martes, 10 de julio de 2018

EL ÁRBOL EN LA SILLA.

Sobre el mismo tema, un poema:


EL ÁRBOL EN LA SILLA.

Nació bajo la silla desvencijada y sola, como un brote entre las baldosas rotas.
Lo alimentó el agua encharcada de las lluvias.
Le dio vida un oportuno rayo de sol que entraba por la ausencia de unas tejas que volaron con el viento.
Lo acompañaban insectos, lombrices y otros seres menudos.
Lo rodeaban recios muros con ventanas tapiadas con piedras irregulares.
Al crecer se tropezó con la enea del asiento de aquella silla abandonada en el centro de la estancia.
Y su resolución, su insistencia débil pero terca, acabó forzando las fibras del asiento para convertirlo en sostén y guía del que sería recio tronco.
Nunca ser más noble reinó sobre aquel destartalado trono.
Los pájaros anidaron en sus tímidas ramas, en aquella soledad estanca, protegida de depredadores.
Y así lo encontré yo tras derribar la tapia intransigente y descubrirlo en su lugar insólito.
Y allí se quedaría tras tapiar de nuevo la ventana, no fuera a descubrirlo algún ser malvado o insensible, dispuesto a hacer leña de él, reparar el tejado, destapiar las ventanas y convertir la añeja casa abandonada en la guarida de otro monstruo humano.
Se ha quedado en su reino, remoto e impasible, raro y único, como un tesoro, como una maravilla secreta, como esas secretas maravillas que se ocultan en tantos corazones.

                                  Miguel Ángel Pérez Oca.        

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