miércoles, 2 de junio de 2010

ARTÍCULO DE UN COMPAÑERO DE LA FEDERACIÓN DE PENSIONISTAS DE CC. OO.


Ahí os pongo un artículo que vale la pena leer.


EL PERVERSO LABERINTO DE LA ECONOMIA, LA POLÍTICA Y LA SOCIEDAD


Creo que para entender lo que ocurre en el primer mundo, pero sobre todo, para entender nuestro comportamiento; nuestra forma de ser; nuestras reacciones sociales; nuestros deseos; lo que nos hace felices o infelices, deberíamos plantearnos salir de la ignorancia, del embrutecimiento como ser humano, en el que nos encontramos. Somos analfabetos políticos. Han conseguido hacer de nosotros unos seres que tienen que ver poco con lo mejor de nuestros antepasados, parece como si los genes de nuestros ancestros hayan sido eliminados o seleccionados, de manera que a nosotros sólo nos llegan los clonados adecuadamente para ser una especie sin memoria, sin sentimientos de autentica generosidad, solidaridad.

Que el bien común nos suene a estupidez. Se nos ha inculcado un concepto de la vida social sin vida social, que empieza y acaba en nosotros mismos, o como mucho en nuestra familia más próxima.

Somos incapaces de mantener amistades de por vida. Nos parece normal alegrarnos de los problemas de los demás –aunque no lo digamos en público– pero eso compensa un poco nuestros propios problemas. Siempre la culpa la tiene el arbitro, no conozco a casi nadie que asuma sus propios errores, todos nos consideramos victimas –es verdad que lo somos– pero muchas veces también somos, como mínimo, cómplices de nuestra propia desgracia.

Nosotros pertenecemos a un pueblo que ha sido heroico; trabajador; generoso; solidario. Algunos estudiosos, buena gente, escarbando en nuestro pasado encuentran biografías que hoy día son increíbles. Miramos a nuestro alrededor y es literalmente imposible encontrar a alguien así, pero es verdad que esas personas existieron. ¿Cómo nos hemos transformado en lo que hoy somos? Desde luego, no por casualidad. Respondemos a lo que el “mercado” necesita, gente dócil, gente asustadiza, gente fácilmente manipulable, personas que solo utilizamos una pequeña parte de la capacidad de nuestro cerebro, individuos que nos llevan con los ojos cerrados, videntes que no queremos ver, que permanente tenemos que estar reponiéndonos de un tropezón y del cual tenemos que echar la culpa a otros.

Pero ¿Quién es ese “mercado”? Pues resulta que también lo formamos nosotros. Es la economía; la política; la sociedad; es todo lo que se mueve y tiene vida. Son nuestras asociaciones; sindicatos; partidos (también los de fútbol) nuestras familias, etc.

Pero resulta que tenemos que ser apolíticos, no estar en los sindicatos, en las asociaciones, en los partidos (también los de fútbol), salvo que seamos fanáticos o saquemos algo de ello (el algo a ser posible, material). Así se entiende que cuando más necesita uno estar agrupado, organizado (en un mundo donde necesitas un abogado para todo) pues la mayoría no esta apuntado a nada que le permita una defensa colectiva, asequible y posible, tanto desde el punto de vista económico como social. Por ejemplo: un porcentaje muy pequeño mantiene su afiliación a un sindicato cuando se jubila, nos han vendido que ya no lo necesitas y lo dejas. A los pocos años, muchos de esos antiguos afiliados –que han perdido sus derechos de antigüedad– vuelve a solicitar el asesoramiento y la solidaridad del sindicato en temas mucho más dramáticos y desesperados de los que vivieron durante su vida laboral, pero resulta que el sindicato de pensionistas es muy débil, somos un reflejo de la sociedad que hemos construido entre todos, nos congelan las pensiones para ayudar a salir de la crisis a los que viven de nosotros y que nos han metido en esta situación para su beneficio tanto político como económico, como es el FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (el FMI), que exige a nuestros gobiernos estas medidas y más (son insaciables) y resulta que la culpa la tenemos los sindicatos. La solución es matarnos entre nosotros, a ser posible entre los de abajo, entre los de la misma clase social, los trabajadores, para beneplácito de la burguesía y de la aristocracia.

Como en todo hay un límite, el misterio es saber donde se encuentra este. En cuanto a recuperar la categoría de ser humano, es darnos cuenta de ello, nunca es tarde para volver a saborear el placer de sentir con los cinco sentidos y disfrutar como animal político que somos. Y el que no lo haya sentido nunca, por favor que no se lo pierda, no puedes vivir quemado sin haberte acercado a ninguna hoguera.

En cuanto a la utilización del miedo social hay también un limite, según la última encuesta del INE, en España hay más del 60% de mujeres de más de 65 años que se consideran infelices, se siente mal al margen de padecer o no una enfermedad. Esto unido a que los ahorros en esas Cajas (que no sabemos en que van a quedar) proceden mayoritariamente de los pensionistas y que estos a su vez están jugando un papel fundamental para el sostenimiento de los hijos y nietos. Nos lleva a pensar que somos una fuerza muy importante para esta sociedad y que estamos sufriendo sus problemas en primera persona y que si no entendemos muy bien lo que esta pasando y desde el gobierno y la televisión, los medios de comunicación se nos transmite miedo, los pensionistas asustados podemos paralizar esta sociedad, quizás no por la vía de la sublevación, pero si por una colectiva depresión que nos meta en las tumbas antes de tiempo.

Alicante, Junio 2010.

Ángel Espinar

1 comentario:

jpcolomer dijo...

Estoy de acuerdo contigo Miguel, ya no somos los españoles de siempre, estamos descafeinados.
Un abrazo, Pepe Colomer