martes, 15 de julio de 2014

DE NUEVO EN TABARCA.



En la noche del 5 al 6 de este mes, estuve de nuevo en Tabarca con los chicos de Centro 14, y con motivo de esta visita astronómica he compuesto un poema de verso libre que ayer leí en la Tertulia de la Bodega Adolfo y que os pongo a continuación:



LA LUNA SOBRE TABARCA
            Riela sobre Tabarca
            y no estás tú.
            En mi telescopio, los cráteres se agrandan
como vacías cuencas que no devuelven mi mirada... ¿o sí?
Y no estás tú.
Más allá de los gigantescos contrafuertes de Tyco y Clavius,
el horizonte lunar se quiebra
y un mar celeste de estrellas rodea a la Reina de la Noche,
como otra isla, como una Tabarca cósmica.
Y no estás tú.
Marte, tan cerca de la Luna,
es una minúscula esfera de rojizos e imprecisos bordes,
cabalgada por la mancha blanca de las nieves eternas de su polo austral…
Y no estás tú.
Y más lejos, un gigante amarillo y caníbal, Saturno,
me muestra sus anillos increíbles y sus satélites:
Titán el rojo, y Tetis, Dione y Rea como tres pequeños,
apenas visibles, copitos de nieve…
Y no estás tú.
¿De qué me sirve la doble y hermosa Albireo,
con sus dos desiguales estrellas, la una roja y la otra azul…
si no estás tú?
¿Y de qué me sirve la sobrecogedora nebulosa anular de Lyra,
la agonía gloriosa de un sol lejano…
si no estás tú?
Ni el enorme Triángulo del Verano,
ni la estrella Doble Doble, con sus complejas evoluciones,
ni la nebulosa caliente Trífida, parturienta de estrellas,
ni La Laguna, donde beben los unicornios del cielo,
ni las fabulosas constelaciones, con sus mitos fantásticos,
como el evidente Escorpión, o Sagitario,
la tetera celeste tras la que se esconde el corazón de la Vía Láctea,
ni las remotas galaxias de Virgo…
Si no estás tú.
El Cosmos, a nuestro alrededor, hace más isla a Tabarca,
y las lejanas luces de la costa se humillan, ignoradas, bajo el Firmamento.
Las olas prestan su incierto rumor a las viejas murallas,
y rompen los brillos cómplices de la pálida Luna sobre la mar satinada,
en una noche de Verano, oscura y luminosa a un tiempo.
Todo se impregna de los enigmas del Universo, pero…
no estás tú, para compartirlos conmigo.
No estás tú.
Como siempre, te has quedado en casa.

Miguel Ángel Pérez Oca.


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