lunes, 13 de septiembre de 2010

LOS PROBLEMAS PERIFÉRICOS DE ESPAÑA.


"Español" no es una palabra autóctona. Si fuera una palabra de origen castellano, sería "españense", "españano", "españino" o "españés". Fue esa una denominación que debemos a los franceses del siglo XVII, nos guste o no. Y de la misma manera que no podemos dejar de considerarnos europeos todos los que vivimos entre Gibraltar y los Urales, nos guste o no, el mundo denomina españoles a todos los que viven dentro de los contornos del actual Estado, les guste o no a los que les gusta o no. A mi tampoco me gusta pertenecer al Género Humano, pero no tengo más remedio que admitirlo, aunque me dé vergüenza en muchas ocasiones. Digo esto porque, reconocida la realidad histórica y lingüística del término "español" y su ubicación geográfica, debemos también reconocer que los catalanes y los vascos no son castellanos, les guste o no a los castellanos. Y es que hay que dejar las cosas claras. Estos días he estado en el País Vasco, o Euskadi, que dicen ellos con todo el derecho del mundo, y he podido comprobar que los vascos, además de ser francos, honrados y buena gente en su inmensa mayoría, no son castellanos. Son vascos, hablan, o hablaban, vascuence, sienten en vasco y tienen una personalidad histórica muy acusada. Y aunque comparten con el resto de españoles muchas características y tics, NO SON CASTELLANOS. Y eso mismo nos pasa a los catalanes y a quienes como ellos, valencianos y baleares, provenimos de la antigua Marca Hispánica de Carlomagno. Se pongan como se pongan los españolistas que erróneamente, o interesadamente, identifican lo español con lo castellano, vascos y catalanes NO SON CASTELLANOS, aunque podrían aceptar unánimemente (o casi) ser españoles en una España que los deje ser catalanes y vascos. Esa es la cuestión. Ese es el problema vasco y el problema catalán y esos son los problemas periféricos de España.

Cuando el estúpido Camilo José de Cela dijo aquella sandez de que "es una tontería llamar castellano al idioma español", puso el dedo en la llaga de su impertinente españolismo casposo de derecha rancia y su prepotencia de señorito castellanoide. El hombre escribía bien, pero era un mastuerzo, y que me perdonen los que piensan otra cosa.

El asunto de los separatismos tiene su origen en la prepotencia de los que se arrogan la titularidad del "patriotismo español", que en el fondo es meramente castellano, y que pretende homologar a todos los españoles como habitantes de la Meseta. El rey Felipe V, que era francés y no sabía ni papa de los problemas de convivencia entre los distintos pueblos de España, quiso con su Decreto de Nueva Planta homogeneizar a unos pueblos inhomogeneizables. Y desde entonces, así nos va.

El secreto de tener una España aceptada por todos es hacer de España un proyecto atractivo para todos. España, le guste o no a los que les gusta o no, es un Estado compuesto por distintas Naciones. Hay una rama histórica que desciende desde Asturias y crea Castilla, Andalucía, Extremadura y Murcia, y cuyo idioma, por diversas circunstancias, es absorbido por Aragón, la Rioja y otros territorios. Hay otra rama nacional que proviene de las conquistas de Carlomagno en la actual Cataluña, y se prolonga, en la mal llamada Reconquista, por Valencia y Baleares. Y aún hay una tercera rama de gente irreductible a la que hubo de reconocer la categoría general de hidalgos para que se avinieran a someterse al Rey de Castilla, que son los vascos. Fue un matrimonio entre reyes, los bien llamados Reyes Católicos (apostólicos y romanos), los que crearon este Estado en el que vivimos, agrandado mediante las conquistas de Navarra y Granada, y uniformizado religiosamente con la expulsión de judíos y moriscos. Y de este modo tan artificial como expeditivo conformaron esta nación de naciones que llemamos España y que algunos quisieran que fuese una especie de Super Castilla. Que no le toquen las narices a vascos y catalanes, que el Tribunal Constitucional no quiera imponerse a la voluntad del pueblo de una Nación que se reconoce como tal, porque la ley debe estar al servicio de la Democracia y no al revés. Y, en fin, que se dejen unos de proponderancias seculares y otros de separatismos precipitados, y analicemos estos problemas periféricos de España con la mayor frialdad posible; porque estoy seguro de que si se nos ofrece un Estado democrático y fuerte donde cada uno puede ser lo que es, sin imposiciones centralistas, todos querremos ser españoles. ¿O no?

Debatamos nuestros problemas educadamente y rechacemos la violencia por encima de todo, que la inmensa mayoría de los presuntos españoles - castellanos, catalanes y vascos -, somos gente razonable y pacífica, que podría llegar a construir una convivencia provechosa para todos si se fueran a la mierda todos esos profetas del patriotismo centrífugo o centrípeto y de la lucha heroica y violenta por una banderita o un himno, que no son más que logotipos y charanga. Lo importante, de verdad, es el ser humano y su felicidad. Lo demás, paparruchas.

¿No es cierto?

Miguel Ángel Pérez Oca, ciudadano del Mundo.

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