En navidad "to er mundo e güeno". Los tres Reyes Magos, que no se sabe si eran tres o cuatro o cuántos, y que no eran reyes, vienen con sus camellos a traerles juguetes de El Corte Inglés o Toy Sarás a los niños, que ya saben que en realidad quien paga es papá. No Papá Noel, Santa Claus de mejor nombre, o mejor aún San Nicolás, un obispo levantino que llevó naranjas al norte de Europa para atajar una epidemia de escorbuto y que ahora va disfrazado de rojo, con una gran panza de obeso glotón y cervecero. Creo que antes iba de verde y que el rojo se lo puso Coca Cola, ¿será cierto? ¿Hasta este extremo hemos llegado? Oh, Oh, Oh... dice el gordo anglosajón mientras nos toca... la campanita desde su trineo tirado por "ornitorrenos", rara especie de renos volantes inventados por Walt Disney. En la tele nos cantan villacicos y suena, una vez más, ese maldito eslogan publicitario de "Ven a casa esta Navidad..." Y nosotros nos acordamos de los ausentes, nos sentimos estafados y nos ponemos de una profunda y desagradable mala leche melancólica. Las calles de las ciudades y pueblos, en plena crisis energética, se llenan de luces inútiles en las que se derrocha la energía en nombre de no se qué buen rollo. Saturamos Internet de mensajes bienintencionados, mientras por ahí, por el mundo que nos rodea, siguen los secuestros, las guerras, el hambre y todas esas miserias, muchas de ellas perpetradas en nombre de un Dios único, verdadero, justo, sabio, poderoso y bueno, con otro nombre pero los mismos atributos que el nuestro. Otras veces las barbaridades, las inquisiones y las hogueras las han hecho los que llaman Dios a ese Dios. Y los mendigos hacen, o intentan hacer los pobres, su agosto en diciembre, como los dueños de las tiendas de juguetes, los fabricantes de turrón, los grandes almacenes... en nombre de un pobre niño judío que dicen nació en un pesebre de Belén y tuvo que exiliarse a Egipto ante la barbarie del estúpido y cruel rey de los judíos, que no quería competencia y que construyó el segundo templo de Jerusalén, el del muro de las lamentaciones, más en su propia gloria política que en alabanzas a Jeová que, por cierto, es otro nombre del mismo Dios del que estamos hablando. Y uno se imagina el portal de Belén cubierto de nieve, allá donde nunca nieva, alumbrado por un extraño cometa del que los astrónomos no tienen noticias, en los postreros días del año uno antes de Cristo. Y el caso es que cuando el Papa Juan I ordenó al monje matemático Dionisio el Exiguo que confeccionara el calendario cristiano para sustituir al romano de toda la vida, el buen hombre se equivocó en tres o cuatro años, de manera de Jesús de Nazareth - ¿no era de Belén? - nació el año tres o cuatro "antes de Cristo". Vaya paradoja. ¿Y la fecha exacta del nacimiento? Pues vaya usted a saber. Porque las fechas en que se celebra la "Navidad" cristiana - "natividad" es el término correcto - se puso en diciembre para dar nombre cristiano a las Saturnales, tradicional fiesta familiar de los romanos, que celebraban en esos días el Solsticio de Invierno, el comienzo del frío y del recogimiento cerca de la lumbre. Así que ¿qué estamos celebrando? ¿A qué viene tanto villancico nostálgico y melancólico, tanta comilona generadora de colesterol, tanto juguete y tanto regalo, tanto despilfarro y tanta lucecita? Si, en el fondo, la mayoría abominamos en secreto de la Navidad, que es triste, deprimente, molesta y hasta si me apuran hipócrita. La mayor parte de las peleas familiares se producen en Navidad, porque hay gente que no soporta a su suegra o a su cuñado y tiene que compartir mesa y mantel con ellos y gastarse la pasta en regalos estúpidos.
Vaya con la Navidad. Si tuviese dinero me iría en estas fechas a un país pagano donde no tenga que ser testigo de tanta monserga. Pero, ¿dónde está ese país feliz? Si resulta que hasta en China, el país comunista más capitalista del mundo, ya se celebran estos jolgorios prometedores de buenos negocios...
La verdad, no me apetece felicitarles a ustedes en estas fechas tan artificiales. Prefiero desearles un feliz Año Nuevo lleno de felicidad, salud y sobre todo paz y justicia social. Que falta nos hace.
Miguel Ángel Pérez Oca.
1 comentario:
Y para postre el tocahuevos de Camps con sus pperos ya comienza la campaña "cortina de humo" con el tema del trasvase Tajo-Segura. Mientras los acuiferos de Alicante, Murcia y Almeria se pierden en el mar por debajo del nivel del agua. Pero eso no es negocio, mejor hacer un trasvase y dar por culo al vecino catalan que es malo por principio. Y por si fuera poco, los reyes son los padres.
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