lunes, 4 de febrero de 2013

¡BASTA YA! HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO.



            Ni en la mejor de las películas de Berlanga podríamos habernos imaginado algo así. La realidad, una vez más, supera a la ficción más alocada. Y aún nos piden los figurones paciencia y presunciones de inocencia, y nos prometen enseñarnos su contabilidad y sus declaraciones a Hacienda. Pero, ¿se creen que somos tontos? ¿Es que vamos a creernos que el dinero negro, los sobornos y demás lindezas se declaran a Hacienda y figuran en la contabilidad oficial? No podemos más. La política está podrida, la judicatura está paralítica, la Casa Real ha sido invadida por termitas choriceras, los empresarios prefieren demostrar su patriotismo deslocalizándose en busca de pasta fácil, los obispos defienden el derecho a la vida de los no nacidos, mientras no se ocupan de los nacidos que ya pasan hambre, el paro crece y crece, los bancos se guardan el dinero de todos para ellos solos, los derechos conseguidos con sangre, sudor y lágrimas durante una lucha de siglos, son recortados en nombre de una economía que no entiende nadie (ni siquiera los economistas). Esto se hunde. Y lo peor es que no hay alternativas a la vista, ni siquiera la alternativa de dejarlo todo como está. Porque lo de los sobres y el "yo no he sido" del Jefe del Gobierno han colmado definitivamente el vaso de todo lo soportable.
            ¿Qué deberíamos hacer? Es una lástima que Suárez ya no recuerde que fue el artífice de la Transición, y que Carrillo y Fraga se hayan muerto, dejando solito a Felipe. Porque sería conveniente que los viejos leones dieran un rugido de advertencia, que promovieran la limpieza general, para que los políticos que todavía están limpios hicieran una buena purga en sus partidos, y que todos los chorizos acaben en la cárcel, que se formase un Gobierno de Salvación apoyado por todos los partidos, sindicatos, movimientos ciudadanos, etc., un gobierno que se ocupe de promover por consenso una nueva ley electoral (listas abiertas, ya), una nueva transparencia a todos los niveles, una depuración de duplicidades políticas innecesarias (fuera diputaciones, fuera cargos de enchufe), unos nuevos Pactos de la Moncloa para salir de la crisis dando preferencia a los derechos de los ciudadanos sobre los intereses de los acreedores, que le plante cara a Europa con la autoridad de la voz del pueblo, y que, recuperada la calma, convoque unas Elecciones Generales para un proceso constituyente que contemple, entre otras muchas cosas que es preciso cambiar o superar, la decisión popular sobre la forma del Estado (¿monarquía o república?¿federalismo? ¿y, en su caso, qué clase de república?). Y después de la reforma y de la crisis, cuando la tranquilidad y la Sociedad del Bienestar se hayan recuperado, con los cauces ya abiertos, ya pensaremos en decidir sobre las naciones que constituyen España y cómo quieren integrarse o marchar solas. No antes, en los tiempos revueltos que son la ganancia de los pescadores.
            Ha llegado la hora de salvar los muebles. Es hora de decirle a la Merkel que, contra lo que le dictan sus prejuicios seculares, no todos los españoles somos vagos y ladrones. Que lo que haga alguna familia de zánganos y alguna pandilla de chorizos NO NOS REPRESENTA. Y que ya está bien de abusar en nombre de Europa. Que pagaremos cuando podamos, que primero son nuestros compatriotas y sus derechos… Así, a la islandesa. Que si ellos han podido, ¿por qué no nosotros?
            El pueblo está exento de pecado, así que tiene derecho a echar la primera piedra. Hasta aquí hemos llegado y ya va siendo hora de tomar una determinación, digan lo que digan todos esos mamarrachos que se han creído que son alguien.    
¡GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN, YA! 

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