martes, 30 de marzo de 2010

LA PLAZA DEL MERCADO, ¡QUÉ PENA!


No nos engañemos, en España hay un solo partido de derechas. Bueno, en algunas zonas de la periferia - Cataluña y Euzkadi - hay partidos de la derecha que están libres del pecado original franquista del PP nacional. Pero en el resto de España, desde los tecnócratas neo liberales hasta los más extremistas cripto franquistas y restos de las huestes de Blas Piñar, pasando por una amplia gama de rancios nacional-católicos y conservadores, todos votan al PP, incluida una masa ingente de desinformados; que ya se sabe que no hay cosa más tonta que un trabajador de derechas. Así que mantener adicta a esta variopinta y desigual tropa debe ser muy difícil. Hay que arrimarse lo más posible al centro, sin defraudar las espectativas de la extrema derecha. Puro encaje de bolillos.


Me imagino los increíbles juegos malabares que doña Sonia Castedo tiene que hacer para asegurarse una clientela electoral que le dé la alcaldía en las próximas elecciones. Por un lado, debe parecer una joven moderna y sin hipotecas políticas a la gran masa despolitizada, presuntamente desengañada de la gestión del Gobierno, pero cuidándose mucho de no herir la sensibilidad de los viejos franquistas, que también votan. Este, creo yo, es el secreto de que no sea posible llegar a un acuerdo con la Comisión Cívica de la Memoria Histórica acerca del texto del monumento que ya no se va a poner en la Plaza que pronto se llamará "del 25 de Mayo". La jugada de dar a conocer este próximo cambio de nombre el mismo día que se hace público el desacuerdo sobre el monumento ha sido de un maquiavelismo y un cálculo digno del mejor jugador de ajedrez. Pero, esta partida se juega sobre las espaldas de los alicantinos, y eso es imperdonable. Porque con este desacuerdo se solidifica la reproducción, una vez más, de las dos Españas, una de las cuales (o las dos) ha de helarnos el corazón.


No podemos seguir así toda la vida. ¿Cuando este país se verá libre de aquella guerra bárbara y vergonzosa? ¿Cuando comprenderemos todos que luchar en una guerra, aunque sea para defender la Democracia, es un trabajo sucio y humillante (que no hay héroes sino víctimas)? ¿Cuando evolucionaremos lo suficiente para entender que los que bombardearon el mercado de Alicante no lo hicieron (al menos no lo hicieron exclusivamente) por su condición de fascistas, sino de militares de obediencia ciega, que es lo que se llevaba entonces? En aquellos tiempos el militar que desobedecía era pasado por las armas inmediatamente. Eso hemos avanzado con el tiempo, desde que no se exige la obediencia debida y se permite pensar a los militares (si es que se permite). En todas las guerras, justas o injustas, un indivíduo que se alista para servir en la aviación de bombardeo, sea del bando y de la ideología que sea, es un mal nacido al que no le importa masacrar a mujeres y niños. Pero su condición de fascista no es el único determinante. Porque si lo fuera, los anglosajones demócratas no hubieran arrasado Hamburgo, Colonia, Dresde, Hiroshima y Nagasaki, en acciones todavía más terribles que nuestro bombardeo del 25 de mayo.


Así que ¿dónde reside la importancia de la puñetera palabra?


¿Por qué razón era imprescindible figurar en el texto que los perpetradores de la matanza eran "aviadores fascistas italianos"?


¿Son tan ignorantes nuestros ediles de la derecha que no han comprendido que al atribuir el bombardeo a "aviadores fascistas italianos" se les está haciendo un favor a los votantes del PP, toda vez que al definir a los asesinos como extranjeros y de una ideología obsoleta, se exime a la derecha local actual de todo atisbo de responsabilidad política, ni siquiera heredada?


¿Hubiera sido tan extraño que la reunión entre la Alcaldesa y los miembros de la Comisión transcurriera de manera cordial, y que ambas partes se hubieran esforzado en encontrar una frase alternativa que, sin faltar a la verdad, no amenazara las espectativas electorales del partido gobernante en esta triste y desnaturalizada ciudad?


Pues, sí, conociendo el percal, hubiera resultado muy extraño. Me imagino la escena: una y otros mirándose con rencor y desconfianza, ambos electrizados por el enfrentamiento, mostrandose mutuamente los dientes en ademanes nerviosos. En ese estado cualquier frase poco afortunada se convierte en una ofensa imperdonable, el tono sube, las palabras se vuelven ásperas y cortantes, y al final se pierden los nervios, llega el desplante y la ruptura definitiva. ¿A que ocurrió así? ¿Verdad?


Cuando dos enemigos se enfrentan en busca de un acuerdo solo cabe la rendición con condiciones, en el mejor de los casos. O al menos así lo interpreta cada uno si hace la más mínima concesión.


Sin embargo, ambos deberían haber puesto su condición de alicantinos por encima de rivalidades insalvables, rigideces ideológicas, viejos odios y desconfianzas, y deberían haber buscado, juntos, no frente a frente, una solución honrosa y aceptable para ambos. No lo han hecho y no se lo voy a perdonar nunca.


No soy nadie para juzgar en quién debe recaer la culpa. El futuro lo desvelará, supongo. Pero no puedo sufrir que el monumento no se ponga, o si se pone, que no vaya a ser el monumento de todos. ¿Os imagináis? Si no se ha podido consensuar el monumento a los muertos civiles que pertenecen a todos, ¿cómo se podrá acordar nada sobre los memoriales de los últimos republicanos del puerto y del Campo de los Almendros? ¿Habrá que esperar a que gane la izquierda en el Municipio de Alicante? ¿Y si para entonces ya no quedan supervivientes ni deudos ni gente con memoria?


Y ahora vendrán los reproches a los que propusimos el diálogo, en la ya clásica maniobra de matar al mensajero, de buscar una cabeza de turco. Yo solo digo que la señora Alcaldesa y mis amigos de la Comisión, ambos, deberían hacer examen de conciencia y preguntarse en qué nos han fallado a todos los alicantinos. Quizá la culpa sea de una sola parte, pero lo dudo. Quizá a alguno le haría falta una buena dosis de autocrítica. Eso siempre es muy saludable.


Y que nadie se atreva a señalarme con el dedo. Yo no tengo que demostrar a nadie mi izquierdismo y mis convicciones democráticas; las tenía un siglo antes de nacer, y eso no lo pueden decir todos. Soy un ciudadano libre de esta Democracia y critico a quien me da la gana. Es mi derecho inalienable a ejercer la libertad de opinión. Aborrezco el pensamiento único y el magisterio de los gurús. Y si alguno se siente injustamente tratado por mi, que lo diga, me lo demuestre y yo rectificaré, que a mi no me duelen prendas. Pero, mientras esto no llega, no pienso perdonar a quienes nos han privado de un hermoso monumento, consensuado por todos, aceptado por todos, que nos uniera a todos como solo el recuerdo de unos seres queridos terriblemente masacrados puede hacerlo.


Lo siento por quien se sienta ofendido. Yo no sé, ni quiero, decirlo de otro modo.


¡Qué pena, Dios mío, qué pena!


Triste e indignado,


Miguel Ángel Pérez Oca.


5 comentarios:

Tony dijo...

Hola Miguel, me parece triste que ocurra estas cosas en el siglo XXI, ya que la guerra termino hace muchos años y aún siguen igual que en aquel entonces. Creo que no tienen remedio, pero bueno tú lo has intentado.....saludos Tony

Juan José Amores dijo...

Para ser un "loco" de las estrellas, dices cosas muy muy cuerdas.
Un saludo

epoca dijo...

Siempre he estado orgulloso de mi hermano mayor, ahora aún más.

Eusebio.

Joaquín Botella dijo...

Desde luego, ¡qué putada!, amigo Miguel Ángel.

Lo que más me gusta de tu artículo son las reflexiones a la autocrítica que repartes a diestro y siniestro.

Tal vez tengas tú razón y sea el miedo a perder esos votos franquistas el interés oculto que lleva a rechazar a la alcaldesa las palabras “aviadores fascistas italianos” en la dedicatoria a las más de trescientas víctimas que fueron masacradas vilmente por ellos en el bombardeo que tuvo lugar en el mercado de Alicante el 25 de mayo de 1938. No revelas, sin embargo –supongo que porque los ignores-, cuáles puedan ser los intereses que esconde la Comisión para mantenerse en sus trece, no aceptando que se cambien.

Sean cuáles fueren, lo que para mí qeuda claro es que, como sucede con toda la actividad política de los partidos, siempre hay tras ella otros intereses (partidistas o particulares), además de los que se esgrimen, que son los generales (eso sí, con tinte electoralista). Por ello yo te animo a que invites a unos y otros a escribir lo que pasó en esa reunión que mantuvieron para consensuar las palabras del monumento y que acabó como el Rosario de la Aurora, y que cuelgues ambas versiones en este blog. Así, entre las mentiras de ambos, quizás consigamos vislumbrar la verdad.

Los partidos políticos fueron la solución, pero hoy son el problema. El sistema demanda (y la tecnología internáutica lo permite) una reforma en la que el ciudadano participe más directamente en los asuntos públicos, votando directamente las ordenanzas municipales y las leyes, tanto estatales como autonómicas; eligiendo directamente, en listas abiertas, al Gobierno, al Consejo General del Poder Judicial y a todos los cargos relevantes del sistema. Y, por supuesto, implantar la República, pues la Monarquía es una institución antidemocrática que choca frontalmente con la Democracia: ¿qué sentido tiene que en un Estado donde todo se vota sea, precisamente, el Jefe lo único que no se elige?

¡A las barricadas, camarada!

Joaquinbotella.com

epoca dijo...

A las Barricadas, Joaquin.

Eusebio Pérez Oca