sábado, 20 de noviembre de 2010

AYER, EN LA PLAZA DEL AYUNTAMIENTO.


Ayer, día 19, a las 20, estábamos ante el Ayuntamiento unas 400 personas para protestar contra la corrupción. Se exhibieron pancartas de partidos políticos y organizaciones ciudadanas, muchos asistentes llevaban velas encendidas en una simbólica reclamación de luz administrativa, y no se gritó ni se insultó a los presuntos corruptos, como hubieran deseado los no aludidos para poder acusar de calumniadores a los impecables manifestantes. Por su parte, los responsables del Ayuntamiento, una vez más, mostraron su mala fe dejando en funcionamiento los surtidores de la plaza, lo que restringía un gran espacio para los ciudadanos preocupados por el tema de la corrupción que pudieran acudir allí, con peligro de recibir un remojón.

400 asistentes, como dijo Manolo Alcaraz, son más de los que esperábamos, pero menos, muchos menos, de los que deseábamos. En esta ciudad de casi 400.000 habitantes se podría decir que solo uno de cada mil ciudadanos se ha molestado en manifestar públicamente su temor a que esta ciudad y toda la Comunidad Valenciana acabe transformándose en una nueva Sicilia, con su mafia y sus corruptelas y, sobre todo, con el silencio, la impotencia y la indiferencia de la población. Y eso es triste, muy triste. Yo no sé si la presencia de los partidos políticos fue contraproducente y si los ciudadanos no hubieran preferido una manifestación contra la corrupción política en general; pero es que salvo muy contados y poco importantes casos, la judicialmente presunta pero políticamente escandalosa corrupción recae sobre el P.P. y es lógico que los demás partidos muestren su radical rechazo. Por desgracia, ni siquiera los partidos y los sindicatos presentes fueron capaces de movilizar a sus propios militantes y afiliados para que la plaza estuviera llena hasta los topes - o hasta los chorros de la fuente, al menos - de ciudadanos indignados.

¿Qué nos pasa? ¿Por qué la corrupción, los abusos y los cohechos, los sobornos y los monopolios de hecho no inquietan, indignan y mueven a los ciudadanos? ¿Por qué somos los de siempre los que manifestamos nuestra preocupación por lo que ocurre en nuestra política local, autonómica y nacional?

Cuando la corrupción fue cosa de unos cuantos dirigentes del PSOE para "forrarse" o para financiar ilegalmente al partido, la indignación general hundió la carrera del presidente Felipe González, y acabó con el director de la Guardia Civil, un Ministro y un Director General en la cárcel. El PSOE tuvo que afrontar una larga travesía del desierto y hubo que recurrir a un político nuevo e inmaculado, Zapatero entonces, para poder aspirar de nuevo al poder.

En cambio ahora, el mal olor que viene del PP no inmuta a los imputados y sus correligionarios, y las encuestas no acusan el repudio general de un pueblo que permanece inerme e indiferente ante esta desgracia pública.

Yo creo que la funesta sombra de Aznar planea sobre la quiebra política de España. Aznar rompió la baraja con su estrategia de convertir al contrincante político en enemigo mortal. "A los socialistas ni agua, caiga quien caiga" enseñó el maestro del odio político a sus discípulos. Y así estamos ahora: Si el PSOE se muestra cauto antes de condenar lo que está pasando en el Sahara, los del PP dicen que ha traicionado vergonzosamente a los saharahuis; pero si se enfrentara a Marruecos de forma tajante, los del PP dirían que está poniendo en peligro los puestos de trabajo de los pescadores que faenarán en aguas saharauis con un acuerdo que hay que negociar en breve. Rajoy tiene la cara dura de decir que Zapatero se encontró un país próspero que ha arruinado con su incompetencia, como si el resto de Europa y el resto del Mundo no estuvieran acusando la misma crisis económica. Le exige a Zapatero que dimita y convoque elecciones ante sus reiterados fracasos, pero él no dimite después de haber perdido dos elecciones seguidas. Y ahora, en su desvergüenza "aznariana", además de desprestigiarnos ante las demás naciones en declaraciones que se podrían calificar de traición a esa Patria que dicen defender, han arruinado la política española propagando la falacia de que "todos los políticos son iguales", o como dijo el otro día Ripoll: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". El caso es propagar la caca para que manche a todos por igual, sean o no unos chorizos.

Pues, no, señor. Todos los políticos no son iguales. Y eso deberán comprenderlo los ciudadanos, pese a las insidias de los imputados y sus aliados, o la política española no podrá tener regeneración posible. La escasa comparecencia de ayer ante el Ayuntamiento es una prueba palpable de ello.

Como no reaccionemos a tiempo, estamos perdidos, y nos encaminaremos a una edición corregida y aumentada de la Sicilia mafiosa.

Las elecciones municipales están ahí. Y un poco más tarde, las generales. Solo nos queda una oportunidad para salvar nuestra Terreta, nuestra Comunidad y nuestra Democracia.

O nos espabilamos o estamos perdidos.

Hagan juego, señores.

Miguel Ángel Pérez Oca.

1 comentario:

Arturo Moreno dijo...

Hay una cosa que ha calado (desgraciadamente)en la sociedad. Casi todo el mundo ve como la natural que la derecha robe y sea corrupta y al mismo tiempo no permite (como debe ser,pero para todos) ni un mero desliz a la izquierda.