sábado, 9 de enero de 2021

MUERTE, LOCURA Y TRISTEZA.

 

            ¿Es posible? Me da miedo escribir y, más todavía, publicar lo que escribo. Porque en cuanto expreso una opinión, alguien se ofende. Yo reconozco que me he vuelto intransigente e irascible y poco cortés. Es verdad. Pero cuando hay muertos por medio, creo yo, está de más la transigencia y la cortesía. Porque la vida es sagrada y está por encima de todo. Y cuando se trata de salvar vidas, uno debería, creo yo, poner eso por encima de todo lo demás. Y, además de estar volviéndome loco (creo que la locura es un daño colateral de la pandemia) me estoy sintiendo cada vez más triste. Y estoy triste porque personas a las que quiero mucho (sigo queriéndolas) me acusan de machista, insultador… hasta mequetrefe, porque me atrevo a reconvenir la conducta de quienes se ponen en peligro de contagio por reunirse en locales cerrados y pasarse horas  muy cerquita unos de otros y sin mascarilla (a mí también me gustaría, pero sé que no debo). Y me dicen que quién soy yo para no respetar la libertad de los demás. Si no hubiera muertos por medio, tendrían razón, pero es que se está muriendo mucha gente, y yo me siento triste y herido. Hay incluso quienes leen mis tonterías como inquisidor en busca de herejías de qué acusarme, y me duele, porque, como un nuevo Giordano Bruno, no puedo evitar seguir siendo hereje; hereje de la herejía de defender la vida de los viejecitos que se mueren a chorros del coronavirus. No lo puedo evitar. Para mí, en este caso, no hay libertad que valga contra cientos de miles de muertos (Nada menos que 2 millones en todo el mundo, 60.000 en España y 3.163 en Alicante a día de hoy y subiendo). Y no quiero ofender, ni insultar, ni comportarme como un mequetrefe. Que conste que no creo haber hecho tales cosas, aparte de quejarme de mis heridas, quizá violentamente, como gato panza arriba. Me bastaría con que los (y las) supuestamente ofendidos/as contrastaran su opinión con la mía y ninguno de los dos perdiéramos los papeles. Me ha ocurrido con otros amigos que me han demostrado su bondad y su capacidad de comprensión y, sobre todo, de saber argumentar. Pero los (y las) que me dicen que los (y las) insulto y que no respeto su libertad, me hacen mucho daño, y a veces reviento y digo barbaridades, porque, sinceramente, quizá soy excesivamente sensible y me estoy volviendo loco de tristeza.

Miguel Ángel Pérez Oca.

10 comentarios:

Unknown dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que sientes. Hay que pensar también, que la libertad de una persona, termina donde comienza la de otra.
Ésto del virus, no es ninguna broma y como sanitaria, estoy hasta el rabo de la bocina, cansada de repetir que hay que prevenir y acatar todo lo conveniente para parar ésto en todo lo posible.
Por otra parte, los comportamientos irresponsables, me hacen plantearme que clase de sociedad tenemos que no se puede sacrificar en salir lo mínimo posible, teniendo en las casas, cine, tv, Internet, lectura, comida y ahora, calorcito.
Tanto pedir es???
Por el cielo bendito, que los sanitarios están cansados, hartos de que su esfuerzo, (que incluye su riesgo, como siempre ha sido), sea para que los demás sean unos irresponsables. No.
A ver si tenemos dos deditos de frente y cuatro de corazón, para aguantar éste desafío de no poder abrazarnos, ni besarnos. AMOR.

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

El comentario anterior ha sido remitido por mi amiga EMILIA PALACIOS DE GARRO, a quien se lo agradezco mucho por su opinión y por la autoridad de su profesión. Gracias, amiga.

Elías Gomis dijo...

Decía George Orwell que “La libertad es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír” y nuestra sociedad actual muestra preocupantes síntomas de sordera.
Hay quien no quiere escuchar las recomendaciones para salir (y vivos) de una crisis mundial, cuyo alcance y consecuencias muchos piensan que es mejor ignorar, en base a que es menos molesto y más cómodo seguir los consejos de cualquier trasnochado cantante o famosillo de medio pelo y olvidar la cualificada opinión de los científicos y expertos. Quizás es porque en el fondo no son más que unos cobardes y les da miedo hasta el sentido común.
Son esa gente que se da golpes de pecho (como nuestros primos los simios) mientras excomulgan al que no opina o actúa cómo ellos. Son los que arrinconan al que se atreve a pensar distinto a ellos y, si lo dice en voz alta, entonces a la hoguera con él. Son los que mientras todo eran días de vino y rosas estaban junto a nosotros, incluso a nuestro lado. Pero, cuando las cosas se tuercen (y ahora se han torcido muchísimo), dejan caer su piel de cordero y muerden a los que bailan a otro son.
Nos duele, pero es bueno ver cómo se quitan el disfraz, aunque nos llevemos una ponzoñosa dentellada. Descubrimos en quién podemos confiar y a quién es mejor olvidar. Porque nosotros sabemos que lo importante, lo VERDADERAMENTE importante, es la vida y vivirla en libertad. Y, mientras sigamos vivos y libres, usaremos nuestros derechos y diremos cosas que alguno no querrá oír.

J. Tevar dijo...

Como ya sabes, estoy totalmente de acuerdo con tu planteamiento. Creo que quienes se han saltado normas y recomendaciones sanitarias son unos absolutos irresponsables. Si todos hubiéramos sido más escrupulosos en el cumplimiento de las normas hoy cientos de miles de personas en todo el mundo estarían vivas. Tampoco me atrevo a calificar de homicidas involuntarios a aquellos que incumpliendo las normas han contagiado a otros o a los que cumpliendo lo establecido se han contagiado en un supermercado, en una farmacia o en su trabajo y también al final del proceso han originado alguna muerte. Lo que si reitero es que quien incumple las leyes y recomendaciones es un irresponsable y no me vale eso de que "hay que vivir" cuando ese vivir puede ser a costa de la vida de otros

Isabel dijo...

Yo apoyo tu razonamiento, Miguel. Creo que en una situación tan grave, no se debe jugar con la suerte, esa irresponsabilidad puede tener consecuencias nefastas para los demás. Defenderla es de idiotas.😘😘

Sal dijo...

Hola. Tanto como enloquecer no creo, pero que la epidemia nos ha trastornado a todos, desde luego que sí. Y además hay un problema grave con la comunicación por medios electrónicos: es más peligrosa que un mono con un hacha (es un mono muy enfadado y bastante grande).
Vamos a suponer que Abilio se encuentra con su amigo Wenceslao, le sonríe con alegría, le hace unos gestos que él reconoce como amistosos y le dice "¡ey, cacho cabrón, ¿dónde estabas?". Entonces Wenceslao contesta más contento que unas pascuas: "che, capullazo, ¿y tú a dónde vas?" o alguna otra cosa por el estilo o peor. Y los dos tan felices.
Pero si alguno de ellos pone al otro un comentario en una red social diciéndole esas mismas palabras se monta un pollo del tamaño de un avestruz. Ya no se interpreta como algo amistoso.
Y es que la palabra escrita tiene muchas limitaciones, y en una pantalla electrónica, más.

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

Muchas gracias a todos por vuestros alentadores comentarios.

el sindrome de ulises el blog de eusebio perez oca dijo...

Querido Miguel, no creo que debas disculparte, ni justificarte. Has dicho lo que piensas y punto. Estás en tu derecho y a quien le disguste.... Si alguien dice ser tu amigo y te contesta con gilipolleces, (quien dice gilipolleces es gilipollas) es por que no es tu amigo. Si alguien te llama mequetrefe por pedir prudencia, o machista, o que no respetas la libertad de otros es por que no te conoce o por que ha buscado la oportunidad para agredirte verbalmente. No merece tu amistad. Estamos en una situación muy especial. Y tenemos que seguir unas normas de forma escrupulosa. Nos va en ello la vida. Ni más ni menos. Tres casos, una sobrina mía ha pasado el virus con síntomas leves. Un compañero de muchas cosas ha fallecido por contagio de un nieto imprudente y otro amigo de siempre se contagió de los primeros a pesar de las medidas anticovid, es conductor de autobús. Tres semanas en coma inducido y a día de hoy nueve meses después, con oxigeno. No son los únicos casos. Tenemos que llevar mucho cuidado. Y a los inconscientes no parar de repetirles que lleven cuidado. No por ellos. Estamos en nuestro derecho y en nuestra obligación. Si son inconscientes con su vida me parece muy bien. Pero no con la mía ni con la de los míos. Es un buen momento para mandar a la mierda a mucha gente. Es algo bonito y necesario. Un abrazo muy fuerte (simbólico por lo de la prevención).

EUSEBIO PÉREZ OCA

Unknown dijo...

Bonitos comentarios y.reflesiones