A veces la historia pasa a nuestro lado sin que nos demos cuenta. Seguramente, muchos de ustedes se habrán cruzado con Lina por las calles de Alicante. Yo la conocí hace unos días, durante los actos del 70 aniversario del final de la Guerra Civil. Y me enteré, casi por casualidad, de que la señora Lina es la viuda de un héroe legendario llamado Amado Granell Mesado. En la guerra civil, Granell había alcanzado el grado de comandante al mando de la 49 brigada mixta, y al término de la contienda se exilió al norte de África en el Stambrook. Cuando los americanos desembarcaron en Marruecos y Argelia, ingresó en la división del general Leclerc, y combatió, como teniente, contra los alemanes de Rommel. Después, arribó a Normandía a los pocos días del famoso desembarco. Y cuando las tropas aliadas se acercaban a París, Leclerc se encargó de la liberación de la capital francesa y mandó en avanzadilla a la famosa compañía motorizada número 9, integrada en su mayoría por españoles. La sección del teniente Granell iba por delante, a través de un París todavía infestado de alemanes, respondiendo a los disparos de los francotiradores y preguntando a los transeúntes por el camino al Ayuntamiento, donde les esperaban miembros de la resistencia para tomar posesión oficial de la ciudad. Fue el primer soldado aliado que entró en París.
“Así, así entraremos en Madrid”, decían los españoles confiando en que sus compañeros de armas les ayudasen a liberar España del fascismo. Pero Franco dejó que los americanos instalasen aquí sus bases y nos convirtieran en un objetivo nuclear a cambio de que lo mantuviesen en el poder.
En 1952, Amado Granell, desengañado, volvió a España, conoció a Lina y llevó con ella una vida anónima. En 1972, iba en su coche a Valencia, para arreglar su jubilación en el consulado francés, cuando se salió de la carretera y perdió la vida. Lina recibió el pésame de la viuda del General Leclerc y del Gobierno francés que había otorgado a su esposo la Legión de Honor. Aquí no se enteró nadie. Son cosas de la vida.
Miguel Ángel Pérez Oca.
“Así, así entraremos en Madrid”, decían los españoles confiando en que sus compañeros de armas les ayudasen a liberar España del fascismo. Pero Franco dejó que los americanos instalasen aquí sus bases y nos convirtieran en un objetivo nuclear a cambio de que lo mantuviesen en el poder.
En 1952, Amado Granell, desengañado, volvió a España, conoció a Lina y llevó con ella una vida anónima. En 1972, iba en su coche a Valencia, para arreglar su jubilación en el consulado francés, cuando se salió de la carretera y perdió la vida. Lina recibió el pésame de la viuda del General Leclerc y del Gobierno francés que había otorgado a su esposo la Legión de Honor. Aquí no se enteró nadie. Son cosas de la vida.
Miguel Ángel Pérez Oca.
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