sábado, 7 de abril de 2018

QUERIDO Y ADMIRADO CAPITÁN DICKSON.

Mañana domingo, día 8 de abril de 2018, tendré la inmensa satisfacción de ver, en nuestro puerto, un busto de mi mejor héroe de la Guerra Civil, el capitán Archibald Dickson. Con su pequeño barco Stanbrook y sus 19 valerosos marinos (Ahmed, Ahmed, Ahmed, Andi, Atkinson, Begas, Bey, Briggs, Charlin, Clark, Francis, García, Hugues, Johansen, Lillystone, Nagi, Nearchou, Oldakoff y Tagg) salvó a casi 3000 refugiados reublicanos de los pelotones de fusilamiento y los campos de concentración franquistas, el día 28 de marzo de 1939. Pocos meses después todos ellos morirían víctimas de un torpedo nazi.
La gesta del Stambrook es un buen ejemplo en esta época indignante de pateras y campos donde se maltrata a los refugiados de las guerras del petróleo y el tráfico de armas.
Y sin embargo, aún hay gente sin escrúpulos y muy malas intenciones que se dedica a injuriar su memoria en un intento de volver el mundo al revés y hacer buenos a los asesinos y malos a los héroes.
Estos días ha aparecido en la revista digital LOBLANC ( www.loblanc.info ) este artículo mío que os pongo aquí y que figura en mi sección "Reflexiones del ciudadano Pérez". Espero que os haga reflexionar sobre la gesta más hermosa de nuestra triste Guerra Civil (1936-1939).

REFLEXIONES DEL CIUDADANO PÉREZ

Reflexiones del Ciudadano Pérez

BILLETE DE IDA Y VUELTA

Estoy aquí, éste debe ser el lugar, pero no lo reconozco. Aquí debió estar amarrado el Stanbrook, pero este sitio ha cambiado tanto desde entonces. Yo recuerdo suciedad y hierros retorcidos de grúas y tinglados maltrechos; y miles de personas harapientas, aterradas, empujándose con desesperación, dándose codazos por llegar a la pasarela.
Aquel puerto, ahora, es una zona de recreo donde las terrazas se desperezan al sol, frente a la antigua dársena abarrotada hoy de yates y veleros deportivos. Y la ciudad, a mi derecha, apenas me parece la misma. Arriba del todo, la Cara del Moro, y abajo, la Casa de Carbonell son los únicos hitos que identifico, aunque entonces me parecían más grandes y más grises.
Alicante está muy cambiada, con todos esos rascacielos y esa fuente en lugar del viejo y mutilado monumento a los Mártires de la Libertad. Mi vista se posa en el paseo de las palmeras, que sigue siendo el mismo, aunque ahora lo llaman Explanada y tiene un bonito suelo teselado. Si mi padre hubiera sobrevivido al dictador, hoy estaría junto a mí, y se sentiría tan fuera de lugar como yo.
-No llores, Nicolás – me dijo mientras ascendíamos penosamente por la pasarela –, que llevamos billetes de ida y vuelta. Ahora nos vamos para que Franco no me fusile; pero volveremos para echar a los fascistas de nuestra tierra, ya lo verás.
Recuerdo al capitán Dickson dando la mano, uno a uno, a todos los refugiados, conforme subían abordo. Éramos casi tres mil y llenábamos la cubierta, las bodegas, la techumbre del puente de mando, la cofa, hasta el último rincón. Algunos se acurrucaban junto a la chimenea buscando un poco de calor bajo la llovizna. Y él, siempre amable y sonriente, con aquellos ojos azules que parecían reflejar el mar, y aquella sonrisa de hombre bueno, nos iba dando la bienvenida a su barquito cargado de miedos y esperanzas. Le dio la mano a mis padres, y a mi me acarició el cabello en un gesto que agradecí en silencio. En ese momento supe que ese hombre nos iba a salvar la vida.
Todavía el barco se deslizaba sigiloso hacia la bocana, en medio de la oscuridad más tenebrosa y el silencio solo roto por algún suspiro y por el llanto apagado de un niño, cuando dos bombas de aviación cayeron muy cerca de nosotros. No había sonado la sirena de alarma ni se oyeron los habituales cañonazos de los antiaéreos; solo los motores del avión asesino alejándose hacia Mallorca. Porque ya nadie estaba en su puesto, y hasta los aduaneros habían tirado al mar la gorra y la pistola y se habían subido al barco con nosotros, en demanda de un exilio doloroso pero salvador.
-No llores, Nicolás, que llevamos billetes de ida y vuelta.
Y pasaron los años, y Franco se quedó para siempre. Y nosotros nos fuimos a vivir a Burdeos y allí montamos nuestros negocios, y nos fue bien; pero a padre siempre se le salía la nostalgia y el desarraigo a los ojos cuando creía estar solo. Sobre todo al final de su vida, después de que se fuera madre.
-¿Se ha muerto ya ese canalla? – preguntaba en sus días terminales, que coincidieron casualmente con la aparatosa agonía del dictador.
-¿Se ha muerto ya? – fueron sus últimas palabras.
Y ahora yo he vuelto, más por él que por mí, y no reconozco el lugar. Estoy aquí y no tengo la sensación de haber regresado. Han pasado muchos años y nuestro billete de ida y vuelta ha debido caducar. Porque aquel Alicante del que me fui siendo un niño ya no es esta ciudad rica e impersonal que ahora me rodea; y mi casa está en Burdeos, mi esposa es francesa y franceses son mis hijos, y hasta yo mismo pienso en francés. El Alacant de 1939 es irrecuperable porque quizá él también se fue en el Stanbrook.
En fin, dentro de unos días cogeré el avión y me volveré a Francia, con mi mujer y mis hijos, con mis negocios, con mis amigos. Aquí no conozco a nadie y, afortunadamente, esta vez sí que he comprado de verdad billete de ida y vuelta.

2 comentarios:

el sindrome de ulises el blog de eusebio perez oca dijo...

Según los documentos de la Federación Socialista Alicantina, firmados tras su asamblea en Oran , celebrada en fecha del comienzo de julio, el seis dice el documento de 1939, los dirigentes socialistas, entre ellos el embarcado en el Stanbrook, el ilicitano Gines Ganga, hablan del coste del flete de este barco así como de otros cuatro. Dos de ellos proporcionados por la cofradía de pescadores de Santapola. El número de pasajeros que figuran en el documento es de 3012. El número que parece en la lista elaborada en las aduanas del puerto de Oran por sus funcionarios, no recoge a los pasajeros que con documentación al día o con heridas o condiciones especiales fueron desembarcados en primer lugar. El propio Gines Ganga no figura en la lista así como algunos de sus familiares. Por contra otros con este apellido si figuran. Se da la circunstancia de que medio centenar de personas están duplicadas y una docena triplicada. Helia da una respuesta al tema por haber arrojado sus documentación por la borda algunos pasajeros. El caso de Vicente Granell, hermano de Amado Granell es uno de esos casos. Desde que se comenzó a tratar el tema del Stanbrook que una parte de la Manada franquista ha tomado la labor de desacreditar a Dickson y a los republicanos en general. Es evidente que siendo estos fascistas locales unos hijos de la gran puta, creen que todos los demás son como ellos.

EUSEBIO PÉREZ OCA.

el sindrome de ulises el blog de eusebio perez oca dijo...

Hoy, curiosamente, un conocido funcionario de alta categoría cuestionaba el acto por estar presidido por unas banderas republicanas. Las declaraba inconstitucionales. ¿En manos de quienes estamos si no saben distinguir entre constitucional o inconstitucional? Que no sea la bandera vigente no la coloca fuera de la ley. No veo a ninguno de estos mamarrachos protestar cuando se llevan a cabo actos "legales" bajo la bandera bicolor con un toro de Osborne o el de Wall Srreet. Es curioso como se pretende manipular la cosa. El acto fue muy humilde y lo organizó la Comisión para la Recuperación de la Memoria Histórica. El personaje, ante mis increpaciones, critica la asistencia de representantes municipales. El caso es enmierdar. Hace unos días se inauguró un monumento y se puso el nombre de un joven que se destacó por defender a una mujer cuando era ataca por un radical asesino. El joven perdió la vida. Menos de un año se ha tardado en homenajearlo. A Archibald Dickson, que salvó a 3o12 seres humanos de la mano criminal de los terroristas franquistas aún le ponen pegas. ¡Que mierda de sociedad!. Mira que me cae mal Puigdemont, pues estoy por irme con él.

Eusebiet el que está hasta la punta de .....