jueves, 15 de julio de 2010

¡¡¡CAMPEOOOONES!!! UNA REFLEXIÓN SERENA


La verdad, he tenido que darme unos días para reflexionar, antes de decidirme a escribir este artículo. El fútbol, sin la menor duda, es un espectáculo fascinante, algo así como la contemplación de una tremenda batalla incruenta (al menos poco cruenta, aunque la patada en el pecho del holandés a nuestro futbolista pueda hacernos pensar otra cosa) en la que la habilidad, la fuerza, el espíritu de equipo y otras virtudes, junto a la puñetera suerte y los aciertos o errores del árbitro, deciden el resultado. Y no es cuestión de clases sociales o nivel cultural; conozco gente rica y pobre a la que entusiasma la contemplación de este deporte, y tengo amigos muy cultos, profesores de Universidad, a los que les vuelve locos este que en justicia se llama el Deporte Rey. Yo, he de confesarlo, nunca me había sentido atraído por el fútbol; sin embargo, ante la presión mediática, me decidí a seguir el Campeonato Mundial y me vi todos los partidos. La verdad es que me emocionó y me angustió la lucha de esos jóvenes españoles que trataban de vencer a sus oponentes con una nobleza, una maestría y un comportamiento ejemplares. Creo que se merecían ganar y ganaron, con toda justicia. Son los mejores y la suerte no se ha portado mal. Me enternece la figura de su entrenador, Vicente del Bosque, un hombre tranquilo y modesto, que nunca está en primera fila a la hora de recibir halagos, pero siempre da la cara cuando hay que resolver problemas. Es el prototipo del jefe taoísta, del que decía Lao Tsé: "El mejor militar no es marcial, el mejor conquistador no libra batallas, el mejor luchador no mata a su enemigo, el mejor jefe no da órdenes". Y estoy convencido de que, como un buen lider que es, ha sabido transmitir esa serenidad y ese buen hacer a sus muchachos. En fin, que cuando vi la Copa en manos de Casillas me llevé un alegrón y lo celebré de todo corazón. Bajé con mi mujer a la Plaza de los Luceros y me di un baño de multitud feliz, más como espectador que como actuante, que no soy persona de aspavientos ni gritos desaforados, pero no me sentí incómodo; las cosas como son.

Sin embargo, al día siguiente, cuando pude ver la gigantesca, enorme, tremenda bienvenida que los madrileños dieron al equipo nacional, no pude menos que alarmarme. En primer lugar, lamenté que el pueblo español no sea capaz de movilizarse del mismo modo por causas que estimo son más importantes. Después empecé a sentirme molesto con el uso y abuso de los símbolos nacionales, la bandera, el himno... por un motivo tan gozoso como frívolo. El fútbol, a pesar de mover inmensas masa de gente, a pesar de dar felicidad o pesar a sus seguidores, no es más que un pasatiempo lúdico. España no es mejor ni peor que antes de conquistar el trofeo mundial. España sigue padeciendo graves problemas que no mueven a la gente a manifestarse así por las calles, cuando sería lo más conveniente. Y en los otros países pasa tres cuartos de lo mismo. Estoy seguro de que en Holanda fue un día de pesar y mal humor, no digamos nada de la Argentina del "dios" Maradona. Y sin embargo, hay cosas fundamentales que pasan casi desapercibidas. España sí que fue mejor el día en que le dieron el Premio Nobel al doctor Severo Ochoa, España sí que es mejor cuando se inaugura una nueva universidad pública, se instala una nueva línea del AVE, se aprueba (si algún día se aprueba) una buena Ley de Educación, o se comprueba que sube el índice cultural de los jóvenes, baja la delincuencia o se erradica definitivamente una enfermedad. Y, sin embargo, estas cosas no mueven a la gente a echarse a la calle, enloquecidos de alegría y patriotismo. No vale decir como cantó Manolo Escobar en el show de fin de fiesta: ¡Que viva España y España es la mejor! , si eso solo depende de que el futbolista Iniesta encuentre un hueco entre dos holandeses y pueda hacer llegar la pelota al fondo de la red.

Un elemental principio de economía sentimental nos diría que debemos economizar nuestros sentimientos patrióticos para cuando de verdad hacen falta. Y creo que debemos desconfiar de quienes nos arrastran a estos patriotismos de pandereta. Que todos debemos trabajar y luchar por nuestro país, y que el esfuerzo de nuestros futbolistas es loable e importante, ya que ha proporcionado unos días de felicidad a los españoles que, lo reconozco, falta nos hace. Pero el Dr. Samuel Johnson dijo una frase lapidaria al respecto: "El patriotismo es el último refugio de los canallas". Esa frase se la oí el otro día a Kirk Douglas en la primera y quizá mejor película de Stanley Kubrik, "Senderos de Gloria", que tanto escandalizó a los militrancas franquistas y que tantos años estuvo prohibida en España. Por eso desconfío de quienes pretenden utilizar los símbolos patrios (y a los futbolistas) para manipular a las masas. Esta vez ha sido espontáneo (más o menos espontáneo), y quizá ha significado la normalización del uso de la bandera; que antes portar la bandera, incluso bordada en una prenda, despertaba desconfianza política hacia los supuestos "fachas", y ahora lo que se puede pensar de alguien que lleva una bandera es que le gusta el fútbol. Pero, no nos pasemos... Porque el patriotismo, mejor o peor entendido, no tiene por qué ser una virtud.

Yo, en particular, me siento más solidario con un obrero negro de Sudáfrica que con un rico especulador español (o valenciano, o alicantino, que patrias hay para todos los gustos), y prefiero que a un ciudadano de mi país (España, País Valenciá, Alacant), le den el Premio Nobel o lo nombren Secretario de la UNESCO a que "ganemos" la Copa del Mundo de fútbol.

En fin, que enhorabuena a todos los españoles por el alegrón que nos dieron los muchachos de Del Bosque, pero sin pasarse, que hay cosas que, aunque no muevan a las masas, son mucho más importantes. Y ojala la bandera y el himno vuelvan a reservarse para ocasiones más solemnes, que con banderas e himnos y gritos patrióticos exhibidos a destiempo y utilizados intencionadamente contra la razón ya han marchado las juventudes de muchas naciones, demasiadas veces, a morir o asesinar por su patria, o simplemente a desertar de sus deberes e inquietudes ciudadanas. Entre los patriotas y los ciudadanos, me quedo con los ciudadanos.

Decía el "viejo profesor" Tierno Galván que "ser moderado es tener conciencia de los propios límites".

Las cosas en su sitio... y la Copa en España, ¿eh? que lo cortés no quita lo valiente.

Enhorabuena, una vez más.

Miguel Ángel Pérez Oca.

No hay comentarios: