El próximo día 2, a las 20 h., en la sede del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, calle S. Fernando, 44, se presentará el nº 15 de la revista literaria AUCA, en la que figura un poema mío que dice así:
DAMA CIBERNÉTICA
¿Eres real? ¿Eres inventada?
¿Eres como te muestras o como alguien te ha creado al otro lado de la pantalla?
Apareciste un día en mi ordenador.
Decías venir de oscuros bosques, de hondas florestas, de tierras húmedas y misteriosas.
Decías ser un hada, una meiga, un ángel de carne que se asoma a las ondas.
Viniste a mí como una aparición maravillosa,
con tu larga cabellera rubia, con tus ojos azules como el mar o el cielo.
Tu cuerpo perfecto, tus manos graciosas, tu melodiosa voz, tus sensatas y dulces razones
me cautivaron.
Sentí que te amaba, que te deseaba, que quería cruzar, como hiciera Alicia, al otro lado del espejo, al otro lado de la pantalla.
Pero eso es imposible.
Solo te puedo enviar mi imagen a través de los espacios;
pero mi imagen, cuando llega a ti, es solo un reflejo de mi mismo
y no puede materializarse, no puede hacerte mía.
Te quise ver en la vida real, viajar al otro lado de la pantalla por el atajo del mundo físico, por los caminos de asfalto y hierro.
Te lo propuse.
Te lo pedí.
Y desde entonces no he recibido tu respuesta.
Ya no apareces en mi pantalla, con tus ojos azules como el mar o el cielo,
con tu cuerpo perfecto, tus manos graciosas, tu melodiosa voz, tus sensatas y dulces razones, que me habían cautivado.
¿Dónde estás? ¿Eres real? ¿Alguien te ha inventado?
Quizá solo existes en un ordenador, quizá solo eres la fantasía de un ser feo y malvado.
Quizá alguien idealizó su propia vulgaridad y te creó en un mundo imaginario.
Quizá no estás en ningún sitio y yo anhelo el fantasma de quien no se te parece en absoluto, de quien no eres tú, de quien no te merece.
Quizá… quizá, para ser tuyo, yo también debería crearme como un ser idealizado.
¿Cómo sabes, querida mía, que no lo estoy haciendo ahora?
¿Cómo sabes que soy real?
¿Cómo puedes saber que este galán joven y apuesto que te pretende no es también una fantasía de un ser malintencionado y repugnante?
¿Cómo podrías saberlo, dama cibernética?
DAMA CIBERNÉTICA
¿Eres real? ¿Eres inventada?
¿Eres como te muestras o como alguien te ha creado al otro lado de la pantalla?
Apareciste un día en mi ordenador.
Decías venir de oscuros bosques, de hondas florestas, de tierras húmedas y misteriosas.
Decías ser un hada, una meiga, un ángel de carne que se asoma a las ondas.
Viniste a mí como una aparición maravillosa,
con tu larga cabellera rubia, con tus ojos azules como el mar o el cielo.
Tu cuerpo perfecto, tus manos graciosas, tu melodiosa voz, tus sensatas y dulces razones
me cautivaron.
Sentí que te amaba, que te deseaba, que quería cruzar, como hiciera Alicia, al otro lado del espejo, al otro lado de la pantalla.
Pero eso es imposible.
Solo te puedo enviar mi imagen a través de los espacios;
pero mi imagen, cuando llega a ti, es solo un reflejo de mi mismo
y no puede materializarse, no puede hacerte mía.
Te quise ver en la vida real, viajar al otro lado de la pantalla por el atajo del mundo físico, por los caminos de asfalto y hierro.
Te lo propuse.
Te lo pedí.
Y desde entonces no he recibido tu respuesta.
Ya no apareces en mi pantalla, con tus ojos azules como el mar o el cielo,
con tu cuerpo perfecto, tus manos graciosas, tu melodiosa voz, tus sensatas y dulces razones, que me habían cautivado.
¿Dónde estás? ¿Eres real? ¿Alguien te ha inventado?
Quizá solo existes en un ordenador, quizá solo eres la fantasía de un ser feo y malvado.
Quizá alguien idealizó su propia vulgaridad y te creó en un mundo imaginario.
Quizá no estás en ningún sitio y yo anhelo el fantasma de quien no se te parece en absoluto, de quien no eres tú, de quien no te merece.
Quizá… quizá, para ser tuyo, yo también debería crearme como un ser idealizado.
¿Cómo sabes, querida mía, que no lo estoy haciendo ahora?
¿Cómo sabes que soy real?
¿Cómo puedes saber que este galán joven y apuesto que te pretende no es también una fantasía de un ser malintencionado y repugnante?
¿Cómo podrías saberlo, dama cibernética?
Miguel Ángel Pérez Oca.
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