lunes, 4 de mayo de 2020

MI MANIFIESTO.



MI MANIFIESTO

            Ante la desagradable situación surgida en el Wasap de esta Tertuilia Filandón que, incluso, me ha llevado a salirme del grupo y pone en peligro mi futura permanencia en la tertulia, quiero dejar bien claras algunas cosas:
            1.- Se ha insinuado, o incluso acusado abiertamente, de que mi comportamiento es partidista y en cierta medida dirigido desde alguna instancia. Y a eso debo responder que desde que terminó la lucha contra la dictadura franquista, no milito ni he militado en los últimos 40 años en ningún partido político. Me considero, eso sí, una persona de izquierdas pero, personalmente, no tengo simpatías personales por ninguno de los dirigentes políticos actuales. Admiro por su coraje a Echenique que, siendo una persona de altísimo riesgo, se la juega en cada asistencia al Congreso. Admiro a Izeta, por su claridad de análisis del problema catalán. Me gusta Rufian a ratos, según de qué problemas hable. Me gusta el astronauta Duque, por razones evidentes y extra políticas. Me gustan algunos periodistas (Iñaki Gabilondo, Angels Barceló) y algunos opinadores (Wioming, Buenafuente), pero solo para documentarme, porque yo tengo mi propio criterio. Y admiro a los científicos, incluído el doctor Simón, cuyas valoraciones y recomendaciones me parecen fiables y racionales. Soy un intelectual, llevo 76 años pensando, como principal actividad, y no conozco a ningún intelectual que sea de derechas, ¿por qué será?
            2.- Creo que todos los políticos, TODOS, lo hacen lo mejor que pueden cuando hay que afrontar un problema tan terrible como la actual pandemia desde el gobierno. Sin embargo, los políticos de derechas, a menudo, tienen hipotecas con un pasado de corrupción e intereses económicos que los invalidan, al menos, para opinar desde una supuesta superioridad moral. Y, sobre todo, la actitud de la derecha, en sus tres vertientes actuales, cuando no gobiernan, es de una insolidaridad, deslealtad y actitudes electoralistas, que llegan al colmo de lo indecente. Sobre todo, cuando se hacen eco o, incluso, fabrican ellos mismos, bulos o noticias falsas con ánimo de confundir y engañar al pueblo, al que suponen tonto de capirote.
            3.- Me incomodan profundamente los pretendidos “sabios” que, amparándose en un título docente o académico, pretenden dar clases de derechismo, haciéndose eco de noticias falsas y opiniones sesgadas. Es curioso que consideran su opinión como autorizada e “incuestionable” y las contrarias como comportamientos “partidistas” y fanáticos. Si de verdad fueran auténticos intelectuales, como lo debieran ser por el título que ostentan, no nos incomodarían con la vergüenza ajena que provocan.
            4.- Cuando alguien pretende enarbolar la equidistancia para evitarse conflictos personales, demuestra una cobardía y una falta de convicciones que solo puede beneficiar a los que se aprovechan de la situación. No denunciar esa conducta y no apoyar a quien honestamente se defiende contra esos abusos que perjudican a todos, los hace cómplices; porque la equidistancia no existe. No puede existir ante la injusticia y la falta de honestidad.
            5.- Aquellos que se ponen del lado de los fabricantes de bulos y los bastardos políticos solo pueden hacerlo por dos motivos: por ignorancia supina o por maldad intrínseca, calificación que incluye la cobardía, el egoísmo y otras formas de mezquindad.
            Estamos ante una crisis terrible, y no es de recibo que pretendamos capear el temporal manteniéndonos al margen. Cuando hay muertos y ruinas por medio, nadie tiene derecho a mostrarse neutral. Yo así lo he asumido y espero que, cuando esto termine y llegue la hora de pedir cuentas, la vergüenza caiga sobre los tibios y los culpables.
Espero que ese día yo pueda de nuevo mostrarme todo lo crítico que los políticos de mi palo merezcan. Siempre lo he sido. Pero ahora no, por Dios; ahora es tiempo de arrimar el hombro para que no haya más ataúdes, ni más familias arruinadas. Y para que los malnacidos no se salgan con la suya a costa de muertos y explotados.
Que así sea.
                                               Miguel Ángel Pérez Oca.
                                               Alicante, pandemia de 2020.


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