La otra noche sentí vergüenza ajena. Y el otro día también. Estaba yo viendo en la tele la transmisión en directo del certamen de canciones aspirantes a participar en Eurovisión. Cuando apareció el rapero John Cobra me hizo gracia. Era algo diferente, un rap, algo así como una especie de Chikilikuatre del año pasado, pero tomándoselo en serio. El muchacho, se le notaba, venía del barrio bajo y era un provocador. Me recordó al Ramoncín de los primeros tiempos, cada uno en su estilo. Su voz, extrañamente fina y el coro deslabazado de las dos chicas sorprendían. Bueno, me dije, no saldrá esto, pero es divertido. Sin embargo, al terminar la canción, o lo que fuese aquello, parte del público, sin duda formado por fans de otros artistas participantes, se puso a silbarle y abucharlo, y el chaval montó en cólera y respondió como le han enseñado a responder en el lugar de donde procede: se puso a manosearse el "paquete" y a gritar invitando a que le hicieran una felación. Qué follón se armó. La Igartiburu, armada de una paciencia y una profesionalidad infinitas, trataba en vano de cortar el bochornoso espectáculo; el inefable Iñigo condenó al barriobajero energúmeno al ostracismo eterno en el mundo de la música juvenil; y el chaval se ganaba la fama y el dinero de próximas entrevistas en la tele basura a base de tacos y gestos soeces. Después, cuando aparecía el salón donde los participantes esperaban las puntuaciones del jurado y los televidentes, al denominado John Cobra no se le vio por ningún lado. Supongo que los de seguridad le invitaron amablemente a marcharse a su casa. Quedó el último en la clasificación. Y ganó su antítesis, un muchacho dulce y con talante (!) que cantaba un vals.
Unos días antes, nuestro paradógico ex Jefe de Gobierno, don José María Aznar, daba una conferencia en una Universidad española. A la salida, unos estudiantes le gritaron, increpándole su ya histórica participación en la Guerra de Irak. Seguramente los insultos fueron graves, y el señor, educado en colegios de curas y casa católica y burguesa, les dirigió un gesto que ahora se llama "peineta" (creo que la palabra la aplicó por vez primera el "sabio" entrenador de fútbol Luís Aragonés), y que de siempre se ha llamado de otra manera y que significa, sin lugar a dudas: "iros a tomar por...". Y se quedó tan pancho, demostrando los frutos de su sofisticada formación intelectual.
¿Qué diferencia hay entre mandar a la gente a realizar una felación o mandarla a recibir una penetración sodomita? Viene a ser lo mismo. Pero en unos indivíduos, sin prestigio ni representación, y sin educación cara, tiene cierta justificación, que en un señor de categoría internacional no la tiene.
Ayer, el director de Televisión Española pidió disculpas a los televidentes y comentó que se buscará algún procedimiento de selección que evite en años próximos tan bochornosas situaciones.
Ahora, deberíamos recibir también las disculpas del señor Rajoy en representación del Partido Popular, por la actitud de su ex presidente, y que nos asegurara que en el futuro se van a buscar procedimientos para que no se vuelva a poner a un señor de modales chulescos al frente de su formación política. Sería lo justo y lo equitativo. Porque almas tan semejantes deberían recibir un mismo trato en sus respectivos ámbitos, ¿o no?
Pero, bueno, de un tío que visita el Vaticano, representando a España como Jefe de su Gobierno, y se fotografía con el Papa con las piernas ostensiblemente cruzadas, tanto él como su señora, demostrando así que no tiene ni pajolera idea de lo que es el protocolo ni el respeto, se puede esperar cualquier cosa, porque la chulería no es privativa de los pobres, sino todo lo contrario.
A pesar de sus orígenes tan dispares, son tal para cual.
Qué país.
Miguel Ángel Pérez Oca.
2 comentarios:
MIMOS
Yo tuve un Alcalde al que, por llamar caradura a un ciudadano que la tenía más dura (la cara) que el cemento armado, lo condenaron a pagarle 20.000 pts. El juez fundamentó su fallo en que un cargo público siempre debía de mantener la compostura. Claro que Aznar ya no es tal cargo, aunque siga siendo una carga.
Y muchas gracias, amigo Miguel Ángel, por haberme proporcionado ese pedacito de saber nuevo con el cada noche nos acostamos, que ya me estaba yo preguntando por qué los cortes de mangas ahora se llaman peinetas, término que a mí me transporta a tiempos pasados, cuando no teníamos la oportunidad de elegir quien nos desgobernarse y las peinetas servían para recoger el pelo de mis abuelas. ¡Ay, si ellas levantaran la cabeza! (se le iba a caer el pelo a más de uno).
Querido primo, tu articulo ha sido leido con mucho interes en casa, yo me quedo con el Cobra, ya que aunque su "poder" es meramente mediatico y pasajero, el otro, el "Bigotin"tiene `para nuestra desgracia, verdadero poder y si no espàbilamos,el o sus herederos.nos van a dar por "la peineta"entiendase culo.
Hasta la proxima, abrazos a todos.
PD como veras, mi dominio del trasto, es flojito. Ya aprendere.
Publicar un comentario