martes, 6 de febrero de 2018

¿VERDAD, KEPLER?


       


Qué solos nos hemos quedado.
¿Verdad, Kepler?
Nos falta su gris perla sobre los muebles blancos.
Nos faltan sus grandes ojos azules, tan claros,
como dos luceros en el firmamento de su negra máscara siamesa.
Y nos faltan sus dulces e inteligentes maullidos.

La casa sin ella está vacía.
Aquí aún somos tres, pero estamos los tres muy lejos.
¿Verdad, Kepler?
Tú vagas por las habitaciones, desconcertado, sin ella.
Suni y yo, tristes y apáticos, no tenemos ánimos para hacer nada.
Porque nos falta su gris perla sobre los muebles blancos.

Se nos murió mirándonos - ¿verdad, Kepler? - con sus ojos más brillantes.
Se había escondido en un rincón oscuro,
como avergonzada de morirse delante de todos.
Tú le lamías la cabecita.
Yo le acariciaba el lomo sembrado de huesos.
Suni lloraba en el pasillo.

Con sus últimos y quebrados maullidos nos pedía ayuda.
Pero no podíamos salvarla, ni tú, ni yo, ni nadie.
¿Verdad, Kepler?
Siempre la recordaré tomando, obediente, la pastilla diaria;
o sufriendo, resignada, los pinchazos
que no le sirvieron de nada.

Y ahora, desengañados, una vez más, de un dios ausente,
ni siquiera nos queda el desahogo de la blasfemia.
Esta casa se ha quedado sola y blanca,
sin su gris perla sobre los muebles.
¿Verdad, Kepler…?
¿Verdad, Kepler?

                                                             Miguel Ángel Pérez Oca.

                                               (A mi gatita Kenia, muerta el 29-1-2018)


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