jueves, 11 de febrero de 2010

LOS VERSOS QUE NO ESCRIBIÓ MIGUEL


¿Os imagináis un mundo sin El Quijote, sin Hamlet, sin la Capilla Sixtina, sin Las Meninas, sin El Pensador, sin Lo Fatal, sin la Catedral de León o sin el Potala? Un mundo sin una de esas maravillas es como Nueva York sin las Torres Gemelas, un lugar en cuya silueta falta algo sustancial, algo que parece imprescindible, a pesar de que nadie lo echaría en falta si nunca hubiese existido. ¿Sabemos lo que se quedó Cervantes sin escribir, o Miguel Ángel sin esculpir? Nos falta, pero no lo sabemos; aunque Cervantes y Miguel Ángel murieron de muerte natural y quizá habían ya dado todo de sí... Pero Miguel Hernández vivió tan poco. ¿Qué hubiera escrito Miguel si, en lugar de morir de abandono en la enfermería de la cárcel de Alicante, a los 32 años, hubiera alcanzado la vejez, si hubiera encontrado sitio en el Stanbrook, o una plaza en el avión de Alberti, o si alguien se hubiera distraído en la frontera de portugal? ¿Qué cosas hubiera escrito, si en 10 años escribió lo que escribió, si hubiera dispuesto de otros 50 para asombrarnos con su sensibilidad visceral y profunda, para crear poesías que superasen lo insuperable, que fueran aún más allá de la elegía a Ramón Sijé o a las Nanas de la Cebolla? ¿Qué nos robó aquel maldito cura Almarcha cuando lo dejó morir de tisis por haber olvidado sus melífluas enseñanzas y hacerse comunista?

Como siempre, la Iglesia evita mancharse las manos de sangre, pero no por ética sino por simple higiene, y entrega al hereje al brazo secular para que lo ejecute. Una firma de Almarcha en un papel hubiera bastado para que Miguel fuera tratado en un sanatorio antituberculoso, entonces, cuando ya empezaba a haber penicilina. Pero ni siquiera le dejó ver a su Josefina y su Manolito, porque no estaba casado por la Iglesia. Almarcha, hipócrita y rencoroso, nos robó toda la obra de Hernández posterior a su muerte, su obra potencial, un enorme monumento poético que jamás conoceremos. Es como si alguien hubiera dejado morir al otro gran Miguel, el de Cervantes, en Argel, y así nos hubiera robado el Quijote. No lo sabríamos, la palabra "Quijote" no nos diría nada, pero España y el Mundo serían diferentes. Lo que nos robó el maldito cura Almarcha es de un valor incalculable. El mundo entero perdió 50 años de poesía inédita en la cima suprema del arte de hacer versos, esos versos que Miguel Hernández no llegó a escribir porque un cura indigno no estampó su miserable firma en un papel.

Hace unos días visité la casa museo de Miguel Hernández en Orihuela y estuve en su huerto, al pie de su higuera, sin apenas atreverme a rozar con la punta de mis dedos su rugosa corteza, y me vinieron los versos de Miguel a la cabeza:


"Temprano levantó la muerte el vuelo

Temprano madrugó la madrugada

Temprano estás rodando por el suelo"


y después...


"Volverás a mi huerto y a mi higuera

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores..."


Y allí estaba yo, en aquel inmortal huerto, junto a la ya eterna higuera, y el vello se me puso de punta y las lágrimas tuvieron que ser contenidas por pudor ante el resto de los visitantes. Mi hija Marina dice que yo "lloro para adentro", y tiene razón.

Si Miguel no hubiera muerto tan temprano y de una manera tan cruel y humillante... Si hubiera podido regresar a su huerto y a su higuera... ¡Maldito obispillo Almarcha! ¡Qué tesoro incalculable le robó al mundo aquel tipejo mezquino, rencoroso e inmisericorde! ¡Qué lástima, en su caso, que no exista el Infierno... ni el Cielo, ni ese Dios vengativo y soberbio que él predicaba y del que se mostró tan digno siervo!

Por su culpa, nadie nos podrá devolver nunca los versos que no escribió Miguel.

Miguel Ángel Pérez Oca.

1 comentario:

Joaquín Botella dijo...

EL BLOG DEL POETA VIVO

Amigo Miguel Ángel:

Si el inquisidor Almarcha no hubiera tenido el crucifijo tan claro y la sotana tan negra, cabe suponer, como haces tú, que habría permitido vivir a Miguel Hernández, y éste sería hoy quinto del Sr. Paco, ese pensionista de tu anterior artículo -publicado en este mismo blog- que batalló en el Ebro viendo a sus compañeros morir mientras gritaban, junto a él: “¡Viva el socialismo!” y al que hoy, ¡qué vueltas da la vida!, se le crispan los puños (pero no en alto) cuando mira sus haberes de diciembre de 2009, para compararlos con los aún más magros de enero de 2010, y lo que ve son los rollizos deberes de Zapatero, sin hacer.

Si tal suposición fuera realidad, ¿dependería hoy de su pensión la economía del poeta, como le sucede al Sr. Paco? En mi opinión, sí, pues de la poesía no ha conseguido vivir nunca nadie en este país (morir sí, muchos, como el propio Miguel). Además de que una cosa, como apunta Francisco Umbral en “Mortal y rosa”, es ser un escritor excepcional y otra, muy distinta, ser lo suficientemente vivo para trepar por las lianas que conducen a la copa, y, como sabemos, no fue el oriolano un poeta vivo, sino muerto de integridad, por lo que, me es imposible imaginarlo mangoneando en los ambientes editoriales y aledaños para poder gozar en su retiro de los ingresos extras que producen los bolos y las publicaciones, como hacen tantos y tantos escritores, aunque no todos.

En tal caso, creo que su altruismo lo hubiera llevado a crear un blog donde compartir con los demás sus versos, el blog del poeta vivo, desde donde hubiera ametrallado a todos los políticos inútiles y/o corruptos, que son muchos más que los escritores advenedizos.

Con un saludable chinchín,

Joaquín.