EL NIÑO QUE VEÍA PASAR EL TREN.
Christian
Doppler era un niño de aspecto enfermizo e inteligente. El médico había
aconsejado a sus padres que lo llevasen en verano de vacaciones a alguna
comarca alpina de aires frescos y secos, donde sus pulmones pudieran
fortalecerse. Y allí, en la pintoresca aldea, lejos de factorías y barrios
malsanos, su cuerpo se fortaleció, y también sus ganas de jugar, vivir y
aprender.
A media
mañana, un tremendo e interminable tren de mercancías solía pasar por la
estación del pueblo, sin detenerse, ni siquiera aminorar su marcha, tal como
una exhalación de hierro envuelta en humos, chirridos y silbidos penetrantes. Y
su aparición fugaz maravillaba al niño, que imaginaba largos viajes a países
exóticos. Todos los días, a la misma hora, Christian dejaba sus juegos y
marchaba a la estación, para ver pasar el tren y sentir en el rostro el viento
que desataba.
Como
siempre, cada vez que pasaba un tren, el viejo jefe de estación, con su
arrugado uniforme azul y su gorra cilíndrica y roja de visera charolada, se
plantaba a la orilla del andén y levantaba una banderita roja, dando paso al
convoy. El niño se le acercó y lo observaba con admiración y curiosidad.
-¿Qué,
muchacho? ¿Te gustan los trenes? – preguntó el hombre, atusándose el bigote.
-Sí,
señor – le contestó el niño con gesto tímido.
-¿Quieres
preguntarme algo?
-Sí… ¿Por qué
el tren hace “pííí” cuando viene y “pooo” cuando se va?
Y
el viejo ferroviario meneó la cabeza e hizo una mueca de admiración.
-Vaya,
tú también te has dado cuenta, ¿eh? Eres
un chico muy observador. Pero el hecho de que el silbato del tren suena más
agudo cuando se acerca que cuando se aleja es un misterio que nadie me ha
sabido explicar.
Christian
se hizo mayor y estudió Física en Viena y Salzburgo, y en 1842, a los 39 años,
publicó un libro donde se resolvía el misterio que al fin había podido
desentrañar por sí mismo, y que tenía la siguiente explicación: Cuando un
cuerpo se desplaza rápidamente, emitiendo un sonido constante, las ondas
sonoras se comprimen por delante y se separan por detrás, de forma que
percibimos ese sonido más agudo cuando se nos acerca y más grave cuando se
aleja. A este fenómeno se le conoce como Efecto Doppler.
Años
más tarde, el físico francés Fizeau descubrió que este efecto se produce
también en la luz, de manera que una estrella que se acerca a la Tierra, por
muy lejana que esté, se verá más azul, mientras que otra que se aleja, se verá
más roja.
En
los primeros años del siglo XX, el astrónomo americano Hubble, observando
lejanas galaxias, comprobó, mediante el Efecto Doppler de la luz, que todas
ellas se alejan de nosotros debido a que el Universo está en expansión desde
que surgió de una gran explosión, llamada Big Bang, ocurrida hace más de trece
mil millones de años.
Y
así, un niño curioso que veía pasar el tren nos enseñó cómo es el Universo.
Miguel Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
1 comentario:
👍🚀
Publicar un comentario