El próximo miércoles, en INFORMACIÓN TV, en el programa de la tarde que lleva Ana Antolín, hablaremos de telescopios, para lo que llevaré mi reflector de 200 mm. que uso habitualmente. Os pongo el artículo que sevirá de guión a la charla.
LOS TELESCOPIOS DE AFICIONADO.
No podríamos imaginar a un astrónomo sin verlo al lado de su telescopio. Sin embargo, hasta que Galileo, en 1609, utilizó este aparato para observar de cerca de los cuerpos celestes, los astrónomos solo utilizaban aparatos – esferas armilares, astrolabios, cuadrantes, triquetrums – que les permitían fijar la posición de los astros en la esfera celeste. Hasta Galileo, la única Astronomía que conocían los astrónomos era la Astronomía de Posición. Conforme los telescopios se han ido perfeccionando y agigantando, han adquirido unos precios y necesitando unas instalaciones prohibitivas para los particulares. Y así ha surgido la figura del astrónomo aficionado, o “astrófilo”, amante de los astros, persona cuyo amor e interés por el Universo no se corresponde con una dedicación profesional ni con unos títulos académicos adecuados, y que utiliza para sus observaciones telescopios modestos. Sin embargo, estos aficionados tienen un importante papel en la Astronomía; son, por ejemplo, los que descubren la mayoría de los cometas, y auxilian a los profesionales en multitud de investigaciones y trabajos, para los que el profesional no tendría tiempo ni podría utilizar las carísimas pero escasas instalaciones de los grandes observatorios. Se trata de observaciones y trabajos que la Ciencia necesita y que el aficionado puede aportar con sus más baratos y modestos, aunque no malos, instrumentos.
Los telescopios de aficionado, aunque más modestos en tamaño y prestaciones, son muy parecidos a los grandes aparatos de los observatorios oficiales, aunque a una escala más reducida.
El telescopio más antiguo y sencillo es el llamado refractor. Es el clásico catalejo de los viejos navegantes y piratas. Se trata de un tubo con una lente o sistema de lentes como objetivo, colocado delante y el porta oculares detrás. La luz del objeto observado entra por delante, se concentra por la refracción producida por la lente objetivo hasta alcanzar su longitud focal, punto en el que debe coincidir la longitud focal del ocular. Los aumentos conseguidos son el resultado de dividir la longitud focal del objetivo entre la longitud focal del ocular empleado. A más corto foco del ocular, más aumentos. Pero no siempre interesa conseguir mayores aumentos, sino más luz, y a mayores aumentos menor luz.
Los reflectores, o “Newton”, por ser este telescopio invento del eminente físico inglés, es un aparato con un espejo parabólico en su fondo. La luz entra por la abertura anterior, rebota en el espejo concentrándose hacia delante en el punto de su longitud focal, pero antes de llegar a dicho punto, y con el fin de que la cabeza del observador no obstruya la entrada de la luz, se desvía en un ángulo de 45 grados por efecto de un espejito secundario plano. El porta oculares está a un lado, en la parte anterior del telescopio.
Dado que un espejo es más barato que una lente, y su curvatura puede ser mucho mayor, se necesitaría un refractor mucho más costoso y grande que un reflector de las mismas prestaciones. Por eso, el telescopio reflector es mucho más utilizado que los refractores por parte de los astrónomos aficionados.
Hay una tercera clase de telescopio, el catadióptrico, que es un híbrido de los dos anteriores. Es un tubo corto, compacto, con una lente delante y un espejo detrás, en cuyo interior la luz efectúa tres viajes. Eso hace que el tubo sea tres veces más corto que su equivalente reflector clásico. La luz entra por delante y se empieza a concentrar por efecto de la lente; después, rebota en el espejo y se concentra todavía más, mientras vuelve hacia delante, donde rebota en un pequeño espejo secundario, para salir hacia atrás por un agujero central en el espejo principal, detrás del cual está el porta oculares. Según la lente empleada puede ser Macksutov o Schmidt-Cassegrain. En ambos casos es un telescopio más transportable pero mucho más caro que un reflector.
Sobre el tubo telescópico suele montarse un pequeño refractor, con una cruceta en su ocular de pocos aumentos y mucho campo, que sirve como buscador, para encontrar el objeto a observar. También su puede aplicar un apuntador laser.
Los telescopios, independientemente de su clase, se puede colocar sobre distintas clases de montura, que es el aparato mecánico que le da la movilidad que permite apuntar a los cuerpos celestes.
La montura más sencilla es la azimutal, que permite movimientos en vertical y horizontal. Puede ser de horquilla, Dobson, etc. La montura más barata y sencilla es la Dobson, una especie de cajón puesto sobre una superficie de railite para sus movimientos horizontales y dos muescas forradas de teflón sobre las que resbalan dos ruedas de aluminio fijadas al tubo telescópico, que le permiten los movimientos verticales.
La montura ecuatorial tiene un eje que apunta al Norte celeste, o sea a la Estrella Polar – más o menos -, así que los movimientos “horizontales” y “verticales” de esa clase de montura coinciden con las coordenadas celestes Norte-Sur y Este-Oeste, en lo que se llama Declinación y Ascensión Recta. También hay varias clases de montura de estas características: de horquilla, de pesas – alemana - , etc.
Todas las monturas pueden llevar motores que permitan el seguimiento automático del cuerpo observado. En el caso de la montura ecuatorial, basta con un motor que dé una vuelta completa cada 24 horas, en sentido contrario a la rotación de la Tierra. En el caso de las monturas acimutales deberían tener dos motores para los movimientos verticales y horizontales conectados a un programa informático que regule el seguimiento. Es el sistema que hoy día también adoptan los grandes telescopios profesionales.
Muy importantes también son los accesorios. Los oculares, que son sistemas de lentes detrás de los cuales se coloca el ojo o los instrumentos del observador. Los filtros, que facilitan la observación, atenuando o modificando la luz recibida. Los oculares astrométricos, fotómetros, espectrómetros, cámaras fotográficas o CCD, sistemas informáticos, etc. Depende de la finalidad que el aficionado quiera dar a su telescopio, que aplique determinados accesorios, cuyo precio es muy variado.
En la fotografía de Federico Pastor que he puesto en la cabecera de este artículo, se pueden ver distintas clases de telescopio, la mayoría de mi propiedad, que se exhibieron en el Puerto de Alicante con motivo de las “100 horas de Astronomía” que la Agrupación Astronómica de Alicante organizó recientemente por ser éste el Año Internacional de la Astronomía.
Miguel Ángel Pérez Oca.
30-4-2009
No podríamos imaginar a un astrónomo sin verlo al lado de su telescopio. Sin embargo, hasta que Galileo, en 1609, utilizó este aparato para observar de cerca de los cuerpos celestes, los astrónomos solo utilizaban aparatos – esferas armilares, astrolabios, cuadrantes, triquetrums – que les permitían fijar la posición de los astros en la esfera celeste. Hasta Galileo, la única Astronomía que conocían los astrónomos era la Astronomía de Posición. Conforme los telescopios se han ido perfeccionando y agigantando, han adquirido unos precios y necesitando unas instalaciones prohibitivas para los particulares. Y así ha surgido la figura del astrónomo aficionado, o “astrófilo”, amante de los astros, persona cuyo amor e interés por el Universo no se corresponde con una dedicación profesional ni con unos títulos académicos adecuados, y que utiliza para sus observaciones telescopios modestos. Sin embargo, estos aficionados tienen un importante papel en la Astronomía; son, por ejemplo, los que descubren la mayoría de los cometas, y auxilian a los profesionales en multitud de investigaciones y trabajos, para los que el profesional no tendría tiempo ni podría utilizar las carísimas pero escasas instalaciones de los grandes observatorios. Se trata de observaciones y trabajos que la Ciencia necesita y que el aficionado puede aportar con sus más baratos y modestos, aunque no malos, instrumentos.
Los telescopios de aficionado, aunque más modestos en tamaño y prestaciones, son muy parecidos a los grandes aparatos de los observatorios oficiales, aunque a una escala más reducida.
El telescopio más antiguo y sencillo es el llamado refractor. Es el clásico catalejo de los viejos navegantes y piratas. Se trata de un tubo con una lente o sistema de lentes como objetivo, colocado delante y el porta oculares detrás. La luz del objeto observado entra por delante, se concentra por la refracción producida por la lente objetivo hasta alcanzar su longitud focal, punto en el que debe coincidir la longitud focal del ocular. Los aumentos conseguidos son el resultado de dividir la longitud focal del objetivo entre la longitud focal del ocular empleado. A más corto foco del ocular, más aumentos. Pero no siempre interesa conseguir mayores aumentos, sino más luz, y a mayores aumentos menor luz.
Los reflectores, o “Newton”, por ser este telescopio invento del eminente físico inglés, es un aparato con un espejo parabólico en su fondo. La luz entra por la abertura anterior, rebota en el espejo concentrándose hacia delante en el punto de su longitud focal, pero antes de llegar a dicho punto, y con el fin de que la cabeza del observador no obstruya la entrada de la luz, se desvía en un ángulo de 45 grados por efecto de un espejito secundario plano. El porta oculares está a un lado, en la parte anterior del telescopio.
Dado que un espejo es más barato que una lente, y su curvatura puede ser mucho mayor, se necesitaría un refractor mucho más costoso y grande que un reflector de las mismas prestaciones. Por eso, el telescopio reflector es mucho más utilizado que los refractores por parte de los astrónomos aficionados.
Hay una tercera clase de telescopio, el catadióptrico, que es un híbrido de los dos anteriores. Es un tubo corto, compacto, con una lente delante y un espejo detrás, en cuyo interior la luz efectúa tres viajes. Eso hace que el tubo sea tres veces más corto que su equivalente reflector clásico. La luz entra por delante y se empieza a concentrar por efecto de la lente; después, rebota en el espejo y se concentra todavía más, mientras vuelve hacia delante, donde rebota en un pequeño espejo secundario, para salir hacia atrás por un agujero central en el espejo principal, detrás del cual está el porta oculares. Según la lente empleada puede ser Macksutov o Schmidt-Cassegrain. En ambos casos es un telescopio más transportable pero mucho más caro que un reflector.
Sobre el tubo telescópico suele montarse un pequeño refractor, con una cruceta en su ocular de pocos aumentos y mucho campo, que sirve como buscador, para encontrar el objeto a observar. También su puede aplicar un apuntador laser.
Los telescopios, independientemente de su clase, se puede colocar sobre distintas clases de montura, que es el aparato mecánico que le da la movilidad que permite apuntar a los cuerpos celestes.
La montura más sencilla es la azimutal, que permite movimientos en vertical y horizontal. Puede ser de horquilla, Dobson, etc. La montura más barata y sencilla es la Dobson, una especie de cajón puesto sobre una superficie de railite para sus movimientos horizontales y dos muescas forradas de teflón sobre las que resbalan dos ruedas de aluminio fijadas al tubo telescópico, que le permiten los movimientos verticales.
La montura ecuatorial tiene un eje que apunta al Norte celeste, o sea a la Estrella Polar – más o menos -, así que los movimientos “horizontales” y “verticales” de esa clase de montura coinciden con las coordenadas celestes Norte-Sur y Este-Oeste, en lo que se llama Declinación y Ascensión Recta. También hay varias clases de montura de estas características: de horquilla, de pesas – alemana - , etc.
Todas las monturas pueden llevar motores que permitan el seguimiento automático del cuerpo observado. En el caso de la montura ecuatorial, basta con un motor que dé una vuelta completa cada 24 horas, en sentido contrario a la rotación de la Tierra. En el caso de las monturas acimutales deberían tener dos motores para los movimientos verticales y horizontales conectados a un programa informático que regule el seguimiento. Es el sistema que hoy día también adoptan los grandes telescopios profesionales.
Muy importantes también son los accesorios. Los oculares, que son sistemas de lentes detrás de los cuales se coloca el ojo o los instrumentos del observador. Los filtros, que facilitan la observación, atenuando o modificando la luz recibida. Los oculares astrométricos, fotómetros, espectrómetros, cámaras fotográficas o CCD, sistemas informáticos, etc. Depende de la finalidad que el aficionado quiera dar a su telescopio, que aplique determinados accesorios, cuyo precio es muy variado.
En la fotografía de Federico Pastor que he puesto en la cabecera de este artículo, se pueden ver distintas clases de telescopio, la mayoría de mi propiedad, que se exhibieron en el Puerto de Alicante con motivo de las “100 horas de Astronomía” que la Agrupación Astronómica de Alicante organizó recientemente por ser éste el Año Internacional de la Astronomía.
Miguel Ángel Pérez Oca.
30-4-2009
2 comentarios:
soy nuevo en el tema de la astronomia, estoy empezando con algunos estudios y necesito un lugar donde vendan telescopios bajo coste, conoces algunos?
No sé de ningún establecimiento donde se dediquen a vender telescopios de segunda mano. Los de primera, mejor no buscar baratos, porque te pueden vender una patata. La mejor tienda de telescopios de España, con una amplia variedad de modelos y precios, es Óptica Roma,de Madrid, tel. 913096856. Te pueden aconsejar y te lo mandan a casa contra reembolso en unos pocos días. Si vas a Madrid, vale la pena visitarlos en la Plaza de Manuel Becerra, 18.
Miguel A. Pérez Oca.
PD.- Esto no es publicidad, solo sincera información.
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