Y ahí va otro de Joaquín. Que aproveche.
LO MÁS FRESCO DEL MERCADO
Tengo amigas y amigos, sobre todo ellas, cuya solidaria conciencia anticrisis les lleva a hacer el sacrificio de pasarse muchas tardes de sábado viendo escaparates, probando probadores y, al final, consumiendo. A mí, que, como ellos, hago lo posible por emular al Gobierno en esto de sacrificar a unos para que todos logremos salir de la crisis, también me encanta ir de compras, pero sólo a pescaderías y librerías, por lo que muchas de mis sabáticas mañanas me voy a la plaza y me entretengo recorriendo los puestos de pescado. Todos tienen unos carteles que anuncian como fresca una gamba roja, que casi siempre es refrigerada, cuya radical diferencia no radica en el mismo brillo terso y escarlata que ambas tienen, sino en el precio: si es pequeña, toda la que valga menos de 40 €/Kg; y si es gorda, de 60, aunque a veces se ponga a cien. Pero, aun sabiendo esto, conviene prestar mucha atención a las mágicas manos del pescadero, que siempre tienen el arte de sacar, inadvertidamente, bajo los ejemplares de más edad y mejor nutridos -que son los que a usted, simpática lectora, encandilan-, los otros, es decir, la gamba pequeña.
Lo normal es que yo me pare en los puestos antes de comprar, pero hay algunos en los que prefiero hacerlo después, cuando ya asoman por mis bolsas las gesticulantes antenas de la langosta con cuya compra he ayudado a salir de la crisis al pescadero colindante, como hago con aquél que me vendió un atún de ijada que ni pa los pavos. Y no porque fuera descongelado, que ya sé yo que es la única especie de mercado de atún que no está en peligro de extinción, monopolizado por las tan pocas como prepotentes compañías atuneras, sino porque sus pompas de agua-grasa descongelada explosionaban peligrosamente en la sartén, hediendo, además, cual si fuesen las flatulencias de los posibles padres del pescadero.
¿Que quienes son los más frescales del mercado literario, se pregunta usted, simpática lectora? Sin duda, editores y escritores, por este orden, aunque son más fáciles de detectar los segundones, pues el bacalao, aunque venga disfrazao, cuando está malo, hiede hasta de lejos.
LO MÁS FRESCO DEL MERCADO
Tengo amigas y amigos, sobre todo ellas, cuya solidaria conciencia anticrisis les lleva a hacer el sacrificio de pasarse muchas tardes de sábado viendo escaparates, probando probadores y, al final, consumiendo. A mí, que, como ellos, hago lo posible por emular al Gobierno en esto de sacrificar a unos para que todos logremos salir de la crisis, también me encanta ir de compras, pero sólo a pescaderías y librerías, por lo que muchas de mis sabáticas mañanas me voy a la plaza y me entretengo recorriendo los puestos de pescado. Todos tienen unos carteles que anuncian como fresca una gamba roja, que casi siempre es refrigerada, cuya radical diferencia no radica en el mismo brillo terso y escarlata que ambas tienen, sino en el precio: si es pequeña, toda la que valga menos de 40 €/Kg; y si es gorda, de 60, aunque a veces se ponga a cien. Pero, aun sabiendo esto, conviene prestar mucha atención a las mágicas manos del pescadero, que siempre tienen el arte de sacar, inadvertidamente, bajo los ejemplares de más edad y mejor nutridos -que son los que a usted, simpática lectora, encandilan-, los otros, es decir, la gamba pequeña.
Lo normal es que yo me pare en los puestos antes de comprar, pero hay algunos en los que prefiero hacerlo después, cuando ya asoman por mis bolsas las gesticulantes antenas de la langosta con cuya compra he ayudado a salir de la crisis al pescadero colindante, como hago con aquél que me vendió un atún de ijada que ni pa los pavos. Y no porque fuera descongelado, que ya sé yo que es la única especie de mercado de atún que no está en peligro de extinción, monopolizado por las tan pocas como prepotentes compañías atuneras, sino porque sus pompas de agua-grasa descongelada explosionaban peligrosamente en la sartén, hediendo, además, cual si fuesen las flatulencias de los posibles padres del pescadero.
¿Que quienes son los más frescales del mercado literario, se pregunta usted, simpática lectora? Sin duda, editores y escritores, por este orden, aunque son más fáciles de detectar los segundones, pues el bacalao, aunque venga disfrazao, cuando está malo, hiede hasta de lejos.
Joaquín Botella.
1 comentario:
aaaay,amigo,si te contase yo de donde sacan muchos la sardina y gamba roja fresca...ya te comentaré en otra ocasión el engaño de much@s,no de tod@s.salu2
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