lunes, 31 de mayo de 2010

EL NIÑO QUE VIO A MIGUEL HERNANDEZ.


Mi primo Julio Oca Masanet, "Petete", reside hoy día en un rincón maravilloso de la provincia de Gerona, pero en 1942 estaba en Alicante. Su padre, mi tío, Eusebio Oca Pérez, "Eusebito el de Barcelona" (Yo he tenido un Bisabuelo Eusebio Oca, tres tíos Eusebio Oca, y ahora un hermano Eusebio Pérez Oca), cumplía una injusta pena de cárcel en el Reformatorio de Adultos de Alicante, junto a otro recluso llamado Miguel Hernández, al que vio morir de tisis y de asco y con el que pasó jornadas de dolor y camaradería. Mi primo Julio era entonces un niño muy pequeño y, tal como él dice, debió ver a Miguel Hernández en varias ocasiones, con motivo de las visitas carcelarias, pero no puede recordarlo. Tras la muerte de Miguel, Eusebio Oca fue excarcelado y desterrado de Alicante (había cometido el terrible delito de presidir un sindicato democrático de estudiantes), y marchó a Barcelona con mi tía Isabelita y su hijo Julio. Allí tendría más hijos y un trabajo, y todos salieron adelante. Los Oca de Barcelona siempre han sido nuestro ejemplo de superación, de capacidad de enfrentarse al infortunio y salir triunfantes.
Mi primo nos ha mandado un artículo que os voy a mostrar a continuación y que también ha sido publicado en el blog de Alicante Vivo.
Espero que os guste y que apreciéis este testimonio que es un pedazo de Historia.


DEBI CONOCER A MIGUEL HERNANDEZ, PERO. . . . . . .
Artículo de Julio Oca Masanet

Miguel Hernández ingresó en el Reformatorio de Adultos de Alicante el 29 de Junio de 1941, yo entonces tenia dos años y cuatro meses. Mi padre, Eusebio Oca Pérez, fue encarcelado pocas semanas después de nacer yo el 18 de Febrero de 1939. La fecha exacta es el 17 de Abril de 1939, y yo tenia entonces dos meses.

La Sentencia por AUXILIO A LA REBELION y otras acusaciones igual de surrealistas, como era costumbre de la época, fue a quince años de prisión menor, se dictó el 17 de Octubre de 1939.

Tras muchas gestiones, avales, descargos, papeleos, instancias absurdas y una burocracia de estilo decimonónica, mi padre es excarcelado un 18 de Julio de 1943, cumpliendo cuatro años, tres meses y dos días de encierro, siendo desterrado de Alicante, marchando él solo a Barcelona, donde vivía una prima hermana, Amparo Oca Puerto, que le ayudó en lo que pudo, que no fue mucho dada la época de posguerra aquí y que aun quedaban dos años de Guerra Europea.

Pocos meses después, mi madre, Isabel Masanet Robles (maestra, igual que mi padre), mi abuela materna y yo, embarcamos en el buque de transporte SIL desde Alicante a Barcelona. Pero es otra historia.

Vuelvo al principio del relato, datos y fechas concretas, intentaré explicar el título del escrito.

Miguel Hernandez ingresa en el Reformatorio el 29 de Junio de 1941 y fallece casi nueve meses después, el 28 de Marzo de 1942. Mi padre y varios amigos
me hacen tres regalos muy queridos para mi, el primero con motivo de mis primeros ocho meses, el título “Felicidades Julito” el 18-10-39.Colaboran Eusebio Oca Perez, José Juan Perez: músico, Melchor Aracil Gallego: pintor, Ricardo Fuente Alcocer: pintor, Gastón Castelló Bravo: pintor, Miguel Abad Miró: pintor casado con Carmen Lobregad Andrés, amiga de Isabel, mi madre, Vicente Olcina Segui: pintor y un precioso verso de José María Lobregad Andrés, hermano de Carmen: poeta, que fallecio poco después con 25 años. De cada uno tengo unos dibujos preciosos y muy personales.

El segundo regalo, es para mi segundo cumpleaños, el 18-02-41, es un cuento de Jose Ramón Clemente Torregrosa, “El Rey de los Chiquillos” ilustrado por Ricardo Fuente. Cuatro meses después llega Miguel Hernández al reformatorio.

Mi padre, para celebrar mi tercer cumpleaños, hace un “Cuento para pintar” el 18 de Febrero del 42. Un mes y diez días después,fallece Miguel.

A partir del segundo año de cautiverio, en el 1940, se suaviza algo el trato con los prisioneros y para “celebrar la Victoria” cada 18 de Julio permiten la entrada a los familiares directos, esposas e hijos, y es cuando descubro que “papa tiene piernas”, ya que hasta entonces solo le había visto a través del ventanuco exterior de la cárcel, enrejado.

Yo pude ver posiblemente a Miguel, el 18 de Julio de 1941; hacía pocos días que había llegado y sé que ya tenia relación con mi padre, pero lo que sí es cierto es que mi madre y una prima de mi padre entraban a Manolillo como si fuera yo; entonces llamaban a mi padre que salía cojeando ya que estaba muy mal de una pierna, sostenido, entre otros presos, por Miguel, que asi podía ver a su hijo, ya que hasta que no se casó con Josefina, aquellas malas personas no consintieron en autorizar que le viera. En otras ocasiones entraba yo con mi madre y a mi padre le acompañaban, entre otros, Miguel Hernández.

Estoy intentando con todas mis fuerzas localizar a familiares de los amigos de mi padre en cautiverio. He encontrado al hijo de Ricardo Fuente, con el que me llevo un mes de edad y de igual nombre, y a la viuda de Miguel Abad, Carmen Lobregad, con 95 años,hermana de Jose Maria, el poeta que falleció tan joven... Qué pocos quedan de ese grupo de buena gente y mejores artistas tan injustamente tratados y por los que tan poco se han preocupado las generaciones siguientes.Ya es hora de que se les tribute el reconocimiento y memoria pertinente.De poco sirven los papeles, cartas, dibujos y nuestros recuerdos, si no los aireamos y hacemos que sean conocidos por alguien mas que nuestras familias.

Seguiremos próximamente en contacto

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