La señora Magdalena es mi madre. Ha cumplido 90 años y tiene una memoria de elefante. Es el archivo del clan y recuerda con precisión asombrosa todas las fechas de las efemérides, cumpleaños y santos de sus familiares. Está muy orgullosa de llevar el apellido de Oca, oriundo de las tierras burgalesas de los Montes de Oca y la comarca del río Oca, donde todos los pueblos llevan el sobrenombre de ese que es mi segundo apellido. Tiene una salud de hierro y solo le fallan las piernas castigadas por la artrosis.
Esta tarde la llevaremos a Mutxamel para que presencie la representación teatral de mi novela "25 de Mayo, la tragedia olvidada". Seguro que despotricará de la actriz que la va a representar, porque la mostrará como una anciana achacosa, y ella no se considera una vieja, ni mucho menos.
El día 25 de mayo de 1938, una jovencita Magdalena Oca viajaba en el tranvía por delante de la Fábrica de Tabacos, camino del Fondo de Roenes, donde mis abuelos paternos tenían una casita de campo. La habían invitado para hablar de mi padre, que entonces estaba en el frente de Extremadura como capitán del Ejército Republicano, y para animarla, pues hacía solo un mes que había fallecido su padre, mi abuelo Arturo. De pronto oyó el rugido de los motores de los aviones facistas y el silbido de las bombas. Se echó del tranvía en marcha y se metió en un refugio antiaéreo que había cerca de la plaza de "Les Palmeretes". Y allí permaneció durante horas, sin que la dejaran salir para correr a su casa, a ver si su madre o su hermano Perfecto, que estaba enfermo de los pulmones, habían sufrido alguna desgracia. Porque la vivienda familiar estaba muy cerca de la Plaza del Mercado, donde se decía que habían muerto más de 300 personas. Fue un día terrible para Alicante, y mi madre ha tenido y todavía tiene a veces pesadillas en las que ella corre enloquecida hacia el refugio mientras las bombas silban y estallan a su alrededor.
La guerra, creo yo, es la peor experiencia que puede sufrir una persona; la peor y la más vergonzosa, puesto que se trata de un asesinato colectivo, una refriega tecnificada y absurda adornada y justificada con las mentiras del Honor, la Patria, el Valor y todas esos cuentos inventados por los poderosos para convencer a los incautos jóvenes de que den la vida por sus intereses inconfesables. Unos van engañados a ella y a otros no les queda más remedio que defenderse y mancharse para siempre las manos de sangre. Y los no combatientes, niños, ancianos y mujeres, suelen ser las víctimas más inocentes. La guerra es la prueba de que todavía no somos ese "homo sapiens" que pretendemos ser.
La señora Magdalena lo sabe muy bien.
Miguel Ángel Pérez Oca.
3 comentarios:
Miguel Ángel, ojalá pueda conseguir sacar esta tarde el rato par poder ir a Muchamiel a ver la obra, y sobre todo, para conocer a vuestra madre, aunque sea sólo para ver su mirada después y darle la enhorabuena por sus hijos.
Un saludo!
Me alegro de que todo haya salido bien, y de que la obra haya sido un exito.
Y desde luego, seria una suerte que la volvieran a representar en más sitios, a ver si entonces puedo verla. Me encantaría.
Mi madre tambien me contaba muchas cosas de la guerra "c'agué" que decía ella con mucha guasa.
Pero lo pasaron muy mal aquellos años, y el recuerdo de los aviones bombardeando y de las sirenas tocando para refugiarse, no se le olvidaron nunca.
Enhorabuena por tu obra.
Un abrazo
Me alegro de que todo haya salido bien, y de que la obra haya sido un exito.
Y desde luego, seria una suerte que la volvieran a representar en más sitios, a ver si entonces puedo verla. Me encantaría.
Mi madre tambien me contaba muchas cosas de la guerra "c'agué" que decía ella con mucha guasa.
Pero lo pasaron muy mal aquellos años, y el recuerdo de los aviones bombardeando y de las sirenas tocando para refugiarse, no se le olvidaron nunca.
Enhorabuena por tu obra.
Un abrazo
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