domingo, 23 de octubre de 2016

MENTIRAS POLÍTICAS.


            Todos nuestros políticos actuales mienten como cosacos (con perdón de los cosacos). Mentía Pedro Sánchez cuando nos decía que votaría NO a la investidura de Rajoy, que no se aliaría con los partidarios de la consulta catalana y que no quería que hubiera nuevas elecciones. Mentía porque al menos una de las alternativas que nos proponía era imposible, dado que se excluían mutuamente. Pero también mienten los actuales rectores del PSOE cuando nos dicen, unos, que hay que abstenerse por el bien del país que necesita estabilidad, y otros, los que persisten en el No para no darle el poder a Rajoy. Los de la abstención no la predican en busca de la estabilidad, los del No no lo hacen por no darle el poder a los corruptos de PP. Ambos se mueven buscando la supervivencia de su partido, porque saben muy bien que unas próximas elecciones le darán más poder todavía a Rajoy que, incluso, podría alcanzar la mayoría absoluta con la ayuda de Ciudadanos; lo que hace inoperante ese NO que se predica con cara de falsa honestidad. Que Iceta nos reconozca que el No de los socialistas catalanes es un intento de recuperar protagonismo en su autonomía. Que los que propugnan la abstención reconozcan también que lo hacen en busca del mal menor PARA SU PARTIDO, porque saben que en unas próximas elecciones el PSOE podría sacar todavía menos votos que la última vez, y que cuatro años de concienzuda oposición le podrían devolver el prestigio perdido.
            Pero también mienten Bescansa, Pablo Iglesias, Errejón y Echenique, cuando nos hablan de que la abstención del PSOE va a suponer el nacimiento de la Gran Coalición. Eso, más que una exageración, es también una mentira, porque tanto PSOE como Ciudadanos van a tener que demostrar que hacen oposición al PP si no quieren desaparecer dentro de cuatro años. Lo que pasa es que Podemos querría merendarse al PSOE y ostentar el monopolio de la oposición de izquierdas. Se les ha notado demasiado cuando, después de las elecciones de diciembre de 2015 soltaron su discurso de “las manos manchadas de cal viva” y las exigencias de ministerios; pero también tuvieron la culpa del desacuerdo ciertos barones (y dama, sobre todo la dama Susana) del PSOE, imposibilitando cualquier intento de Pedro Sánchez de llegar a un acuerdo con podemitas y nacionalistas. Ambos cortaron los puentes con una sarta de mentiras justificadoras que han hecho posible el  increíble ascenso del PP, que ha sabido movilizar a los mezquinos de este país, a los que no afecta la corrupción por encima del miedo a perder las migajas del señorito.
            Que la derecha miente no nos debe extrañar, porque está en su naturaleza. No se pueden defender los privilegios de unos pocos con el voto de la gran mayoría de los explotados sin mentirles descaradamente. Así que no hace falta analizar con demasiado detalle las mentiras del PP, siempre retorciendo los argumentos para justificar sus apaños y corruptelas. En cuanto a Ciudadanos, la simple proclama de que pertenecen a una nueva forma de hacer política ya es una gran mentira. Son los alevines de la derechona de siempre, eso sí, recién duchados.
            Pero, ¿es que nadie va a salir a la palestra a decirle al pueblo la verdad? La verdad es que las élites de cada partido buscan el poder por encima de todas las demás consideraciones. Que los argumentarios son fórmulas para engañar a los presuntos votantes y a los honrados militantes de toda la vida, que las verdades molestan y escuecen porque dejan a los ambiciosos con el culo al aire y que uno, cada día, se descubre más incapaz de militar en ningún partido liderado por mentirosos. 
            Esa es la verdad.  

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