sábado, 23 de enero de 2021

SOLVEIG NORDSTROM, IN MEMORIAM.

 

Ayer falleció en Benidorm, a los 97 años, nuestra Solveig Nordstrom; y digo “nuestra” porque sin ella Alicante (Alacant, Medinalakant, Lekant, Lucentum) estaría incompleta. El pasado día 29 de dicembre de 2020 tuve el premonitorio impulso de dedicarle un homenaje a esta sueca insigne y valerosa, en un artículo que publiqué en EL LIBRO DURMIENTE. Se titulaba “La Sueca” y contaba cómo, siendo una chiquilla estudiante de Arqueología, se unió en los años 50 al equipo municipal que desenterraba trabajosamente los restos de nuestra ciudad madre Lucentum. El erudito Figueras Pacheco, don José Lafuente y el maravilloso y estrambótico querido padre Belda, se lamentaban de que la avaricia ladrillera iba a acabar con nuestros venerables restos arqueológicos, y ella, valiente y libre, porque venía de un país libre, decidió impedirlo, convocó a la prensa internacional, se tumbó en la carretera impidiendo el avance de las excavadoras y nos salvó a los alicantinos de la amnesia y el deshonor. Gracias a ella podemos visitar hoy Lucentum y maravillarnos de que aquella hermosa ciudad de la luz todavía repose al sol en el Tossal de Manises. Solveig, querida Solveig, nunca te lo agradeceremos bastante.

                                                                       Miguel Ángel Pérez Oca.

LA SUECA.

 

            Solveig Nordstrom era una jovencita sueca que allá por los años 50 se vino a Alicante dispuesta a escribir una gloriosa página en el libro de nuestra historia. Estudiante de Arqueología, se había puesto bajo la protección del doctor Figueras Pacheco y de don José Lafuente, el primero cronista oficial de la ciudad y el otro prestigioso arqueólogo. El sr. Figueras contaba con el terrible inconveniente de ser ciego de nacimiento, aunque su erudición y profundo conocimiento del tema compensaban esta carencia. En cuanto al doctor Lafuente era visto con recelo por las autoridades franquistas por haber manifestado en alguna ocasión opiniones proclives a la democracia liberal. El equilibrio del grupo lo proporcionaba el atrabiliario padre Belda, que se encargaba de las excavaciones y demás labores de campo, siempre con su sotana raída, y sus bolsillos llenos de altramuces y algún bocadillo que repartía los refajos del cura con alguna pieza ibera de la diosa Tanit, o unas cuantas monedas mohosas de Marco Aurelio o Cómodo. La joven sueca entró en el grupo como un soplo de aire fresco y traía consigo nuevos métodos y teorías que a menudo entraban en conflicto con las ideas un tanto peregrinas de Figueras y Lafuente. Durante muchos años los eruditos ilicitanos y alicantinos habían disputado el origen de esta legendaria ciudad, a la que ambos atribuían el derecho a reclamarse hija de la vieja Illice romana. Figueras había saldado la cuestión reconociendo a Elche como primitiva Illice, pero, por otra parte se había sacado de la manga que la ciudad romana encontrada en el Tossal de Manises, en la Albufereta, había sido la Akra Leuka cartaginesa de Amilkar antes que romana. Y además, en la comarca de Els Antigons (actual Benalúa)  se habían encontrado valiosos restos romanos, incluida una lápida con mención de Lucentum. Todo este lío arqueológico había que resolverlo, pero los estudiosos se encontraban con un inconveniente: La fiebre inmobiliaria se estaba cebando con los futuros terrenos  turísticos del Tossal de Manises, posible Lucentum de las crónicas imperiales. Había en marcha una operación inmobiliaria que tenía que empezar con el asolamiento del terreno, sacrificando aquél yacimiento de cerámicas, monedas, piedras de sillería y fragmentos de escultura. Los miembros del equipo municipal, Figueras, Lafuente y Belda se lamentaban de la desgracia, pues el estudio detallado del yacimiento podría facilitar la identificación fidedigna de nuestra ciudad ancestral, para la que, como hemos visto, habían varios candidatos. Pero no podían hacer nada frente a las autoridades más interesadas en el lucro ladrillero que en unas piedras viejas sin valor comercial. Aunque los especuladores no contaban con la jovencita Solveig Nordstrom. Ella pertenecía a otra cultura y había sido criada en un ambiente democrático. Así que se lió la manta a la cabeza, buscó la ayuda del Cónsul sueco y convocó a todos los corresponsales de la prensa extranjera; y el día en que las excavadoras se presentaron ante las ruinas de Lucentum, ella se tumbó en el camino, impidiendo la marcha de la maquinaria pesada. La guardia civil local no sabía qué hacer con ella. Si se hubiera tratado de una jovencita española, la hubieran espantado de dos bofetadas, pero una sueca, y acompañada de un cónsul y una legión de periodistas extranjeros… Eso eran palabras mayores. Así que después de largas conversaciones con altos miembros del Gobierno de Franco se llegó a un acuerdo y Lucentum, nuestra ciudad madre, se salvó de la destrucción.

            La plaza que conduce a la magnífica reconstrucción de nuestra Lucentum, Lekant, Medina Alekant, Alacant, Alicante, lleva ahora el nombre de la jovencita que la salvó para que los alicantinos sepamos quien fue nuestra madre. La Plaza, adornada con pinos, que cruza el tortuoso camino que lleva a las puertas de la ciudad y su valioso museo se llama Plaza de Solveig Nordtrom.

lunes, 11 de enero de 2021

PALABRAS EXTRAÑAS Y TÓXICAS.

No sé por qué extraña carambola y, desde luego, violando la legislación vigente sobre Privacidad, ha aparecido en el móvil de mi mujer un escrito que yo publiqué en un blog privado y luego borré por considerarlo, quizá, demasiado fuerte. Sin embargo ese escrito fue difundido por alguien en otros medios, y ahora aparece misteriosamente en el móvil de mi mujer, seguido de una respuesta de un ex amigo, a la que no voy a contestar, salvo dos aclaraciones: 1.-El comunicante achaca mi actitud combativa contra los imprudentes del coronavirus a que tengo un miedo exacerbado a morirme. Bueno, yo tengo miedo a morirme como cualquier otra persona normal; pero, eso sí, tengo un miedo enorme a que alguien se muera por mi culpa. 2.-Después dice que he tenido a mi madre encerrada detrás de una reja en las fechas de su última decadencia y muerte. Yo le quiero aclarar que la reja era la verja perimetral de la excelente residencia medicalizada donde la teníamos al cuidado de grandes profesionales, y que la reja se debía a que en esas fechas (Agosto ppdo.) estaban prohibidas las visitas de familiares, por lo que teníamos que hacerlas de ese modo. Nada más que aclarar. Alguien que utiliza tan vergonzosos argumentos no merece ninguna contestación argumentada.
Miguel Ángel Pérez Oca.

sábado, 9 de enero de 2021

MUERTE, LOCURA Y TRISTEZA.

 

            ¿Es posible? Me da miedo escribir y, más todavía, publicar lo que escribo. Porque en cuanto expreso una opinión, alguien se ofende. Yo reconozco que me he vuelto intransigente e irascible y poco cortés. Es verdad. Pero cuando hay muertos por medio, creo yo, está de más la transigencia y la cortesía. Porque la vida es sagrada y está por encima de todo. Y cuando se trata de salvar vidas, uno debería, creo yo, poner eso por encima de todo lo demás. Y, además de estar volviéndome loco (creo que la locura es un daño colateral de la pandemia) me estoy sintiendo cada vez más triste. Y estoy triste porque personas a las que quiero mucho (sigo queriéndolas) me acusan de machista, insultador… hasta mequetrefe, porque me atrevo a reconvenir la conducta de quienes se ponen en peligro de contagio por reunirse en locales cerrados y pasarse horas  muy cerquita unos de otros y sin mascarilla (a mí también me gustaría, pero sé que no debo). Y me dicen que quién soy yo para no respetar la libertad de los demás. Si no hubiera muertos por medio, tendrían razón, pero es que se está muriendo mucha gente, y yo me siento triste y herido. Hay incluso quienes leen mis tonterías como inquisidor en busca de herejías de qué acusarme, y me duele, porque, como un nuevo Giordano Bruno, no puedo evitar seguir siendo hereje; hereje de la herejía de defender la vida de los viejecitos que se mueren a chorros del coronavirus. No lo puedo evitar. Para mí, en este caso, no hay libertad que valga contra cientos de miles de muertos (Nada menos que 2 millones en todo el mundo, 60.000 en España y 3.163 en Alicante a día de hoy y subiendo). Y no quiero ofender, ni insultar, ni comportarme como un mequetrefe. Que conste que no creo haber hecho tales cosas, aparte de quejarme de mis heridas, quizá violentamente, como gato panza arriba. Me bastaría con que los (y las) supuestamente ofendidos/as contrastaran su opinión con la mía y ninguno de los dos perdiéramos los papeles. Me ha ocurrido con otros amigos que me han demostrado su bondad y su capacidad de comprensión y, sobre todo, de saber argumentar. Pero los (y las) que me dicen que los (y las) insulto y que no respeto su libertad, me hacen mucho daño, y a veces reviento y digo barbaridades, porque, sinceramente, quizá soy excesivamente sensible y me estoy volviendo loco de tristeza.

Miguel Ángel Pérez Oca.