¿Qué no sabíais que ayer era 28 de diciembre? Esta noticia de la presunta retirada de honores a Franco por el Ayuntamiento de Alicante era la inocentada de este blog y de otros con los que nos habíamos compinchado, en un "contubernio judeo masónico" muy divertido. ¿Pero es que creíais que Sonia Castedo es capaz de cumplir lo que le prescribe la Ley de la Memoria Histórica? Vamos, anda, qué ingenuidad... Y el caso es que si lo hiciera se ganaría el respeto y el aprecio de todos los alicantinos de bien. Y yo, con otros muchos, no dudaría un momento en felicitarla y en considerarla una demócrata como la copa de un pino. Porque aunque su ejemplo no lo parece demostrar, se puede ser de derechas y demócrata a un tiempo; se puede y se debe. Pero el respeto hay que ganárselo, si estamos en una democracia de verdad. Y yo, personalmente, dudo de que a nuestra alcaldesa le importe mucho tener el respeto de los progresistas alicantinos. ¿Qué le vamos a hacer? Como decía mi abuelo: "Ca ú es ca ú". Lo siento por Alicante, que en un tiempo en que el Ferrol (que antes se llamò "del Caudillo") ya ha retirado los honores inmerecidos otorgados al dictador, y que Santander ha quitado de sus calles la única estatua ecuestre de Franco que quedaba en España, nuestra ciudad sea la última de la fila. A lo mejor es el signo de Alicante: de aquí se marcharon los últimos republicanos y ahora de aquí se marcharán los últimos franquistas. Qué vergüenza. Bueno, perdonad la broma, pero es que a veces estas cosas tienen cierto valor pedagógico. Y si nuestros ediles peperos llegaran a reflexionar con inteligencia política, habría valido la pena. Por soñar que no quede.
Y, ya digo, perdón por la broma.
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