Un jueves cualquiera del mes pasado me fuí a Madrid. Tenía que resolver unos asuntos con mi editor y aproveché para ir con mi hija Natalia que tenía allí una reunión de trabajo. Salimos de buena mañana y volvimos a la noche. Yo, una vez resuelta mi gestión, llamé a mi amigo Guillermo, que es Diputado del Congreso, y me invitó a visitar esa solemne institución donde se hacen las leyes del país y se discuten las medidas del Gobierno. Después de pasar con éxito las pruebas de seguridad, mi amigo y yo fuimos al hemiciclo, recién abandonado por los próceres tras las votaciones. Todavía estaba el recinto iluminado, apabullante de solemnidad y de historia. Vi las huellas de los tiros de los hombres de Tejero y se me herizó el cabello al darme cuenta de que varios de los impactos están a pocos centímetros del tragaluz central. Si un tiro hubiera reventado los cristales y éstos hubieran caído sobre diputados y guardiaciviles, el penoso sainete podía haberse convertido en tragedia irreparable. Me hice unas fotos en la tribuna de oradores y en la silla del banco azul que ocupa el Jefe del Gobierno, visité otras salas donde hay un admirable reloj astronómico y admiré los retratos de distintos presidentes del Congreso, cuyos estilos revelan el paso de los tiempos. Mi amigo se fue en el avión de las cuatro, y yo, después de comer en un restaurante de los muchos y buenos y de buen precio que hay por la zona (Madrid es un paraíso para un tragaldabas como yo), me acerqué al Thyssen para admirar los estupendos cuadros y esculturas de Antonio López. Uno se queda mudo y perplejo ante el extraño y mágico morbo de la pintura de López, que es capaz de convertir un water roñoso en una joya pictórica, o una Calle de Alcalá de amanecida en un paisaje inolvidable. Rematé la jornada visitando el Museo Naval, con el mapa original de Juan de la Cosa, una bala de cañón empotrada en una piedra de la fachada de la iglesia de Santa María de Alicante, instrumentos náuticos y maquetas de barcos de todas las épocas, gestas de nuestros marinos, cuadros de batallas y descubrimientos... Uno no puede evitar sentirse orgulloso de pertenecer a una comunidad histórica donde se hacen las leyes en un palacio tan hermoso como nuestro Congreso, donde hay artistas como Antonio López, capaz de sacar belleza de cualquier cosa, donde generaciones de marinos se jugaron la vida por su país. Una tierra a la que pertenecer es algo muy serio, muy hermoso, que no puede menospreciarse. Que ya dicen que la unión hace la fuerza y que ser un ciudadano libre en un país hermoso es algo que por desgracia no todos pueden disfrutar. Ahora solo falta conseguir que este Estado de Derecho sea también un estado de verdadera Justicia, de genuina Libertad y de auténtica Igualdad. Todo se andará si sabemos exigirlo y no nos dormimos en los laureles.
Esperé a mi hija junto a la fuente de Neptuno, nos fuimos a Atocha y volvimos a Alacant en un tren a 250 kilómetros por hora. No hay nada como un jueves cualquiera en Madrid.
Miguel Ángel Pérez Oca.
1 comentario:
En mi último viaje a Madrid con el papá Miguel, la mami, Conchi yo, me empecine en ver el Museo Naval en lugar del Museo del Prado. Me entusiamaba el tema de los viajes y viajeros en aquellos tiempos en que dependias del viento y de la formación de un buen piloto. Estaba cerrado. Ya no volvi a Madrid en mucho tiempo. Al poc el papá enfermó. Entonces no hebia democracia. Vivamos en una cochina y criminal dictadura. Vimos a la primera mujer policia municipal. El papá dijo.- "Algún día habran mujeres generales, politicas,...." Por entonces habiamos viajado por un posible trabajo en Madrid a las ordenes directas del Marques se Urquijo, presidente de Tabacalera. El papá y un compañero de la fábrica de Logroño habian conseguido de aquel hombre duro que se firmara el poder que una mujer tuviera escalafon dentro de tabacalera. El papá tuvo fuertes palabras con aquel personaje, pero lo consiguio. Al tiempo el Marques lo llamó al saber que habia llegado a Oficial despues de haber sido durante años del grupo 5. Mecánico. La amnistia de 1961 le permitio acceder a los examenes ya que tenia estudios de sobra para ello. Consigió quedarse en Alicante. ¡¡Que orgulloso estaria, con 98 años, de ver a sus hijos, uno sentado en las cortes y acompañado de una persona de la calidad de Guillermo Bernabeu. Respecto a este decir u no me equivoco, que si pudieramos hacer extracto de ser humano, con todo el PP no sacariamos ni una gota de la calidad del que saldria de Guillermo. Dale un abrazo aunque sea por telefono.
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