Cuando la crueldad contra las
personas o los animales forma parte de la cultura de un pueblo, o se trata de
un pueblo enfermo o de un pueblo inculto. España siempre ha sido una nación
cruel a lo largo de su ya larga historia, y eso es algo que deberíamos hacernos
mirar. No es de recibo que nuestros compatriotas se diviertan viendo cómo se
tortura y asesina a un animal, por mucho colorido, música, arte y glamour que
tenga el espectáculo de los toros. Tampoco lo es que haya tanta gente,
incluidos extraordinarios escritores, jueces justicieros, políticos de derecha
y de izquierda e incluso reyes, con afición a la caza menor y mayor. Y es
sintomático y terrible el censo de mujeres maltratadas y asesinadas por sus
parejas. A mí me repugna la violencia, de la que opino que es un comportamiento arcaico de individuos que no saben controlar sus hormonas y que nos
desprestigian en el mundo. La diferencia con el comportamiento de otros
pueblos, como el británico a pesar de la caza del zorro, es abismal. Aunque
también hay otras naciones con un índice de violencia más elevado que el
nuestro. Existen muchas justificaciones para la violencia, porque una de las
habilidades del ser humano es su capacidad de justificación: la tradición, las
virtudes viriles, la religión, etc. Pero a poco que pensemos en ello, nos damos
cuenta de que solo son excusas para no esforzarnos en controlar nuestros más
bajos y torpes instintos.
Ayer vi a
nuestro Rey emérito en la polémica corrida de toros con la que se reabría la
plaza de San Sebastián, apoyando la tauromaquia como bien cultural de nuestro
pueblo. Me da la impresión de que este señor no ha entendido nada, lo que no me
extraña en alguien que es capaz de matar a un ser tan maravilloso, inteligente,
social y sensible como un elefante, pero creo que alguien de la familia real
debería advertirle de que le está haciendo un flaco favor a la institución que ha encabezado
durante tantos años. Mezclar la discusión toros sí, toros no, con la de
monarquía o república no hace más que poner en el mismo saco a dos
instituciones que muchos piensan que son caducas y obsoletas.
En fin, allá
cada cual con sus responsabilidades históricas.
3 comentarios:
Magnífico. La tortura NUNCA es arte ni cultura. Ni aunque la aplauda un rey.
España siempre ha sido, para los extranjeros, sinónimo de primario, macho, inculto, bruto y "olé togego". Y los burros y fachas encantados. Y si peleas contra ese cliché, dicen que eres antiespañol. ¡País!
Lo dice claro Adolfo, recuerdo a determinada actriz yanki que tras rodar en la España del tío Paco dijo que los españoles que había conocido parecían gorilas salidos. Hoy aún somos un reducto de primitivismo atávico. Somos los últimos que practican el culto de Mitra. Culto de guerreros que apoyaron al monstruo conocido como Constantino y a su madre, prostituta cristiana llamada Elena (Santa por méritos filiales). Ellos criaban toros o si eran poblaciones pobres solo cabras. El caso era que tuvieran cuernos. Esto representaba el valor. Se les daba tres años de vida padre...¿no os suena? en que se veneraba al animal como representante de Dios. Después se le sacrificaba y su carne era vendida en los mercado a cargo de los sacerdotes de dicho culto. La carne se comía en "comunidad" o asamblea. Constantino aconsejado por el tal Eusebio de Nicea, otro monstruo como él, unificó al igual que hizo Franco con Falange y los Carlistas, a los reformistas judíos y a los de Mitra. En la actual Iglesia Católica encontramos muchas concurrencias con este culto. En España aún se sacrifican animales especialmente criados para el tema. A veces pienso que estamos en el siglo tres o cuatro de la era cristiana.
Eusebiet pero no el de Nicea.
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