jueves, 29 de octubre de 2015

ALICANTE, LA CIUDAD DE LOS DESPROPÓSITOS.




Y lo malo es que muchos de estas barbaridades ya no tienen arreglo. La nueva Aduaneta que dignificaba el Portal de Elche es ya solo un montón de piedras en un solar mas allá del Cementerio; piedras de sillería que estaban numeradas para una eventual reconstrucción prometida por el alcalde de turno, pero que muchas de ellas ya han desaparecido para siempre, porque alguien se las ha llevado a su chalet. ¿Y la casa de Alberola, con su casa "modelna" incrustada? No digamos nada del antiguo Gobierno Militar en la Avenida de la Constitución, con su edificio original embutido en un edificio que pretende malamente ser del mismo estilo. O el Hotel Meliá, con su emplazamiento ad oc creado sobre el mar para contentar a un amiguete de Franco, o el gigante Riscal condenando a la sombra a todos los edificios contiguos, y el absurdo rascacielos  del Gran Sol, único en el mundo con dos paredes medianeras. La vieja torre templaria que era la ermita de la Virgen del Socorro, en el Raval Roig, destruida para poner en su lugar un aparcamiento. La vieja Lonja de Caballeros y la Puerta Ferrisa, destruidas en el siglo XIX, porque este "no es un poble vell, que es un nou Alacant". Lamentable, terrible y sobre todo irrecuperable.
Ahora nos dicen nuestros nuevos ediles que se va a quitar la horrible y hortera fachada el casino del puerto. Que se cambiará el nombre de las calles franquistas. Que se pondrá la escultura de Eusebio Sempere a la entrada del puerto, como recordatorio de los últimos republicanos y el final de la Guerra Civil. Que se repondrá el monumento a los Mártires de la Libertad. Que no se cometerá la barbaridad de autorizar el super chupi mega centro de Ikea en Rabasa. Que se llevará un especial interés en el urbanismo humanista que haga de esta ciudad un territorio habitable, sin ruidos ni molestias innecesarias; sin ese mercantilismo supeditado a los beneficios empresariales que caracterizaba al ayuntamiento de Alperi y Castedo, para dar lugar a la preponderancia de los derechos de los vecinos ciudadanos. Primero la persona, después el dinero. Primero el trabajo, después los beneficios abusivos a costa de molestias ajenas.
A ver si es verdad y Alacant vuelve a ser una ciudad donde vale la pena vivir.

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