sábado, 26 de enero de 2013

69, UN NÚMERO MÁGICO.



El 26 de enero de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, nació un niño en la calle Bazán de Alicante (entonces los niños nacían en casa), que fue bautizado días más tarde en la Colegiata de San Nicolás (hoy Concatedral), donde le pusieron el nombre de Miguel Ángel, hijo de Miguel Pérez Pérez y Magdalena Oca Pérez.
Ese niño era yo. Bueno... ¿era yo? ¿Realmente entre ese niño y yo hay algo en común que haya pervivido tanto tiempo? Dicen los científicos que cada 5 años se renuevan todas nuestras células y que incluso en cada una de nuestras células, los átomos que las conforman entran y salen por causa del metabolismo. Así que, seguramente, ni uno solo de mis átomos actuales es original. Mi más antiguo recuerdo es de cuando el niño Miguel Ángel tenía unos tres años. Mi tía Magdalena "la Gorda" (yo tenía dos tías que se llamaban Magdalena: la gorda y la flaca) me subió en sus rollizos brazos hasta un espejo oval del paragüero de la entrada de mi casa y me preguntó qué era lo que tenía en la mano, mientras me presionaba el lóbulo de mi oreja derecha. Y yo contesté ufano: "As cachochas", que era la traducción a mi idioma particular de "las orejas". También recuerdo una foto en sepia en la que aparezco vestido de payaso. Y más tarde, a los 4 ó 5 años, leyendo "De la Tierra a la Luna" de Julio Verne en la Biblioteca de la Caja de Ahorros del Sureste de España, precursora de la CAM, recientemente saqueada por los chorizos. Para llegar a la mesa habían puesto sobre mi silla tres tomos de la Enciclopedia Espasa. Después vino el colegio en los Franciscanos y una vida sin grandes soluciones de continuidad a nivel de la memoria, aunque sí con importantes cambios: Escuela de Comercio, montañismo, un terrible accidente de escalada, trabajo como dibujante publicitario, escaparatista, diseñador de joyas y chico para todo en la Joyería Gomis, oposiciones a Tabacalera, trabajo en la Fábrica de Tabacos de Tarragona y en las oficinas Centrales de Madrid, mili en Sidi Ifni, encuentro casual con la filosofía oriental en medio del desierto, trabajo en la Representación Provincial de Tabacalera en Alicante, muerte de mi padre, amor, novia, boda, nuevo hogar, hijas, la literatura y la pintura como válvulas de escape de un trabajo que no me gustaba y que duró 40 años, chalet en Bonalba, Democracia, muerte accidental de mi hermana Conchita, hallazgo de la Astronomía, pintura espacial en varias exposiciones y en el Museo de la Ciencia de Barcelona, maravillosa y liberadora pre jubilación, publicación de mis novelas, nacimiento de mis nietos y... de repente, me veo cumpliendo 69 años tras una vida que se puede resumir, como todas, en una cuartilla o en un tomo de 500 páginas. ¿Soy el mismo que nació en la Calle Bazán de Alicante hace 69 años? Bueno, lo mejor de todo es que estoy aquí y ahora, y que sigo haciéndome preguntas. Dicen que mientras uno siente curiosidad está vivo. Y puedo presumir de que tengo una buena familia y unos buenos amigos. ¿Qué más puedo pedir? Sí, puedo pedir que mejore radicalmente la situación general y que pueda al fin sentirme satisfecho de mi planeta, de mi país y de mis conciudadanos. Ya veremos. En cuanto a la salud, bien, gracias, dentro de lo que cabe.
Os deseo a todos que paséis mi 69 cumpleaños con toda la felicidad que os merecéis.
Un abrazo.
Miguel Ángel Pérez Oca.

3 comentarios:

Eusebio Pérez Oca dijo...

Sera cariño de hermano, pero algo debe quedar. Será la memoria adquirida y transmitida de célula a célula, pero lo que está claro es que sigues siendo el mismo "FABA" que cuando eras muy joven. Ante tus dibujos, tus razonamientos, tu amor a la naturaleza, practicante de un deporte entonces muy minoritario, siempre leyendo, aprendiendo, dudando para dejar sitio a nuevas teorías, creando....siempre respondías con una frase que era propia de nuestro queridisímo tío Perfecto Oca: "Yo lo que estoy es faba". Denominación en valenciano para indicar una naturaleza atípica. Ni futbol, ni toros, ni convencionalismos. 69 años de juventud que son ejemplo de esperanza. A tu edad hay quien lleva "dormido", aletargado años. Algunos desde que nacen. Es jodido decirlo, pero tu demuestras que si hay clases. Lo siento por los que no son así. Y me alegro por ti y, desde luego, por mi. Lo dice Serrat en una de sus canciones: "pasé mi niñez imitando a mi hermano...". Yo tambien y ha valido la pena.

Eusebiet.

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

Gracias, hermano.
"Bienaventurados los fabas, porque de ellos será el futuro", que hubiera dicho Quien tú sabes, si en vez de hebreo hubiera sido valenciano.
O el futuro será de los fabas o no será. Es una de las poquísimas cosas en las que tengo fe, o mejor dicho: esperanza.
Amén.
MAPérezOca.

Eusebio Pérez Oca dijo...

Se dice que los montañeros son los conquistadores de la inútil. Que detras de cada montaña hay otra igual.... Pero no. Recuerdo cuando yo tenía cinco años y en la radio sonaba el "Cara al Sol". Decía aquello de: "..en España empieza a amanecer". Tu tenías quince años. Y me dijiste: "Sabes, Eusebin, lleva veinte años el tema y aún no ha amanecido". Hace falta ser poco convencional para, con quince años, razonar así. El caso es que comprendí el mensaje. Está claro que los "fabas" son los utópicos. Los que son capaces de soñar y a la vez razonar. Los que suben cumbres a pesar del esfuerzo y los que son capaces de soñar con un futuro mejor, para todos, tienen una perspectiva mejor que los que se quedan maldiciendo en la mesa de un bar. Viva la utopía.

Eusebiet.