, donde el Presidente es a la vez Jefe del Gobierno y del Estado, que la italiana, donde los poderes ejecutivos residen en el Jefe del Gobierno. No es lo mismo una república federal como la alemana que una centralista como la francesa. Y no es lo mismo una república europea que una africana. Hay muchas llamadas repúblicas regidas por tiranos corruptos y hay monarquías (todas las europeas) rigurosamente democráticas.


Lo importante, creo yo, es garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos, y para eso está probado que, al menos por ahora, no es mejor necesariamente una república moderna que una monarquía igualmente moderna.


Así que, pese a los impulsos sentimentales que a todos los progresistas españoles se nos suben a la garganta cuando hablamos o pensamos pasados episodios de la defensa de las libertades republicanas contra el franquismo, creo que debemos anteponer la Democracia a sus instrumentos, sean estos republicanos o monárquicos.


Por otro lado, esta vez, si hubiera que implantar una república, habría que hacerlo de forma consensuada entre todo al arco político, de izquierda a derecha. Así que no se trataría de una simple restauración de la II República sino de una instauración de una hipotética III República, con una constitución y unos símbolos que no tendrían por qué coincidir con los propios de la anterior. Por ejemplo, podría ocurrir que no se resucitara la vieja bandera tricolor, sino que se siguiera empleando la bandera tradicional rojigualda, cambiando tan solo los símbolos monárquicos del Escudo Nacional. Ya pasó así en la I República.


Así que, a ver si pensamos más en qué república queremos, que aumente las libertades y garantías democráticas, y menos en viejos símbolos que pueden o no tener sentido pero que, en todo caso, son secundarios.


Si me preguntasen a mí, yo diría que quiero una república parlamentaria y federal cuyo presidente fuese necesariamente una figura de prestigio elejida por el parlamento con una amplia mayoría de consenso (2/3 ó 3/4) y con un mandato de quizá 6 años que no coincidiese con los mandatos legislativos. Sus atributos como Jefe del Estado serían más o menos los mismos que hoy ostenta el Rey. El senado sería una cámara territorial donde los representantes de los estados (hoy autonomías) pudieran discutir los temas comunes en pie de igualdad, estableciendo unas competencias definitivas que soslayasen el eterno enfretamiento del Estado Central contra los Estados Autonómicos de hoy día. Y las iniciativas legislativas y algunas acciones del Estado serían participadas en referendums informáticos por los ciudadanos aprovechando la actual tecnología digital. Las elecciones se harían con listas abiertas en circunscripciones comarcales, mucho más pequeñas que las actuales provincias, para que los parlamentarios tuvieran mayor relación con sus vecinos y se sintieran más dependientes de sus votantes que de sus partidos. Finalmente, los jueces y sus órganos de gobierno serían elegidos por el Pueblo Soberano en un sistema que evitara en lo posible su politización o depedencia políticas, democratizando así el Tercer Poder del Estado preconizado por Montesquieu.


Yo votaría ahora mismo por una República así, porque no me vale cualquiera, por mucha bandera tricolor que luzca; y para estar peor, o pagar un alto precio de sangre y conflictos por ella, mejor me quedo como estoy.


¿Está claro?


Miguel Ángel Pérez Oca.


1 comentario:

Joaquín Botella dijo...

Amigo Miguel Ángel:

Con la sabia prudencia que te caracteriza, te doy mi más sincera enhorabuena por ese pedazo de artículo tan cabal que has escrito y que suscribo en todos tus puntos, si bien a mí sí me gustaría que se conservase la bandera tricolor, cuestión de capricho, si quieres, pues, a fin de cuentas, un símbolo es eso, un símbolo, que ni quita ni pone rey a lo simbolizado.


Cumpliendo años mi madre, cuyas perras dice ella que son princesas, el 14 de abril, hace algunos años me inspiraron el poema que transcribo a continuación, y del que pongo el enlace (http://joaquinbotella.com/poesias/princesas.html) por si Miguel Ángel, el Presidente ejecutivo de la gran república que es este blog, lo estimase fuera de contexto.

¡Viva la 3º República, camaradas!




LA PRINCESAS DE CASA
Si los reyes de España supieran
Lo poco que van a durar,
A La calle saldrían gritando:
“¡Libertad, libertad, libertad!”

(Letrilla popular, variación
sobre el Himno de Riego)

Dice mi madre, sobre Blanca y Bola,
que son princesas de azulada sangre.
Lo dudo, yo le digo:
¿acaso nadie ha visto,
a verbenero ritmo zarzuelero,
cual viles verduleras, ladrar sus castañuelas,
u hozar en la cocina las migajas,
a su alteza real Doña Leticia,
a la infanta Leonor, o, aún mucho peor,
que clama a la porfía, a Helena Sofía?

Ella, que fue alumbrada el decimocuarto día
del mes de abril del año treinta y uno,
se calla, pues no quiere toparse con la cruda
y fea realidad:
que sálica realeza
ahorcó el aire en los riegos libertarios,
y que si bien se trata de indeseables tiempos,
ya pasado,
que heredó nuestro corazón-balido,
¿a qué tanto valido
comiendo y vestido
por la soberanía nacional costeado?.

Persígnense las cruces y los cetros,
que no precisan votos,
pues son reliquias viejas de museo
en este nuevo mundo de sufragio.
Y que esta “realidad”,
que a borbotones mora en cielo pardo,
se vaya deshaciendo en lluvia ya de olvido.

Mi madre calla y piensa: “¡madre mía!,
¡este hijo mío…!”, mientras a Blanca y a Bola yo
voy a abrirles la puerta de la calle
para que se replieguen en sus patas traseras,
no en posición de salto, sino para que alivien
sus riñones sobrecargados de oro,
ya que su orín no vela mástiles en la mar,
al tiempo que le canto a mi mamá:
“ … te deseamos todos, cumpleaños feliz”.


Joaquín Botella